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Las Madres; Ejemplo de valor y abnegación

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Licda. Alma Portorreal

Uno de los tópicos más complejos es definir claramente qué es ser madre. Madre no sólo es aquella que por 9 meses lleva un feto y que concluye en el milagro de la vida. Eso es lo fácil.

Una madre es ese ser abnegado que junto a los padres responsables educan, forman y protegen a esas futuras generaciones. Una madre es imprescindible. Si en una familia el padre es ausente, disoluto, o simplemente un mal ejemplo, pero la madre decide luchar y echar sus hijos hacia delante, los hijos se salvan. Si es el caso inverso, es decir, una madre disoluta, o ausente o con alguna tara del espíritu, salvo que el padre asuma y haga casi lo imposible por salvar sus retoños, estos se pierden.

Las madres son las primeras escuelas en valores. Son quienes enseñan a los hijos e hijas los primeros rudimentos de todo, pero especialmente la moral y los principios, que no pueden ser enseñados en ningún colegio.

La compasión, la abnegación, el amor, la piedad, la fe, todas tienen como representante a las madres. Y debe ser así. ¿Acaso no es en el hombro de una madre donde lloramos ante los embates de la vida y las decepciones?.¿ Acaso no es con ella que aprendemos a rezar, a comer, a compartir en sociedad, a servir?. Una madre no sólo nos dice eso. Su vida es un apostolado permanente modelando esas virtudes.

Se ha demostrado científicamente que la inteligencia en los hombres viene de sus madres, y no sólo eso, hay una afinidad entre el hijo y la madre y éste copia rasgos de la conducta de su progenitora. No me refiero al complejo de Edipo, ese enamoramiento entre el hijo y la madre. Me refiero a que es esa primera escuela y ese ejemplo recurrente, donde aún se tenga 100 años se va donde ella por consejos y afecto.

La madre da cariño puro y desinteresado. Ella tiene el deber de ser psicóloga, médico, cocinera, y mil otros roles. Se hizo un estudio, disgregando las funciones que hace una madre y cotizándolo de acuerdo a lo que ganan los profesionales en dichas profesiones en Estados Unidos  y  una madre, en  dicho país, ganaría mensual, entre 60 y 100 mil dólares.

Pero, más allá de esos aspectos económicos, las madres son el centro de una familia y  sirven de referente a los hijos y nietos, volviéndose su casa el lugar de reunión del clan familiar en las fiestas: navidad, reyes, los cumpleaños.

Y cuando ya la muerte cubre con su negro crespón a nuestra madre y se la lleva, se nos provoca un dolor y un vacío en el alma que los días sensibles, su cumpleaños y su aniversario de muerte, son profundamente dolorosos, y no por la mera desaparición física, sino porque cuando muere una madre, muere parte de lo noble, bello, digno, noble, justo y hermoso del mundo. Y sobretodo, muere una parte de todos nosotros.

Pero, a manera de consuelo, siempre nos quedarán sus enseñanzas y a quienes tienen madre, quieranlas,  valorenlas, porque luego la extrañaran.

Licda Alma Portorreal

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