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¡Estad Alertas!

La palabra alerta tiene una etimología muy similar a la de alarma (¡a las armas!). Viene del italiano all’erta… ¡a la erta! Erta es el participio femenino del verbo italiano ergere (erguir, levantar), que viene del latín erigere y significa subida. Era una orden de subir la atalaya (subir a lo alto de la torre de vigilancia), para ver si venía algún enemigo. Por tanto, alerta indica algún estado de vigilancia o de atención, también se dice que hay que estar atento, cuidadoso y observador o vigilante.

Situaciones en las que hay que estar Alerta

“Estad alerta, permaneced firmes en la fe, portaos varonilmente, sed fuertes” (1ª Corintios 16:13).

1ª Después de una Victoria: Cuando experimentamos logros ya sea una venta abundante, la culminación de una carrera, cerrar un trato exitoso o haber predicado un sermón poderoso, tendemos a ‘complacernos’ como una forma de premiarnos. Y eso está bien pues nuestro organismo experimentó un desgaste extra en el proceso de conseguir la meta, por tanto necesita recuperarse. Solemos hacerlo compensándonos a nosotros mismos de maneras que aveces no sospechamos. Hay compensaciones que son sanas (dormir, ir de paseo, comernos ese postre que tanto nos gusta), pero en otras las compensaciones son erróneas… nos damos licencia para pecar o bajar la guardia con aquello sabemos estamos luchando, y entonces caemos ¡justo después de ese gran logro! Entonces nos frustramos, enojamos con nosotros mismos y nos auto-exiliamos. El caso de Sansón es típico, experimentó no una sino varias victorias (desgarró a un león, mató a soldados opresores del pueblo, se burló de los filisteos no una sino varias veces; así que se dió permiso para ‘ir más allá’ y dejarse seducir por su debilidad, el sexo opuesto (Dalila se dio cuenta y se aprovechó de eso). El resto de la historia ya la sabemos.

2ª Cuando estamos Cansados de tanto Luchar: Al experimentar estados de cansancio prolongados por estar batallando contra una enfermedad, una carencia financiera, demasiadas tareas académicas, un drama familiar o un vicio que no nos deja, el cansancio se apodera de nosotros (y con él la decepción, el estrés, la frustración), entonces bajamos la guardia… estamos tan agotados que nuestros brazos caen y nos hacemos vulnerables a las acechanzas del enemigo, quien ni tonto ni perezoso, viene a hacer de las suyas en nuestras vidas dejándonos tirados a orillas del camino. Un caso bíblico de esto lo encontramos en Elías quien batalló durante todo su ministerio contra Baal, Aserá, Moloc y los dioses que Jezabel había introducido a Israel; el profeta bregó para que el pueblo se volviera a Jehová, luchó contra la idolatría enfrentándose para ello al mismo rey Acab quien llegó a odiarlo hasta la muerte. Tal era su cansancio que en su emblemática pelea con los profetas baalicos -logrando vencerlos-, Elías huye desesperado al desierto cuando escuchó las amenazas de la reina y allí, en la soledad del árido destierro añoró la muerte. ¿Por qué? porque el cansancio de toda una vida le hizo perder el estado de vigilancia. El cansancio es peligroso porque nos deja débiles y por tanto sin fuerzas para combatir, prestemos atención a esto.

3ª Al marchar todo bien: Qué curiosas criaturas somos los humanos, luchamos toda la vida por lograr y vencer, y cuando todo lo hemos obtenido (la vida de nuestros sueños, las vacaciones doradas, una jubilación de lujo, una estancia financiera privilegiada, etc.) nos volvemos complacientes con nosotros mismos. Ya no oramos como antes, ya no pedimos como antes, ya no acudimos a Él como antes… lejos quedaron las madrugadas aquellas cuando de rodillas pedíamos ayuda para vencer la vida. Ahora la vida buena que llevamos hace que nos pongamos gordos, cómodos, con una vida espiritual mediocre, ¿por qué? porque nuestra vida marcha bien… ¡qué error más colosal! Pues es ahí cuando el enemigo se regodea y nos tumba como nunca antes (por eso solemos escuchar de grandes ministros que estando en la cúspide de su ministerio cayeron tan bajo, y con errores de novatos que sorprenden). Tal fue el caso del rey David, quien habiendo consolidado su reino, teniendo un prestigio ganado y contando con el favor de todo el pueblo cayó de manera tan estrepitosa que hasta el día de hoy su pecado es considerado vergonzoso incluso por los más desvergonzados… tuvo sexo con una mujer a la cual espió mientras se bañaba, la embarazó, quiso hacerle creer al esposo de ésta que era su hijo y como no pudo lo mandó asesinar, luego se quedó con ella y la hizo su esposa. ¿Cuando ocurrió esto? cuando caminaba por su balcón, mientras sus soldados luchaban en el frente pero él ‘ya no necesitaba ir a la guerra’ porque era un rey maduro… su vida marchaba de maravilla, pero de pronto ¡zas!

4ª Experimentar estados de Tristeza profundos: La tristeza es un sentimiento que todos experimentamos, suele ser pasajera y es normal que la sintamos (lo anormal sería nunca estar tristes), pero hay un cuadro atípico, la tristeza prolongada (algunos le llaman depresión). Ese tipo de tristeza produce un caldo de pensamientos negativos, emociones desgastantes, arranques de ira, enojos, decepciones y frustraciones que hacen que no queramos más de la vida. Pero de pronto la tristeza se disipa, solo por un momento, entonces viene todo lo contrario, un golpe de adrenalina fluyendo que hace que nos disparemos a mil por hora… nos alegramos, nos contentamos, el ánimo sube, pero es momentáneo y por tanto es una ilusión. Pero es en esos golpes de falsa alegría -producto de la mucha tristeza-, cuando cometemos errores garrafales que no los cometeríamos si estuviésemos en nuestros cabales; no nos damos cuenta pero es la tristeza profunda quien nos hace perder la alerta. Un caso bíblico es el del rey Ezequías, quien después de haber experimentado años de angustia por la opresión de los asirios quienes incluso llegaron a sitiar Jerusalén en el 701 a.C., experimentó una alegría momentánea al verse librado de ellos por la intervención divina. Estando contento permitió a los embajadores de Babilonia que ingresaran a Jerusalén a quienes mostró el palacio, el templo y todos los tesoros… ¡bruto! pues luego serían los mismos babilonios quienes esclavizarían a Judá, Jerusalén y a todos los judíos. Ezequías falló, su tristeza-alegría-tristeza condenó a todo el reino del sur.

Resumen

Victorias, cansancio, la buena vida y tristeza son situaciones en las que el enemigo se presenta para tumbarnos, es entonces cuando debemos subir a la torre de vigilancia espiritual y estar alerta de lo que está sucediendo en nuestro interior, pues es allí, no afuera, donde se libra la batalla.

  • Cuando experimentemos victorias aprendamos a regocijarnos y celebrar los logros de manera sana, pero no a darnos licencias para pecar (cada cual sabe su pecado), porque de hacerlo experimentaremos la vergüenza de nuestros actos.
  • Cuando el cansancio venga producto de tanto luchar, hagamos altos para estar solos, y llorar delante de Dios. Pidámosle con ‘desespero’ que no nos deje, que no nos suelte menos aún estando cansados porque somos vulnerables al enemigo. Pero además detengamos la marcha y descansemos.
  • Cuando las cosas marchen bien, volvámonos con más fuerza a Dios para agradecerle. No nos convirtamos en “obsesos espirituales”, en cambio seamos ‘atletas del Espíritu’; entre mejor nos vaya más santos seamos… así el enemigo no podrá hacernos zancadillas.
  • Cuando la tristeza sea mucha y el gozo del Señor desaparezca es tiempo de detenernos por completo pues es el estado más peligroso de los cuatro que he mencionado. Saquemos tiempo para ir a Dios y allí, en su presencia, pedirle su consuelo. Y por supuesto no tomar decisiones importantes en estos períodos.

JESUCRISTO DIJO: “Estad alertas y velad…” (Marcos 13:33) porque él sabía que el enemigo es como un león rugiente que busca a quien devorar (1ª Pedro 5:8). ¿Y a quién cree usted que devorará? A los que están débiles, a los que se quedaron atrás, a quienes bajaron la guardia, a aquellos que no subieron a la torre del atalaya y por tanto no vieron cuando sus pecados, malos hábitos, fantasmas del pasado y luchas internas -que todos tenemos- asomaron para entrar en nuestro refugio.

Pero, ¿cómo estar alerta, de manera práctica?

Les doy diez consejos

  1. No descuide su vida espiritual: Ore mucho, lea la Biblia constantemente, escuche música que nutra su espíritu, escuche la Palabra, asista a la iglesia regularmente, pase tiempo con personas espirituales que lo ayuden a resistir.
  2. Evite personas, situaciones, cosas, imágenes, sonidos y olores que provoquen en usted debilidad. No diré más, “el que tiene oídos que oiga”.
  3. Duerma lo suficiente: Siete u ocho horas por noche lo ayudarán a reponer fuerzas, y por tanto a luchar con más energía. Un soldado con falta de sueño es presa fácil (esto es algo que descuidamos todo el tiempo).
  4. Coma saludable y tome harta agua: Un cuerpo bien alimentado e hidratado será ‘mejor templo’ para el Espíritu Santo y por tanto podrá resistir los embistes del enemigo. Esto no parece muy útil, pero créalo, ¡lo es!
  5. Tenga tiempos a solas con Dios: Jesús lo hacía constantemente, él descubrió que su energía no dependía de sí mismo, sino de su relación con el Padre. Además, pasar tiempo a solas ayuda a poner las ideas en orden y calmarnos.
  6. Emita gritos de advertencia: Al igual que los atalayas de la antigüedad que debían dar voces de alarma cuando divisaban al enemigo, usted al sentir que el pecado asoma (uno lo percibe en su interior), de comandos a su mente y dígale: ¡Prepárate, te van a atacar pero con la ayuda de Dios venceremos! Lo mismo puede hacer con su cuerpo, ¡dele la orden de estar firme! Mente y cuerpo obedecerán.
  7. Sea disciplinado: Orden, metodología y limpieza son hábitos que ayudan a reforzar nuestro sistema de alerta. Tenga horarios y respételos; limpie su casa-oficina-taller (el enemigo camina en la suciedad) y sea metódico, lea, capacítese, mantenga su mente ocupada en cosas productivas.
  8. Rompa pensamientos negativos con la Palabra: Cuando vengan pensamientos negativos a su mente (los cuales le llevarán a caer), párelos de frentón usando versículos bíblicos. Recítelos en voz alta… ¡funciona!
  9. Desvíe la mirada: Si usted lucha con el sexo opuesto (el que entiende, entiende), acostúmbrese a voltear la mirada cuando algo en él o ella le hace tambalear (un escote pronunciado, un pantalón muy ajustado). No pelee, solo desvíe la mirada.
  10. Sea humilde y conozca sus puntos débiles: Todos conocemos nuestras debilidades, si no es así debería hacerlo. Entonces al saber cuáles son su flaquezas podrá orar en esa dirección, o estudiar el origen del porqué es débil en ciertas áreas para fortalecerlas. El conocimiento es poder.

Conclusión

¡A LAS ARMAS! no seamos complacientes, no nos durmamos, porque nuestro adversario es temible e incansable. ¡REFORZAD LOS MUROS! porque de no hacerlo acabaremos siendo ejemplo a las futuras generaciones de ‘qué les pasaría a ellos si se adormilan como nosotros’.

¡Ayúdame Señor a estar alerta en todo tiempo!

Fuente:
Gabriel Gil. Pastor, Coach-mentor, escritor.

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