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Fuego apagado

Juan Pablo era un joven cuando conoció a Dios, tenía a penas 17 años cuando se encontró con el Señor y desde entonces su vida comenzó a cambiar de una forma maravillosa al mejor estilo de Dios.

Juan Pablo antes de venir al Señor había llevado una vida muy desordenada en todos los sentidos, con mal hablar, con hábitos deshonrosos, dado a la bebida y en ocasiones también a la droga, con muy malos comportamiento y poco interés por lo decente y formal, sin embargo después de aceptar a Jesús como su Señor y Salvador su vida comenzó a mostrar un cambio instantáneo, paso de ser un joven perdido en muchos hábitos malos a ser un joven totalmente cambiado.

Se podía ver a Juan Pablo con su Biblia en mano dirigiéndose a la Iglesia, su forma de vestir había cambiado, sus ojos irradiaban algo diferente, escucharlo hablar ahora era algo sorprendente, pues de su mal vocabulario paso a tener un vocabulario exquisito en donde el tema central de sus conversaciones era Dios, comenzó a entender que muchas de las cosas que hacia eran incorrectas y comenzó a poner de su parte para evitar aquellas cosas que no lo iban a edificar espiritualmente pero sí a desviar del buen camino.

Juan Pablo evitaba fallar aun en las cosas consideradas “mínimas” y cuando por alguna razón se dejaba guiar por sus instintos pecaminosos y fallaba, rápidamente se encerraba en su cuarto, oraba a Dios pidiéndole perdón por su falla con una actitud sincera y humilde, con un arrepentimiento genuino y trataba la próxima vez de ser más fuerte para no volver a cometer el mismo error.

Los años fueron pasando y Juan Pablo se convirtió en un gran servidor, ahora predicaba la Palabra de Dios, la gente le tenía mucho respeto, era admirado por chicos que anhelaban ser como él, pues para ser sincero Juan Pablo había construido un muy buen testimonio y una muy buena imagen.

Sin embargo con el transcurrir de los años su sensibilidad espiritual ante lo malo fue disminuyendo, Juan Pablo no dejaba de hacer todo lo que hacia en la Iglesia y delante de las personas era muy bien visto, pero Juan Pablo comenzó practicar cierto hábitos que en un tiempo había evitado por considerarlos que no eran buenos y que ofendían a Dios. Al principio él se sentía culpable y arrepentido, pero entre más lo fue practicando se fue convirtiendo en un hábito para él y ahora había llegado a un momento en donde le fallaba a Dios y no sentía el mínimo sentimiento de culpa y mucho menos se sentía arrepentido por lo que hacia, es más, ya ni siquiera pedía perdón por aquellas fallas que cometía que en algún momento de su vida había evitado cometer.

La pasión por agradar a Dios fue disminuyendo en Juan Pablo, delante de la gente siempre el mismo, pero en su intimidad con Dios ya nada era igual, su fuego estaba apagándose, dejo que lo que para él antes era malo ahora se convirtiera en normal, sin darse cuenta fue cediendo terreno al pecado hasta convertirlo en algo normal en su vida y así dejar de sentir culpa por practicarlo.

¡Que triste cuando caemos en el acomodo espiritual!, ¡Que triste cuando las cosas que antes nos causaban culpa porque no era correctas ahora se han vuelto algo normal en nuestra vida y no sentimos la mínima culpa de cometerlo ni mucho menos nos arrepentimos de hacerlo!

¿Qué es lo que para ti antes era incorrecto y ahora lo ves como “correcto”?, ¿Qué cambio en tu vida?, ¿Cambio Dios que ahora para él eso ya no es pecado o cambiaste tú que tratas de disfrazar lo malo de bueno?

La Biblia dice: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” Isaías 5:20-21 (Reina-Valera 1960).

Es una lástima que poco a poco vayamos considerando lo que antes era malo, bueno. Es una lástima que dejemos de ser sensibles espiritualmente y no nos demos cuenta que vamos rumbo a un abismo.

Juan Pablo comenzó bien pero lastimosamente dejo que su fuego espiritual por Dios se fuera apagando, sin darse cuenta dejo de practicar la oración, dejo de leer la Biblia porque consideraba que ya la había leído muchas veces, dejo de practicar el bien y se fue conformando a una vida apagada, ahora se le puede ver haciendo muchas cosas en la Iglesia, pero realmente no es el mismo y él lo sabe, al platicar con él en intimidad es sincero en reconocer su estado, pero lastimosamente no quiere salir de allí, el acomodo al que ha llegado es tal que “siente que esta bien” sin realmente estarlo.

¿Te ha pasado a ti?, ¿Es tu caso actualmente?, no dejes que el fuego por Dios se apague en tu vida, no permitas que lo malo se convierta ahora en “bueno”, no dejes de practicar los hábitos espirituales que te sostendrán y que mantendrán encendido el fuego de Dios en tu vida, hábitos como orar y leer la Biblia son necesarios para todo hijo de Dios que quiere mantenerse en pie en esta guerra diaria de supervivencia espiritual.

¡Es hora de levantarte del sueño que has caído!, ¡Es hora de comenzar a hacer lo bueno!, ya no pospongas más esa decisión, es hora de comenzar a vivir con la única intención de agradar a Dios en TODO y no para satisfacernos a nosotros mismos.

¡Busca a Dios y renueva tu vida espiritual para no dejar que el fuego se apague!

“El Señor te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios.” Miqueas 6:8 (Nueva Traducción Viviente)

Fuente:
Pastor Enrique Monterroza

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