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Defendamos nuestra patria soberana

En el escudo de nuestra bandera nacional, aparecen las palabras Dios, Patria y Libertad, y la frase bíblica: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:32. Estas palabras inspiraron a nuestros patricios para que la República Dominicana sea un país libre y soberano, principios por los que lucharon,   Duarte, Sánchez y Mella.

Sin embargo, desde hace tiempo, estamos percibiendo un estado democrático débil, en el sentido de que las leyes aprobadas por el Congreso y promulgadas por el Poder Ejecutivo, en la mayoría de los casos, no se respetan, y proyectos de ley importantes duermen engavetados el sueño eterno.

Aunque no me gusta hablar ni escribir de política, pero me preocupa que el Gobierno, con una Constitución, no aplique el principio de país soberano, ante la avalancha de indocumentados procedentes de Haití y de otras naciones, para que las autoridades actúen para controlar, esa situación, de manera drástica y contundente como hacen otros países con los migrantes ilegales que invaden su territorio.

No somos anti haitianos, respetamos a los que viven legalmente en el país y se ganan la vida honestamente, aportando su fuerza de trabajo en distintos lugares.

El Gobierno, que parece olvidar que República Dominicana es un país soberano, teme que el proceso de deportación de migrantes ilegales, que tímidamente se realiza, reciba la sanción moral o económica de organismos internacionales, cuya injerencia rechazamos de plano todos los dominicanos, que amamos este terruño en que nacimos y que algún día, nos verá morir.

No es un secreto, que miles de haitianos pasan por nuestra frontera abierta, ante la indiferencia de las autoridades sin que nadie diga esta boca es mía, pero manteniendo una doble moral, mientras el Gobierno dice una cosa al pueblo, pero se hace otra.

Por eso, se cree que en el país residen ilegalmente, más de tres millones de haitianos indocumentados. Este país, que también es pobre, no resiste, en el orden económico, esa tremenda carga que se nos están echando encima.

Pero es penoso que hay dominicanos, en altas instancias del Poder y de la sociedad, que no entienden ni les importa el concepto de que nuestro país es soberano y son capaces, como piensan los cómplices de los haitianos, que simpatizan con el malvado proyecto de unificación, que desde hace años se viene acariciando para unir nuestra nación con Haití.

Hay una élite haitiana, poderosamente rica, enemiga de los pobres de su país, que nos han puesto de rodillas, y son los que viven mintiendo, al decir ante organismos internacionales, que los dominicanos explotan a los haitianos, que los esclavizan, que los mantienen en una situación de apatría y que le violan sus derechos como seres humanos.

Ante esas acusaciones mentirosas, el Gobierno no las desmiente públicamente, como debe ser, apenándonos esa situación, y lamentamos, que organismos internacionales, entre ellos la OEA y la ONU, crean esas mentiras.

¿Quiénes defienden a Haití?: Estados Unidos, Canadá, Francia y los paisitos del Caricom, entre otros, pero cuando los inmigrantes haitianos llegan, a esos países los deportan y hasta algunos enjaulados, como ocurrió hace poco en Las Bahamas.

Sin embargo, existen muchos dominicanos que están dispuestos a jugárselas como sea, a fin de que ese sueño de organismos internacionales, de unificar la isla, que para nosotros sería una horripilante pesadilla, no se convierta en realidad.

Es muy contraproducente el hecho histórico, que hace 171 años nos liberamos de Haití y ahora personajes enquistados en el poder político y empresarial dominicanos, interesados a ganar dinero a como dé lugar, ahora quieren ignorar la importancia de este país, como nación soberana y libre, en cuyo escudo, repito, aparece el lema DIOS, PATRIA Y LIBERTAD.

Al parecer, estos políticos y empresarios inescrupulosos, desean que en nuestro suelo ondee una bandera dominico-haitiana, practiquemos su cultura, incluyendo su religión satánica, El Vudú y vivamos bajo un estado de pobreza espiritual y material.

Los que ignoran el concepto de soberanía, quiero decirles que es el derecho que tiene el pueblo a elegir a sus gobernantes, sus leyes y a que le SEA RESPETADO SU TERRITORIO. Según esto, habría que considerar que el derecho se tiene frente a alguien y porque alguien lo concede; en consecuencia, habría que convenir en que la soberanía, más que un derecho, es el «poder». Un poder al modo que recoge Jean Bodin en su definición de soberanía.

Según la clásica definición de Jean Bodin, recogida en su obra de 1576, Los seis libros de la República, soberanía es el «poder absoluto y perpetuo de una República»; y soberano es quien tiene el PODER DE DECISIÓN, de dar las leyes sin recibirlas de otro, es decir, aquel que no está sujeto a leyes escritas, pero sí a la ley divina o natural.

Pues, según añade Bodin, «si decimos que tiene poder absoluto quien no está sujeto a las leyes, no se hallará en el mundo príncipe soberano, puesto que todos los príncipes de la tierra están sujetos a las leyes de Dios y de la naturaleza y a ciertas leyes humanas comunes a todos los pueblos».

Al Presidente de la República, licenciado Danilo Medina, a quien admiro y respeto, que no se deje llevar de los siniestros personajes que están en su entorno, que desconocen que como Jefe de Estado, usted tiene a su disposición, el inherente poder soberano que le da la Constitución, de deportar a los inmigrantes indocumentados que entran a nuestro país, no importando sus nacionalidades.

Esta inicial definición muestra en síntesis la amplitud del concepto de soberanía, que, como tal, viene perdurando a través de los tiempos, aunque no exento de variaciones a lo largo de la historia en su intento de justificar el devenir del sujeto de la soberanía (el Pueblo, la Nación, el Estado). No olvidemos el lema de nuestro Escudo dominicano, DIOS, PATRIA Y LIBERTAD.

Por Miguel Matos

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