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Voces de esperanza

Hay momentos que no son para razonar, para buscar culpables, para crear caos sobre caos.  Deja de razonar cuando debes profetizar, y deja de profetizar cuando debes razonar.  La iglesia lo hace, muchas veces, al revés.  Cuando debemos razonar, decimos a la gente: Dios me dijo.  En vez de decir: Mira las estadísticas.  Y cuando llegue el problema, lo que hay que decir es: Vas a prosperar, te vas a levantar, créele a Dios.  Y cuando pregunten cómo tú lo sabes, di: Mientras estábamos en tormenta, yo estaba en la iglesia que tú siempre has criticado, oyendo palabra; mientras decías que yo estaba loco, yo estaba orando, y Dios me dio una promesa: Que tú vas a llegar a puerto seguro.

De voces de razonamiento, tenemos que ser voces de esperanza.  Esa es la única estrella que muchos van a ver en su vida.  En momentos de dificultad, tú tienes que ser una estrella de esperanza, y tus palabras son las que le dejan saber al mundo que, a pesar de todo lo que estemos viviendo, Dios nos va a dar la victoria.  Tú tienes que tener la actitud de Pablo.

“23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. 24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; 28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. 29 ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? 30 Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. 31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. 32 En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; 33 y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos.”  2 Corintios 11:23-33 

“Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.”  2 Corintios 12:1

Y comienza entonces a hablar de las revelaciones que Dios le ha dado.  Y continúa diciendo:

“7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.”  2 Corintios 12:7-9

Pablo tenía derecho a predicar, por una razón: Había vivido muchas cosas que otros no habían vivido, y las había sobrevivido todas.  Tú puedes ser voz de esperanza por una razón: Lo que has vivido.  Eso es lo que te hace una voz de esperanza para tu nación.  A tus hijos, tú les puedes decir: Sobreviví.  Y si te preguntan por qué todavía te pasan ciertas cosas, tú diles que oraste a Dios para que te lo quitara y todavía lo tienes, así que te bastas en la gracia de Dios porque su poder se perfecciona en medio de tu debilidad.

Esta generación es privilegiada.  Tú has visto lo que generaciones completas no van a ver.  Te toca a ti ser voz de esperanza para el futuro.  Olvídate de aquellos que no creen y critican.  Tú no estás aquí para condenar a nadie.  Has pasado de todo.  Cuando tengas que razonar, sé voz de razonamiento; pero cuando tengas que inspirar, sé voz de inspiración, de esperanza.  Sé inteligente; lo espiritual en lo espiritual, y lo natural en lo natural.  Como Pablo, has pasado naufragios, necesidades; pero créele a Dios.  Resalta de tu país las cosas buenas.  Sé voz de esperanza.  De tu familia, habla el bien; de tus hijos, habla el bien.  Diles que Dios te ha dicho que Él les va a prosperar.  Conviértete en una voz de esperanza en tu país.  Que la gente sepa que tienen su futuro seguro en las manos de Dios.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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