En la travesía de la vida, hay momentos en los que Dios nos invita a hacer un alto en el camino. No es una pausa casual, sino un momento de plena gracia donde el Espíritu Santo nos llama a reflexionar sobre el rumbo de nuestra alma. Es el susurro del mensajero de la gracia, diciéndonos que aún hay esperanza, que todavía estamos a tiempo de recuperar la corona de la vida eterna.
El Mensaje de Gracia
La gracia de Dios es ese regalo inmerecido que nos cubre y nos llama a una vida en santidad. En medio de nuestras caídas, distracciones o desvíos, la gracia se presenta como un faro, recordándonos la promesa eterna. El apóstol Juan escribió en Apocalipsis 3-11 «He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.» Este es un llamado urgente a sostenernos en la fe, a no dejar que las pruebas de la vida nos despojen de la recompensa eterna que Cristo nos ha prometido.
Estamos a Tiempo
Mientras tengamos vida, hay oportunidad de volvernos a Dios. Su misericordia es nueva cada mañana, y su paciencia es una muestra de Su amor eterno. Dios no desea que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3-9). Por eso, hoy es el día de escuchar Su voz, de rendirnos nuevamente a Él y dejar que Su gracia nos renueve y nos restaure.
Recuperar la Corona
Recuperar nuestra corona es volver a caminar en fidelidad, en obediencia y en amor. Es permitir que Dios nos limpie, nos restaure y nos fortalezca. La corona de vida es para los que perseveran, para aquellos que, a pesar de las luchas, se aferran a la fe con todo su corazón (Santiago 1:12).
Un Llamado a la Reflexión
Hoy, Dios nos llama a detenernos, a escuchar con atención el mensaje de gracia. ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Estamos firmes en la fe? ¿Hay algo que nos está alejando de su camino? Si es así, hoy es el momento perfecto para regresar, para reconciliarnos, y para tomar nuevamente esa corona que nos pertenece en Cristo Jesús.
Que este alto en el camino sea un encuentro sagrado con Dios, donde renovamos nuestro pacto con Él y reafirmemos nuestro deseo de vivir bajo Su gracia, anhelando el día en que recibiremos la corona de vida eterna. Bendiciones. Gracias y Paz.
