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Romper las ataduras lleva tiempo y paciencia

Necesitamos una Iglesia balanceada que combine lo más perfectamente posible el llamado a la santidad con Su Corazón paternal y misericordioso. Y recordaremos que yo decía originalmente que esta preocupación surgió en mi espíritu como consecuencia de mis escritos concerniente a la homosexualidad.

Y yo quiero que se entienda: yo he tratado mucho con ese tema a través de los años y aquí mismo en la ciudad de Boston estuvimos mucho tiempo luchando por tratar de detener una ley que finalmente no tuvimos éxito para legalizar el matrimonio homosexual. Boston fue la primera ciudad en todo Estados Unidos o el estado de Massachussets también que legalizó el matrimonio homosexual y de ahí abrió una puerta a otros estados que han seguido el ejemplo de este estado de Massachussets y yo estuve muy involucrado en tratar de pelear contra esa ley que finalmente, desgraciadamente fue puesta en función.

Que quede clara mi oposición tajante a cualquier práctica que vaya en contra de la Palabra de Dios, sea homosexualidad, sea adulterio, sea cualquier tipo de concupiscencia, sea cualquier tipo de relación sexual fuera del matrimonio, sea abuso físico en el hogar, sea explotación emocional de nuestros hijos, sea mentira sea lo que sea estamos claros en el llamado de Dios a vivir una vida santa que refleje la pureza de nuestro Dios.

Habiendo dicho eso sin embargo es importante también entender que en este tiempo la gente cae en unas trampas espirituales horribles como consecuencia del mundo frenético y tan experimental en el cual vivimos, donde la gente muchas veces puede caer por ejemplo en la trampa de la pornografía sin siquiera estarlo buscando. Un día alguien ve un programa de Internet y le sale de momento una imagen pornográfica que alguien envió para tratar de atrapar gente desafortunada y esta persona no pudiendo resistirlo puede caer como tantos jóvenes hoy en día caen en la adicción de la pornografía.

Hoy en día la pornografía es una de las adicciones más terribles que están afectando nuestras sociedades y hay niños, hay hombres, hay mujeres y hay Pastores, terrible decirlo que están adictos a esta terrible adicción de la pornografía. Mucha gente noble, buena que ama a Dios y que sufren como consecuencia de esta adicción. Yo conozco Pastores que luchan con esta adicción y que sin embargo increíble como suene yo sé que es gente que ama al Señor y quizás algunos de los que están leyendo y escuchando este programa saben de lo que estoy hablando, ellos mismos están atados a esta terrible situación.

Hoy en día con la experimentación sexual hay personas que caen en relaciones adúlteras, en relaciones sexuales sostenidas fuera del matrimonio por el tipo de roce continuo que hay entre hombres y mujeres en los trabajos, en las escuelas, en las oficinas donde se han bajado un poco las normas que antes habían de separación entre hombre y mujer, la gente está más propensa a caer en relaciones adúlteras y relaciones ilícitas sexuales y quedan entonces atrapados y no saben cómo lidiar con todo esto y cada día se atrincheran más en el pecado.

Y las iglesias entonces reciben esta masa de gente con tantos diferentes problemas, tantas diferentes ataduras; abusados sexualmente desde niños, quizás gente cayó entonces en la adicción sexual de la homosexualidad o el lesbianismo y llegan después de décadas ya de practicar estas aberraciones a la Iglesia y ya su mente está penetrada por estas prácticas y no saben entonces cómo salir, y la restauración de esta gente se va a tomar mucho tiempo desgraciadamente.

Mi larga experiencia Pastoral y de consejero me demuestra que estas son cosas que se toman tiempo aún con la Obra del Espíritu Santo mis hermanos. Hay casos en que sí, que la gente es liberada instantáneamente pero yo les puedo decir con toda seguridad y la experiencia de muchos otros Pastores que yo conozco y de gente muy bien preparada que escriben libros sobre estos temas, me avala y me respalda en la convicción de que romper estas ataduras se toma tiempo.

Y requiere iglesias donde la gente se sienta libre para expresar estas cosas en un ambiente seguro, donde esta gente no sea condenada cuando se abre a confesar estas cosas, donde hayan Pastores con experiencia y conocimiento de la dinámica de la santificación y de la transformación de la mente, donde hayan hombres y mujeres en los bancos de la Iglesia que sean misericordiosos y pacientes y que se conozcan a sí mismos y que se vean a sí mismos primero y que sepan lo que ellos son y que admitan sus propias luchas en vez de estar condenando a otros por cosas que ellos mismos están practicando y de las cuales ellos mismos sufren.

Entonces para ser iglesias pastorales, iglesias que puedan lidiar con las complejidades de la vida en el siglo XXI tenemos que estar en tensión pidiéndole al Señor que nos dé ese balance entre el llamado de la santidad y el deseo de agradar a Dios en cada uno de nuestros actos y pensamientos pero también saber que estamos en esta carne, en esta piel humana, en esta biología animal, carnal, diabólica, terrenal como dice el apóstol Pablo que nos traiciona una y otra vez como dice el apóstol Pablo, ese cuerpo de muerte del cual habla el apóstol Pablo y cuando él habla de su propio aguijón del cual quisiera salir y le pide a Dios que lo libre de ese aguijón pero Dios le dice: «Bástate Mi Gracia.»

Entonces necesitamos iglesias de gracia, no iglesias de libertinaje sino iglesias de gracia, de amor y de misericordia y le puedo asegurar que esas iglesias de gracia combinadas con un compromiso de la santidad van a ser las iglesias que van a atraer muchas almas al conocimiento de Jesucristo y van a atraer muchas almas al redil y van a ser efectivos evangelísticamente. Dios le bendiga y continuaremos hablando de estos temas en nuestra próxima meditación.

Fuente:
Apóstol Roberto Miranda

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