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Ministros de una sola pieza

La integridad es una de las cualidades más importantes de cualquier ministerio. Los siervos de Dios enseñamos con nuestras vidas. Los niños aprenden de la observación continua de sus padres. Las iglesias aprenden de la observación continua de sus líderes.

No se trata solamente de lo que predicamos abiertamente desde el púlpito, aunque eso tiene una gran importancia. Después de predicar durante casi tres décadas, estoy convencido de que el sermón del domingo no es la intervención más importante que podemos hacer en la vida de nuestros feligreses.

Es en las intervenciones diarias, la observación de tu pueblo de cómo te desempeñas en el conflicto, en las crisis, en los fracasos, en los retos cotidianos del ministerio, donde verdaderamente marcas a las personas a las cuales sirves y ministras.

Integridad viene del vocablo latín “integer” que quiere decir, “entero”. Integridad quiere decir, estar hecho de una sola pieza. No hay doblez o compartimentos escondidos. Todo está a la luz. Se ha comentado mucho acerca del hecho que los soldados no se pudieron dividir la vestidura de Jesús. Tuvieron que jugársela toda. No se la podían repartir porque no tenía pedazos, sino que estaba hecha de una sola pieza. Y así tiene que ser el hijo de Dios, el siervo de Dios, la sierva de Dios.

Tenemos que ser de una sola pieza. Dentro de esa pieza va a haber inconsistencias inclusive en momentos. Pero lo que hace la persona íntegra es que cuando hay esas caídas, cuando se hacen evidentes los defectos, cuando hay esas inconsistencias inevitables, inmediatamente se vuelve a cerrar otra vez la pieza, porque viene la confesión, se da el reconocimiento de pecado, hay un humillarse ante los demás, dar cuentas y reconocer el error cometido. Y aunque haya una ruptura momentánea, se vuelve a cerrar la armadura, digamos, que cubre la vida de la sierva de Dios. Es muy importante que haya ese tipo de integridad, entereza, en lo que hacemos.

Un ministerio por más excelente que sea en finanzas, en predicación, en evangelismo, si no hay integridad tarde o temprano se viene abajo.

El diablo es muy observador y guarda cuentas muy largas para que se acumule mucho interés, y en el momento más ventajoso entonces destruye y arrasa con todo, porque sabe que hay una entrada en la vida del ministro que no ejerce ese elemento de integridad y transparencia.

Aun cuando no lo hagamos todo a la perfección, nuestro pueblo aprenderá de la manera en que admitimos nuestros errores, cuando pedimos perdón por una falta cometida, o cuando admitimos nuestra fragilidad o temores.

La gente necesita ver ministerios auténticos y transparentes. La gente es bendecida cuando ven a sus mentores espirituales rigiendo sus vidas por principios y no por ambición o mera dotación natural.

Eso es lo que imparte un sedimento de vida a las personas bajo nuestra cobertura, al vernos cada día tratando de hacer lo mejor posible dentro del ministerio, imitando a Jesús en una vida de integridad y consistencia.

Fuente:
predicas.org

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