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El nacimiento de Cristo abrió el camino para regresar al Padre

En medio de un panorama desalentador y oscuro en el orden económico, político y social, y el reclamo de la sociedad dominicana a un mejor estilo de vida, y una mayoria de personas permaneciendo en oscuridad espiritual con sus ojos puestos en lo que perece, nos montamos de nuevo en las alas del regocijo y la esperanza con el corazón en las manos y una humilde fe que cabalga creyendo que un futuro glorioso nos espera, a sabiendas de que todo es posible si puedes creer.

Se activa el comercio, y la perniciosa delincuencia continúa su agitado curso e insaciable, a sus anchas, se frota las manos en busca de seguir saciandos su deseo perverso de suplir sus necesidades a como de lugar, asaltando y golpeando a una población que en base a muchos sacrificios y arduas labores de trabajos lleva a sus mesas familiares el fruto digno del esfuerzo compartido, el pan de cada día.

Es evidente que ese sector de la población sumido en la peligrosa acción de cometer delitos, se encuentra en la urgente necesidad de aceptar el mensaje de salvación y amor, el perdón, la gracia y reconciliación que trajo Jesucristo a este mundo.

Ojalá que las autoridades correspondientes desarrollen un recorrido cuidadoso en favor de custodiar con esmero a un colectivo que quiere vivir en armonía, amistad y buena correspondencia, como debe ser.

Este período de tiempo conocido como Navidad, se origina con el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo {La ofrenda del Padre mediante la cual nos abrió el camino para regresar a su casa}.

El nacimiento de Jesús en Belén de Judea provocó en aquellas autoridades turbación, y eso tiene su explicación.

La narración bíblica relata que cuando el rey Herodes supo que unos magos de oriente que vinieron de oriente a Jerusalén preguntando -¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido?- porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle, se turbó, y toda Jerusalén con él. San Mateo 2: 1-3.

El mensaje de Dios incomoda el plan de la carne, para luego acomodar el propósito del Espíritu.

Es divino, superior, incontaminado, puro, sin mancha. Y además trae consigo su fruto, “Aquel pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció”. San Mateo 4: 16.

En Belén, y mientras el niño estaba acostado envuelto en pañales en un pesebre, ‘había pastores en la misma región que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño”.

A estos se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: no temáis; porque os doy nuevas de gran gozo para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!. San Lucas 2:8,9,10,11,13,14.

El nacimiento de Cristo en la humanidad dio paso a la reconciliación a las familias de la tierra, y, por supuesto, nuevas de Gran Gozo para la humanidad, con la proclamación de un Salvador.

Que cada familia se proponga la meta de abrazar la comunicación profunda del mensaje de Cristo en este espacio de tiempo que trascurre. Amén.

Fuente:
Pastor Antonio Regalado

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