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El Amor Ágape

vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.”  2 Pedro 1:5-7 

Al afecto fraternal, tenemos que añadirle amor.  Pero, cuál es la diferencia entre estos?  Afecto fraternal viene del término griego phileo, y amor viene del término ágape, que es un amor en otra dimensión.  La demostración de un creyente maduro es la demostración del amor, más allá del lugar o el grupo con el cual comparte ya un estilo de vida.  En la iglesia, estamos obligados a amarnos y mostrar afecto fraternal.  Pero es una mayor expresión de amor cuando tienes que trascender ese círculo con el que convives constantemente e ir más allá que tu grupo; eso requiere de ti un esfuerzo aún mayor.

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”  Juan 3:16-17

Esta es la expresión más grande del amor de Dios por nosotros; entregó lo mejor que Él tenía.  De tal manera nos ágape Dios, que dio lo mejor de sí para nosotros.  Cuando hablamos del amor ágape en la palabra griega, tiene unas implicaciones bien profundas:

  1. Este amor es producto de observar y contemplar la belleza del objeto de tu amor, de esa persona.  Ese amor ágape que todo lo puede, que todo lo soporta, que está dispuesto a hacer lo que sea, sale cuando tú eres capaz de observar y enfocarte en la belleza que hay en la otra persona.  Si Dios no hubiera visto algo bello en ti, no hubiera dado a su Hijo.  Porque lo feo en ti no produce amor para nadie.  Lo feo de tu vida no produce que alguien te ame, solo lo bello en ti produce amor de parte de Dios; por eso cuando Dios te ve, no te ve a ti, sino a Cristo en ti.  Al ver la mejor parte de tu vida, lo que tú puedes ser, lo que puedes representar, eso es lo que produce este amor ágape.  No podemos amar a alguien sin primero contemplar y ver la belleza.  Por eso es que tú tienes que aprender a mirar a los demás a través de los ojos de Dios, sabiendo que este amor es iniciado solo por Dios.  Tu carne nunca va a iniciar el amor ágape, jamás.  Este amor es uno tan profundo, que tiene que ser iniciado por Dios, no va a salir de tu carne, no depende de tus emociones, pero es un día donde tú ves lo más hermoso en alguien que otros te cuestionan por qué le soportas lo que le soportas, por qué le ayudas tanto si hoy está y mañana no, pero regresa cuando necesita y tú le recibes.  Y es que tú ves en esa persona lo que Dios ve.  Ves el potencial, le ves como Dios le ve, y eso inicia en ti ese amor ágape.  Y así es que debemos amar a todo el mundo.
  2. Este amor tiene que ver con la estimación y valorización a los demás.  Ves sus cualidades, sus bendiciones, y le das valorización por encima de cualquier problema o situación.
  3. Este amor sigue amando aunque la persona amada no corresponda o no sea capaz de corresponder.  Es tan intenso, tan profundo, que sigue amando, aunque no te correspondan, aunque no tengan la capacidad de hacerlo.  No es un amor que condiciona.  Es un amor que ve la estima; eso es lo que Dios ve en cada pecador; Dios sigue amándote, aunque tú no le respondas porque la estimación que Él tiene por ti, la vemos en lo que Él hizo, que fue enviar a su Hijo a morir por ti en la cruz del Calvario.  De tal manera te amó, te estimó, que dio lo mejor de Él.
  4. Este amor solo desea compasión, el bienestar de los demás.  Verdaderamente, el que ama con este amor, quiere que a los demás les vaya bien.  ¿Cómo sabes que has llegado al amor ágape?  Cuando no tan solo quieres que le vaya bien, sino que, si le va mejor que a ti, te alegras, te gozas.  Ese es el amor de Dios, el amor ágape.

El amor ágape te lleva a amar a los demás por encima de ti.  Cuando el otro prospera más que tú, tú te alegras porque no tienes envidia, porque no piensas que Dios te tiene que quitar a ti para darles a otros, sino que sabes que lo que Dios tiene para ti, nadie te lo puede quitar, y lo que Dios tiene para ellos, nadie se los puede quitar.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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