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Una promesa para todos

Hace tiempo alguien dijo que hay 7,474 promesas que podemos encontrar en las Sagradas Escrituras. Esa cifra realmente no se puede verificar, pero si podemos tener la certeza que son muchas las promesas que Dios nos da en este libro que llamamos la Biblia.

Pero la realidad es que muchas veces para nosotros es difícil ser fieles a las promesas que hacemos. A una joven se le partió el alma cuando su novio le dijo; «No nos vamos a casar, lo siento.» «Pero tú me prometiste.» dijo ella. Aquí vemos una promesa clásica que fue rota. Pero si podemos confiar que cuando Dios hace una promesa, Él nunca rompe Su promesa con nosotros, con Su pueblo y con todo el mundo.

En Génesis 12:1-3 vemos la promesa que Dios le dio a Abram y que fue algo que afectó a todas las naciones y después esa promesa abrió el camino para la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús para salvar al mundo entero.

«Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.»

Y por ser obediente Dios cumplió Su promesa en la vida de Abram y fue de bendición para toda la humanidad. Después Dios cambió su nombre y ahora es conocido como Padre Abraham.

«Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.» Génesis 17:5-7

La promesa de ese pacto fue cumplida a través de Cristo Jesús. Y la promesa de la salvación eterna no vino por la ley que fue establecida para el pueblo de Dios, Israel; sino que la salvación fue establecida por la fe que tenemos en Cristo Jesús. El apóstol Pablo cuando habló con la iglesia en Roma explicó claramente cuál era la promesa que Dios le dio a Abraham.

«Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.» Romanos 4:13-17

Vemos que la promesa de salvación eterna para todo el mundo sólo está basada en tener una fe en Cristo Jesús.

Cristo clamo de si mismo las siete «Yo soy» declaraciones que hablan de Su deidad para ser el Salvador del mundo.

— «Yo soy el pan de vida.» Juan 6:48

— «Yo soy la luz del mundo.» Juan 8:12

— «Yo soy la puerta.» Juan 10:7

— «Yo soy el buen pastor.» Juan 10:11

— «Yo soy la resurrección y la vida.» Juan 11:25

— «Yo soy el camino, la verdad y la vida.» Juan 14:6

— «Yo soy la vid verdadera.» Juan 15:1

Cristo Jesús es la promesa para todos pero hay que tener fe en Él.

«Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Éste es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.» Juan 1:15-17

Cristo vino para ser nuestro pacto perpetuo y Él es nuestra promesa final. Podemos confiar en esa promesa para siempre porque cuando ponemos nuestra fe en Cristo, esa fe nos da entrada al cielo.

Y también tenemos la gran certeza que Cristo volverá por los suyos en Su segunda venida, que es una promesa que cumplirá con todos los que pongan su fe en Él.

«Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.» 1 Tesalonicenses 4:16-18

¡Comparta las buenas nuevas de Cristo con alguien hoy!

Fuente:
Mike Gonzales

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