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Teoría de la Justicia

Se ha afirmado repetidamente que la justicia es el valor moral que caracteriza en forma especial el folklore socio-espiritual del Israel histórico, y el judaísmo bíblico. Las declaraciones bíblicas de la justicia proviene del hebreo TZEDEK, que es proclamada en (Dt. 16:20), la cual dice: La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.

La justicia, es el atributo primordial de la acción de Dios (Gn. 18:25 y Sal. 9:5), sus mandamientos a los hombres mediante los profetas de Israel y sobre todo del Señor Jesucristo y sus apóstoles, son esenciales para el objetivo de establecer la justicia en el mundo (Sal. 119:137-144). Los hombres cumplen con justicia si imitan las cualidades divinas de justicia (Dt. 13:5). La palabra de Dios es la gran fuente de justicia a través de los valores de ese atributo sagrado de Dios.

El proceso de establecer la justicia en el mundo, no es cosa fácil, por causa de la condición pecaminosa del hombre caído que actúa con injusticia, avaricia y maldad, porque es un títere de satanás; el padre de la mentira y la maldad, pero llegará el día que la justicia será establecida en el mundo, en el Reino mesiánico universal cuando Jesucristo mismo gobierne los pueblos. (Is. 11:3-5; Dt. 5:7). La ley de Moisés inicia con la justicia y termina con la justicia (Ex. 30:19). En la Biblia justicia se considera unida al concepto de misericordia o de gracia (Is. 45:19 y Sal. 103:17).

TZEDAKÁ: Llegó a significar caridad o actos de amor. La noción de justificar se expresa con los términos verdad, confianza e integridad; del hebreo clásico Emet, Emuná, y Yober respectivamente. Los valores de paz y de redención están asociados con la justicia, como sus componentes o productos (Sal. 15:1), de esto se desprende que el conjunto de valores éticos esta comprendido en el concepto de justicia.

La justicia bíblica es esencialmente sustantiva, es decir, lo que debe ser la vida humana. La justicia sustantiva depende de la adhesión a un valor definitivo, es decir, mesiánico. Pensadores modernos, tales como Hernán Cobey, consideran que la sociedad justa es la sociedad ideal de la libertad y la dignidad humana universal.

La opinión sustantiva de la justicia bíblica se preocupa por la completa realización de lo humano, y sobre todo de la vida social; de esa manera cubre todas las relaciones humanas y las instituciones sociales. El estado: la dicotomía común entre la responsabilidad individual y la colectiva, hecho que se ilustra comparando (Ex. 20:5 y Ez. 18), también es ilustrada (Dt. 24:16 y Lv. 19:16). En la Biblia Dios actúa a partir de los dos atributos de “justicia y misericordia” (Sal. 101:1).

El hombre esta obligado a imitar a Dios actuando con el principio de equidad y con misericordia (Miq. 6:8), y en la consumación final de la historia: justicia y misericordia se identifican. Están vinculadas a la justicia social, la ética, el respeto por la vida humana, respeto por la dignidad de la mujer, el trabajo, el amor al prójimo, el trato digno hacia los animales, etc.

JUSTICIA COMO LEY MORAL
En el antiguo Israel Dios ordenó a Moisés leyes morales, civiles y ceremoniales. Las morales son los diez mandamientos, que el pueblo de Israel se comprometió a cumplir ante Dios (Ex. 20:1-21). Las civiles comprendían la aplicación de justicia por jueces designados, llenos de la sabiduría de Dios para hacer conforme a lo ordenado por Dios en lo relacionado a situaciones de diversas naturalezas (Dt. 16:18). Por último, las leyes ceremoniales comprendían los rituales de carácter religioso que eran ministrados o servidos por la familia de Aarón de la tribu de Leví (Ex. 29:1-37) y libro de Levítico.

Los jueces impartían justicia en lo que respecta a los esclavos (Ex. 21:6), en los casos de violencia (Ex. 21:22), sobre control de los animales (Ex. 21:28-36), sobre acciones de ladrones (Ex. 22:8-9), en casos de homicidios sin intención (Dt. 19:1-13), homicidios no resueltos (Dt. 21:1-9), mujeres cautivas (Dt. 21:10-14), sobre los derechos de herencia de los primogénitos (Dt. 21:15-17), inmoralidad sexual (Dt. 22:13-30), leyes sobre el divorcio (Dt. 24:1-4), deberes matrimoniales del hermano sobreviviente (Dt. 25: 5-10), y leyes diversas (Dt. 21:22, 22:12, 23:15:25 y 24:5, 25:4), así como sobre la ley de testigos (Dt. 19:15-21), etc.

ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
En presencia de Jetro, Moisés se sentó a juzgar a Israel desde la mañana hasta la tarde. Cuando fue cuestionado por su suegro Moisés dijo: cuando tienen asuntos vienen a mi, y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaró las ordenanzas de Dios y sus leyes.

Jetro le dijo: enseña a ellos las ordenanzas y leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. Además escoge tu de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas de cincuenta y de diez.

Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que le dijo. Escogió Moisés varones de virtud… y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño (Ex. 18:13-26).

El consejo de Jetro es la voz de Dios para Moisés. La constitución de jueces en Israel después de la salida de Egipto, le dio respuestas a necesidades puntuales del pueblo. El consejo comprendió en llamar varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad que aborrezcan la avaricia. Cualidades que sirven de modelo para hombres y mujeres que ejercen las delicadas funciones de jueces en cualquier nación del mundo de hoy.

Dios dijo a Moisés: jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. La justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da. (Dt. 16:18-20).

Se establecerían tribunales locales en todas sus ciudades. Las sentencias de estos tribunales de primera instancia podían ser apeladas ante el alto tribunal radicado en el santuario principal, cuyo veredicto era definitivo (Dt. 17:10-11).

También dice: “No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo” (Ex. 22:28), significa que los representantes de la autoridad de Dios en el pueblo, debían ser tratados con respeto y honor. En cuanto a los jueces, ayer como hoy deben juzgar justamente, sin torcer el derecho, sin hacer acepción de personas ni tomar soborno, porque ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos. La demanda es hacer justicia verdadera para prolongar la vida en la tierra, evitar la maldición y recibir las bendiciones de Dios por generaciones.

EN LOS LIBROS HISTÓRICOS
Los jueces eran líderes guerreros que juzgaban a Israel durante los cuatro siglos que siguieron a la muerte de Josué, dice en Jueces 2:16; “y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban”. En cuanto a Débora dice: “Acostumbrada a sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; los hijos de Israel subían a ella a juicio” (Ju. 4:5). Y de Sansón dice: que juzgó a Israel veinte años (Ju. 16:31).

Dice de Samuel que juzgó a Israel todo el tiempo que vivió (1Sa. 7:15). Los Reyes también hacían las funciones de jueces porque el pueblo le dijo a Samuel: tú has envejecido constitúyenos ahora un Rey que nos juzgue (1Sa. 8:5). De David dice: que él reinó y juzgaba con justicia (1Cr. 18:14), y Salomón pidió corazón entendido para juzgar a Israel, para discernir entre lo bueno y lo malo (1Re. 3:9).

EN LOS SALMOS
Se dice de Dios que es juez justo (Sal. 7:11). Es el juez; a éste humilla y a aquél enaltece (Sal. 75:7). Engrandécete, oh juez de la tierra da el pago a los soberbios (Sal. 94:2).

EN LOS PROFÉTICOS
En el mesianismo tardío dice Isaías: restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán ciudad de justicia, ciudad fiel (Is. 1:26). En tanto, que Jeremías dice: él es el juez de toda carne (Je. 25:31), ruge el profeta Miqueas: para completar la maldad con sus manos, el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman. El mejor de ellos es como el espino; el más recto, como zarzal (Miq. 7:3-4). sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos nocturnos que no dejan hueso para la mañana. Jehová en medio de ella es justo, no hará iniquidad; de mañana sacara a luz juicio, nunca faltará; pero el perverso no conoce la vergüenza (Sof. 3:3 y 5).

JESÚS Y LA JUSTICIA DEL REINO

El Señor vino a traer un nuevo Reino cuyo fundamento es el amor, la justicia, misericordia y paz. Predicó y enseñó de la justicia del Reino de Dios. En San Mateo proclamó: Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt. 6:33). La justicia del Reino son las leyes, principios y valores que rigen en el Reino de Dios, o Reino de los cielos y que tienen preponderancia con relación a la justicia de los hombres.

Jesús, nos guía a un pedestal mucho mas alto que la justicia terrenal ejercida por hombres y mujeres que generalmente viven de espalda a Dios y viven sin su temor. A sus discípulos dijo el Señor: si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos (Mt. 5:20).

Aunque el propósito de Dios era que Jesús muriera de muerte de cruz por nuestros pecados (Hch. 2:23), los cuatro jueces que intervinieron en su juicio, dos del ámbito religioso, Caifás y Anás, y dos del ámbito político, Poncio Pilato y Herodes Antipas, dos lacayos de Roma, hicieron un papel vergonzoso y cobarde porque violaron el derecho judío y el romano en un juicio plagado de vicios, fallas e irregularidades. Ese circo de juicio es el estereotipo de la justicia de los hombres marcada por los intereses políticos, económicos, de posiciones de poder en la sociedad y de celos religiosos.

Todo deriva en que Jesús es el gran inocente de la historia, condenado por la manipulación de dos mafias, la religiosa y la política en procura de defender sus intereses. Ayer como hoy se condena al inocente y se declara inocente al culpable. Se vive el relativismo de la justicia en pleno siglo XXI. Es una vergüenza acuciante que glorifica la miseria humana.

En el caso del apóstol Pablo, por causa del evangelio tuvo que comparecer ante tribunales judíos y romanos. Presentó él mismo su defensa como abogado con el privilegio de la época, ser “ciudadano romano”. Compareció ante el sanedrín en Jerusalén (Hch. 22:30, 23:10). Ante Félix, el gobernador romano de Judea, en la ciudad de Cesárea. Fue acusado de sedición por un abogado lacayo del sanedrín (Hch. 23:23-25 y 24: 1-27). Este Félix, era un juez corrupto porque mantenía a Pablo preso esperando que el apóstol le diera dinero para soltarlo, por lo cual lo hacía venir muchas veces, y hablaba con él. (Hch. 24:25-26). Claro, que el apóstol Pablo no le dio ni la hora a ese juez corrupto.

En el capítulo 25 Pablo apeló a Cesar, ejerciendo su derecho como ciudadano romano, no obstante fue escuchado por el Rey Agripa I, nieto de Herodes, y Festo el gobernador romano que sustituyó a Félix. En Roma no se conocieron cargos contra Pablo porque no llegaron los acusadores ni los cargos contra él. El Señor usó la ciudadanía romana de Pablo para alejarlo de jueces injustos en la Judea de entonces (Hch. 28:17-21).

Fuente:
Pastor Luis Reyes

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