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La trampa del pecado

Continuamos con nuestra meditación sobre el llamado de Dios a iglesias pastorales, misericordiosas, restauradoras en una sociedad en flujo y en proceso y que necesita complejidad en la forma en que la tratamos.

Hemos hablado acerca del rey David, su terrible pecado y la manera matizada, misericordiosa paternal y justa con que Dios lo trató y decíamos que de esa misma manera nosotros tenemos que tratar a la gente que viene a nuestras iglesias. Y por eso es tan importante que siempre ustedes entiendan que cuando yo hablo del llamado a la gracia y a la misericordia no estoy hablando de libertinaje sino que estoy hablando de un balance.

Yo le pido al Señor que a través de estas meditaciones nuestros hermanos y hermanas, nuestros líderes espirituales, nuestros Pastores y Pastoras reciban este llamado y que le pidan al Espíritu Santo sabiduría sobre cómo expresar esa postura balanceada de Cristo Jesús y ser iglesias verdaderamente restauradoras que también van a ser iglesias evangelísticas, y que van a hacer posible que mucha gente herida y aprisionada en todo tipo de adicciones como lo es la homosexualidad por ejemplo puedan entrar a la Iglesia.

Imagínese una persona homosexual que quiere ser tocada por Dios, que quiere recibir sanidad y llega a nuestras iglesias. Si lo que reciben es condenación, miradas hostiles, sospechosas, indirectas de parte del Pastor o de la gente va a huir inmediatamente y va a abandonar, va a salir de la Iglesia como dice la Biblia doblemente hecho hijo del diablo porque no va a recibir la recepción generosa y amplia y paciente que este tipo de gente tiene que recibir para poder verdaderamente entrar en la jornada de la santificación y del trato de Dios.

Estas adicciones son terribles y tocan el corazón de la mente en una forma tan penetrante y llegan hasta a compenetrarse con su espíritu, sus emociones, sus recuerdos, sus actitudes, su forma de hablar, sus gestos y es difícil extraer estas cosas de su psicología aún con el trato del Espíritu Santo porque lo que pasa es que Dios obra con la gente en una forma orgánica respetando su libertad, respetando otras áreas de su vida y es como un cirujano que está tratando de sacar un tumor pero que ese tumor está cubierto por venas y arterias estratégicas que si se cortan van a producir un desangramiento total y la muerte del paciente.

Entonces el cirujano tiene que obrar alrededor de esas venas y usar un proceso muy cauteloso y muy sutil para extraer el tumor y dejar las demás cosas intactas. Y así pasa mucho más complejo sin embargo, con el trato de Dios en el proceso de la restauración de un creyente o de una persona que está atada por muchos pecados. Junto con las cosas malas hay muchas buenas y entonces Dios tiene que ir poco a poco en el proceso de la santificación renovando el entendimiento de esta persona hasta dejarlo sanado y eso se puede tomar toda una vida en el mejor de los casos.

Y es por eso que se requiere gente entendida que pueda trabajar con estos procesos hasta que se produzca el resultado que queremos. Vamos al Nuevo Testamento y veamos cómo Cristo brega con todas estas cosas, pensemos por ejemplo en la mujer adúltera que es atrapada como dice aquí: «Si alguno fuere sorprendido en alguna falta.»

Ahora de paso sorprendido quiere decir que nos puede sorprender nuestra propia pecaminosidad o una trampa del diablo o una tentación, o podemos ser sorprendidos en el acto de hacer algo y alguien nos descubre pero hay muchas maneras de ser sorprendidos. Hay gente que cae en el pecado no porque lo están buscando, no porque están tramando el pecado, no porque están pensando allí con una mente lúcida y maquinando cómo lo van a hacer sino porque en un momento dado caen en una situación y no saben cómo salir de ella y caen entonces en una trampa que dura toda una vida y después tienen que ser sacados como una oveja que cae en un abismo de su trampa mental o espiritual en la cual han caído.

Y así mucha gente a veces son sorprendidos en estas cosas y hay que tratar de ayudarlos en alguna manera. Y el Señor Jesucristo ve esta mujer que ha sido sorprendida en su pecado por un grupo de hombres farisáicos y que quieren que Él les de licencia para apedrearla y que quieren atentarlo a Él también y ponerlo en una situación difícil como a veces hay tanta gente que quiere poner a los Pastores: ah mire fulanito está haciendo esto y esto y esto ¿y qué va a hacer usted Pastor?

Y entonces comienzan a predicar al pobre Pastor que está tratando de salvar esa alma y salvar su matrimonio, salvar a sus hijos y que no se vayan al mundo o que esta persona no salga de la Iglesia y que entonces el diablo no haga lo que quiera con ellos, está tratando este pobre Pastor de ser sensitivo; y aquí está gente que no entiende esa complejidad haciéndole la vida más difícil a esta persona que quiere cumplir la Voluntad de Dios.

Y estos hombres querían atrapar a Jesús, querían ver qué hacía Él. Entonces el Señor inspirado por el Espíritu Santo sabemos la historia, se pone a escribir allí, dicen algunos comentaristas de la Escritura que quizá Él estaba escribiendo: adulterio, malos pensamientos, rencor, chisme y que al ellos ver esos pecados se sentían ellos también señalados por sus propios pecados.

Dice la Biblia que uno a uno se fue escurriendo porque sabían lo que había dentro de ellos y finalmente se quedaron Jesús y ella solos. Y el Señor le dice: mujer, le pregunta: ¿dónde están los que te acusaban? le dice: se han ido todos y el Señor le dice: ¿sabes qué? Yo tampoco te condeno.

Ahora uno podría quedarse allí ¿verdad? y ahí está la parte de la misericordia, el amor, la paciencia y la bondad del Señor «Yo tampoco te condeno.» Quién sabe cómo, por qué esta mujer cayó en ese pecado, cómo cayó en el pecado, qué cosas la trajeron a esta situación. Y el Señor en Su misericordia dice: ¿Sabes qué? no te voy a condenar es decir no te voy a consignar a la indiferencia de Dios y a una vida totalmente apartada de Dios pero recordemos el resto de la Palabra.

El Señor dice: «Vete y no peques más» ahí está el llamado a la santidad ¿no? Así como le dijo al otro creo que fue al paralítico le dijo: Tus pecados te son perdonados y a otro le dijo: Vete y no peques más para que no te suceda algo peor todavía, porque el pecado siempre está acompañado por consecuencias como hemos visto antes ¿no?

Entonces el Señor no solamente no la condenó pero también le dijo: Ahora vive una vida santa, una vida recta, no vuelvas a cometer el mismo pecado, es decir que el Señor no soltó una cosa para agarrar a la otra sino que las mantuvo a las dos en balance y es lo que nosotros tenemos que hacer con las personas que son sorprendidas como nosotros también quizás un día pudiéramos serlo o lo hemos sido en algún tipo de falta o pecado. Gente de restauración, gente de misericordia y gente de santidad.

Fuente:
predicas.org

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