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La biblia comunica la verdad de Dios hoy

«En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti. (Salmo 119:11).»

Mis padres solían decir que «los años no pasan en vano.» Y, es muy cierto que parece ser que los años vienen más y mas rápidos. Pero también con los años de vida viene la experiencia y una nueva perspectiva histórica del cristianismo.

Por ejemplo, en los cuarenta años que tengo de ser cristiano he visto, en muchas ocasiones, la erosión gradual, pero constante, de una interpretación sólida y bíblica de la Palabra de Dios. Esto no es nada nuevo. Líderes cristianos a través de los años desde el concilio en Jerusalén (Hechos 15) al concilio de Nicea en el año 325 a la Reformación protestante en octubre 31, 1517 al Resurgimiento conservador de los Bautistas del Sur de 1979 han luchado por la correcta interpretación de la Palabra de Dios.

Habiendo resaltado algunos de los puntos importantes históricos quiero enfocar este artículo mas a la práctica. En este artículo trato de presentar como el pecado rompe esta relación con Jesús y reto al cristiano a ser responsable en todos los aspectos de su vida.

Estamos viviendo en momentos interesantes y difíciles en los Estados Unidos. Aunque la situación económica del país es seria y está afectando a millones de personas, sus efectos tienen aspecto global. Pero no podemos perder de vista que éstos sólo son síntomas de un problema más radical. La astuta serpiente plantó la semilla de la duda en la mujer diciéndole «Ciertamente no moriréis. Es que Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal. (Génesis 3:4-5).»

La autosuficiencia del hombre se ha desboronado a través de los siglos. En el día presente la acción del pueblo postmoderno nos dice que la verdad absoluta no existe. Cada uno determina lo que es verdad de acuerdo con sus circunstancias en la vida. Recientemente leí un artículo en el cual Richard Roty, profesor de humanidades de la Universidad de Virginia, declara que la verdad no puede trascender la cultura. Esto implica que son las personas de esa cultura las que determinan la «verdad.» Trágicamente vemos rasgos de esta filosofía penetrando las iglesias. Conozco iglesias donde se predica un «evangelio de la prosperidad,» otros que con mucho ímpetu proclaman un evangelio de liberación, otros que detrás de la máscara de la relevancia aprueban la veracidad del estilo de vida homosexual, y otros que ponen un énfasis desequilibrado en un evangelio social que arrincona el evangelio de salvación. El razonamiento del hombre ha suplantado la verdad de Dios: ahí encontramos el problema radical que nos afecta hoy. Este serio problema impactó tres áreas importantes de nuestras vidas.

Primero, afectó la base de nuestro conocimiento. Dios le dijo a Adán y Eva que si comían del árbol del conocimiento del bien y del mal morirían (Gén. 2:17) pero la serpiente dijo «no moriréis (Gén.3:4).» Eva experimentó para ver si Dios hablaba la verdad. Jesús, orando por sus discípulos, le decía a Su padre, «tu palabra es verdad (Juan 17:17).» Él les declaró a los discípulos que él era el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6).» Cuando la serpiente pone dudas en nuestras mentes, como lo hizo con la primera pareja, deben de sonar la alarma en nosotros.

Segundo, afectó la base de la conducta moral. Dios les comunicó que el no comer de ese árbol era lo moralmente correcto (Gén. 2:17). Sin embargo, fue la serpiente la que hizo la sugerencia de no sólo comer sino de los beneficios de comer del árbol. Dijo ella, «seréis como Dios (Gén. 3:5).» Eva evaluó entre dos opciones ante ella. Una la instrucción de Dios. La otra fue el «ver que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría (Gén. 3:6).»

Tercero, afectó la manera que respondemos a la pregunta ¿quién soy yo? Dios responde a esta pregunta diciéndoles que ellos eran creados por Él y por lo tanto dependientes y siempre subordinados a Él. Eva y después Adán se entregaron a la tentación de «ser como Dios» y por tal querer tomar el lugar de Dios.

El pueblo que toma estas decisiones ha puesto a Dios a un lado. Salomón lo explica de esta manera, «Hay un camino que al hombre le parece derecho, pero que al final es camino de muerte (Proverbios 14:12).» Hemos perdido todo sentido de responsabilidad. Las agencias de préstamo han autorizado hipotecas a personas que no los pueden pagar, el egoísmo de las personas los lleva a comprar cosas a crédito sin saber cómo van a pagar, y el gobierno gasta dinero que no tiene adeudando las vidas de futuras generaciones. Esta irresponsabilidad es una violación de lo que Dios nos ha enseñado que, «el que toma prestado es siervo del que presta (Prov. 22:7).» No podemos vivir nuestras vidas llenas de deudas.

Éstas son algunas sugerencias de cómo nosotros podemos ayudar a tener una influencia positiva en nuestro hogar, nuestra comunidad y la nación: 1. La educación cristiana comienza en el hogar y no en la iglesia. Es nuestra responsabilidad enseñar las joyas de la Palabra de Dios a los hijos: 2. La Palabra de Dios tiene que ser central en tu vida; 3. No hagas diferencia entre lo secular y lo espiritual. Las enseñanzas bíblicas deben de permear cada parte de nuestras vidas. Tu vida cristiana debe de impactar el mundo secular; 4. Sé responsable y no compres más de lo que puedes pagar. No te endeudes; 5. Haz un compromiso hoy de pagar todas tus deudas.

Lo único que puede transformar nuestra comunidad es algo que estimule nuestra relación con Dios. Esa relación quebrantada es la raíz de los problemas que tenemos hoy. Aceptar a Cristo como nuestro único Salvador es el mejor comienzo. Vivir una vida donde tus acciones son consistentes con tus palabras produce un impacto positivo. No te rindas y te comprometas a comprar algo que no puedes pagar sólo porque su apariencia es buena, apacible y codiciable.

Recuerda que la «palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12).» Dios quiere usarte a ti ahí donde te encuentras. No seas captivo al desánimo. Proclama la Palabra de Dios. Enseña la sana doctrina de Dios. Dios te quiere usar para transformar vidas. ¿Qué esperas?

Fuente:
Pastor Gustavo V. Suárez

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