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El Señor es la fuerza de su Pueblo

El Reino de Dios no es estático. Precisa de la toma de decisiones diarias para fortalecerse en sí mismo, para defenderse del enemigo, para llevar a término feliz los planes que Dios va sembrando en nuestros corazones. Muchas veces nos sentimos agobiados con el cúmulo de tareas que tenemos por delante. Las agendas apretadas se convierten en ocasiones en cargas imposibles de sostener por nuestra cuenta y en el afán de cumplir con toda tarea, descuidamos lo principal, que es nuestra intimidad con el Señor, nuestra dependencia de Él, nuestra rendición a su voluntad. Nehemías supo establecer prioridades.

La obra de reconstrucción de la muralla de Jerusalén había concluido en 52 días tras arduo trabajo del pueblo y una persistente oposición de los enemigos de Dios. ¿Y ahora cómo continuar? El gobernador Nehemías tenía aún una alta responsabilidad y debía poner en orden sus obligaciones y cuidar lo que Dios le había permitido lograr. Las prioridades de Nehemías fueron: delegar en hombres piadosos y temerosos de Dios la gobernación, preservar a la ciudad de los ataques del enemigo externo a través de un sistema de defensa, hacer un censo donde se registraran las genealogías y el linaje de los deportados, seleccionar de entre los miles de sacerdotes a aquellos que verdaderamente estuvieran aptos espiritualmente para ministrar en el templo y por último establecer y registrar las ofrendas para continuar edificando la obra de Dios.

Es una hermosa lección para nosotros, los cristianos de hoy. El Señor pelea nuestras batallas, reedifica nuestras ruinas espirituales, levanta los muros de la fe y la confianza en el poder divinos y al final, nos descuidamos. Dejamos abiertas las brechas por donde se nos cuela el enemigo. Dios es bueno y Él nos ha provisto de todo un sistema espiritual de defensa para levantarnos: la oración, la lectura y meditación de su Palabra, su iglesia, a hermanas y hermanos piadosos y temerosos de Dios que nos acompañan en la carrera, en fin, todo un arsenal espiritual de primerísimo orden.

El SEÑOR es la fuerza de su pueblo, Y El es defensa salvadora de Su ungido.
Salmos 28:8

¿Cuántas veces descuidamos la oración y el estar a solas en intimidad con nuestro Señor? ¿Cuántas veces podemos decir como Nehemías “Mi Dios puso en mi corazón…”? (Neh 7.5) como resultado de una rendición absoluta a su voluntad para escuchar su voz en todo instante? ¿Toleramos y pasamos por alto las faltas de aquellos hermanos que no están aptos espiritualmente para ministrar al pueblo de Dios? Dios le ordenó a Moisés: “Además, escogerás de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres veraces que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. (Ex 18.21).

Nuestra prioridad es Cristo. Afianzar y edificar en su nombre los valores del Reino de Dios contra los valores de la impiedad y del desenfreno de las fuerzas del mal. El mundo está en ruinas pero nosotros somos herederos de las promesas celestiales. Busquémosle a Él y Él establecerá en nuestros corazones las prioridades. Dichoso el hombre y la mujer que pueda decir como Nehemías “Mi Dios puso en mi corazón…” Puedes estar seguro que si estás en perfecta comunicación con tu Señor, lo que Él pone en tu corazón es lo primero que debes hacer.

¡Dios te bendiga!

Lectura sugerida: Nehemías 7

Fuente:
Faustino de Jesús Zamora Vargas

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