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El Papel Transformador del Espíritu Santo en la Sanidad del Corazón

Algunos cristianos creen que los físicamente sanos ya no necesitan tratamiento médico. Esto sucede porque no entienden las heridas dejadas en sus corazones. Y cuya restauración es también parte de la obra del Señor.

Si todavía quedan heridas sin cicatrizar, es porque no han aceptado la obra perfecta de Jesucristo. Esta obra incluye: Salvación, liberación, sanidad interior y sanidad física.

“por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” nos dice el Señor en Lucas 4:18.

En este proceso que lleva a cabo el Señor, una persona es liberada y sanada de heridas y de traumas del pasado producidas por otras personas, o por cosas que le sucedieron, y que le impiden disfrutar la vida en Cristo, generando una transformación y una renovación del alma, la voluntad, las emociones, y la mente, por medio de la palabra de Dios y del Espíritu Santo; entendiendo que no se trata simplemente de recordar todo nuestro pasado o pecados, sino que se trata de confesar y ser sanado de esas heridas pasadas.

JESÚS SUFRIÓ NO SÓLO PARA DARNOS LA SALVACIÓN SINO TAMBIÉN DARNOS SANIDAD DE CORAZÓN
Jesús sufrió no sólo para darnos la salvación eterna, sino para darnos sanidad aquí en la tierra, pues “llevó nuestras enfermedades… sufrió nuestros dolores… por su llaga fuimos nosotros curados…”, además, la frase: “Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón”.

Habla de un trabajo en el interior del hombre, pero en corazones quebrantados, rendidos a Su señorío, como cuando nos habla de libertar a los cautivos y oprimidos, no habla de cárceles físicas sino espirituales, a aquellos que “clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones.

Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina” Salmos 107:19-20, “porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” Hebreos 4:12-13.

SANIDAD DE CORAZÓN – MUCHO MÁS QUE EL PERDÓN DE PECADOS
La obra de la cruz va mucho más que el perdón de pecados pues allí Jesús hace el pago del hombre integral, cuerpo, alma, y espíritu, por lo que si hay cristianos que aún no caminan en perfecta libertad, porque no han aceptado la obra perfecta del Señor:

“que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17.

Siempre hablo del error que cometen aquellos que creen que una vez que reciben a Cristo, se le terminaron los problemas y que todo es hecho nuevo, y el problema es que todo fue hecho nuevo en el espíritu, pero el alma y el cuerpo siguen siendo los mismos; o es que después que recibió a Jesús no ha tenido los mismos malos pensamientos que antes, o no se ha enojado airadamente, o no ha pecado contra Dios.

Pero el Espíritu Santo comienza a sanar las heridas del pasado en la medida que se alimente de la palabra de Dios, diferenciando entre los pecados del pasado y los pecados después de conocer a Cristo para una obtener una sanidad interior efectiva, y aunque la sangre de Cristo es efectiva y poderosa para limpiar los pecados que cometemos cada día, la sanidad del corazón es para sanar las heridas del pasado, ya que el presente tenemos que vivirlo sin pecado pues sin santidad nadie verá al Señor.

DIOS RESTAURA Y NOS ENTREGA LA SANIDAD DE CORAZÓN
Cuando Dios restaura a algo, sea una familia, un matrimonio, o una persona, lo que restaura siempre se mejora, crece, se multiplica, es decir, no lo arregla, no lo emparcha, sino que lo hace nuevo para que volvamos a ser útil en el cuerpo de Cristo; cuando llegamos al Señor venimos llenos de barro, pero si nos arrepentimos, somos perdonados y comenzamos una vida nueva.

Y después viene el perfeccionamiento, que no es hecho por la fuerza humana sino por gracia de Dios, ya que:

“el que comenzó en ustedes la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6

Jesús va a perfeccionar esto que inició en nosotros el día que llegamos a Él aunque eso va a llevar un tiempo, es Su tiempo, el tiempo del Señor, y es donde vamos renunciando a todas las cosas que no le agradan al Señor, es un proceso que se inicia con el nuevo nacimiento y termina cuando estamos junto al Señor en la eternidad.

YO QUIERO AGRADAR A DIOS
Decimos: Yo quiero agradar a Dios, quiero tener una vida nueva con mi familia, pero sigo enojándome, sigo sintiendo ira, digo palabras que después lamento, quiero renunciar a esta clase de actitudes y cambiar, pero no pasa nada.

Quiero renunciar a las conductas que no puedo controlar como la agresión, los malos pensamientos, el estancamiento espiritual, el autoritarismo, la amargura, las respuestas agresivas y le preguntó: ¿Señor, qué pasa conmigo?, a lo que el salmista decía:

“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoree de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío” Salmos 19:12-14.

SOLO EL ESPÍRITU SANTO PUEDE ALUMBRAR
Solo el Espíritu Santo puede alumbrar el lugar donde están guardadas las cosas feas, las que quedaron ocultas, las que están tapadas, ya que a nuestro interior hay que bajar con la luz del Espíritu Santo para ver en la parte más oscura, en la más oculta, y ver qué es lo que nos hace actuar como nosotros no queremos.

Hay cristianos que no están en pecado, que son obedientes a Dios y se sienten mal pues pasan tiempos de angustia, o tienen temores, ansiedad, problemas en su familia, problemas en los trabajos, problemas de relación en la Iglesia, “porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” Romanos 7:15. Muchos no entienden que hay sufrimientos y heridas que no toca la conversión, y de los que no han sido sanados.

PERMITIR QUE EL ESPÍRITU SANTO OBRE EN LA SANIDAD DE CORAZÓN
Solo el Espíritu Santo es capaz de revelar esta situación si se le permite llegar al interior, a los recuerdos, a las emociones, ya que si las heridas del alma no reciben tratamiento se infectan y provocan más dolor.

Luego enferman el espíritu, contaminan el cuerpo, y contagian a otros, por esto es que hay que estar dispuesto y dejar que Dios remueva lo que infecta nuestra vida, ya que las heridas del corazón no hay que taparlas sino que deben ser sanadas definitivamente.

Cuando una persona puede recordar en paz cualquier cosa que le haya pasado en su vida, aún lo desagradable, es porque ha recibido sanidad, porque ha podido perdonar y puede vivir en paz.

Debemos permitir que obre el Espíritu Santo para que podamos asumir nuestra vida. Que podamos dar testimonio de que hemos sido de determinada manera. Testificar que nos han pasado cosas, que hemos tenido una familia, y que hemos conocido al Señor.

Eso nos permite tener paz en nuestra vida y ser útil al cuerpo de Cristo. Esta es la sanidad del Espíritu Santo, no la de aquellos que hacen una oración y te sanaron las heridas de toda la vida. Recuerda que el Espíritu Santo dice que nos perfeccionará, donde Su sanidad va a actuar gradualmente, pues es un proceso en el cual hay que esperar y dejar que el Señor haga su obra.

La acción sobrenatural del Espíritu Santo es la que hará la voluntad de Dios para con su pueblo. El Espíritu Santo nos brinda sanidad de corazón, sanidad física, libertad para aquellos que están en cárceles espirituales, consolación, gozo, reedificación, restauración.

Hoy le hemos dado libertad al ministerio del Espíritu Santo y esto es lo que quiere traer a su pueblo. Dios quiere trabajar en lo profundo de tu corazón, darte libertad, sanidad, restauración y orden a tu corazón.

Pero para que eso resulte el Señor quiere un acercamiento sincero, genuino, humilde. Un acercamiento donde reconozcamos nuestra condición y necesidad. El Espíritu Santo quiere ayudarte, así que permitamos a Dios hacer Su obra en nosotros.

 

Fuente:
Reinier Gonzalo Prado

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