En un mundo donde las notificaciones, llamadas y mensajes parecen no tener fin, es fácil perderse en el ruido de lo inmediato y olvidar lo eterno. Por eso, hay momentos en los que es necesario hacer una pausa, apagar el celular y encender el espíritu, permitiendo que el silencio nos conecte con la voz de Dios.
Apagar el celular no es solo desconectarse del mundo, sino conectarse más profundamente con el cielo. Es una decisión intencional de dejar de lado las distracciones y entrar en comunión con Aquel que siempre está dispuesto a hablarnos, si tan solo nos detenemos a escuchar.
Jesús mismo buscaba lugares solitarios para orar y estar en comunión con el Padre. En Marcos 1-35 leemos: «Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar.» Si el mismo Hijo de Dios necesitó tiempos de silencio y soledad, ¡cuánto más nosotros!
Cuando apagamos el ruido del mundo, damos espacio para que Dios encienda nuestro espíritu, renueve nuestras fuerzas y hable a lo más profundo de nuestro ser. Es en ese silencio donde encontramos dirección, paz y fortaleza para enfrentar los desafíos diarios.
Por eso, es sabio apartar un tiempo cada semana para desconectar del mundo y conectar con Dios. Apagar el celular hasta el lunes, como una práctica espiritual, es una forma de decir: «Señor, mi tiempo es tuyo, mi corazón está disponible para Ti.»
En ese espacio de quietud, el Espíritu Santo puede ministrarnos, enseñarnos y revelarnos lo que necesitamos saber. Es un tiempo para leer la Palabra, orar sin apuros y dejar que el alma descanse en la presencia de Dios.
Que cada uno de nosotros pueda valorar más esos momentos de silencio, sabiendo que en ellos el Señor renueva, habla y fortalece. Porque cuando apagamos el celular, encendemos lo que verdaderamente importa: nuestra relación con Dios.
«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» (Salmo 46:10).
Haz la prueba. Apaga tu celular, y enciende tu espíritu. Verás cómo tu vida espiritual florecerá en esa intimidad con el Creador.
