Articulos

¿A quién iré?

Dios permite que experimentemos lo que es el rechazo para así probar nuestra fidelidad; por ejemplo, cuando experimentamos el rechazo somos movidos a tomar la decisión de continuar buscando más del Señor o sencillamente retroceder y abandonar nuestra búsqueda de Su presencia. Un ejemplo bíblico a este respecto lo leemos en Mt 15:23-27 LBLA, en donde los discípulos le dicen al Señor que despida a una mujer que les seguía por el camino y a gritos pedía se le hiciera misericordia. El Señor le respondió diciendo que había sido enviado a las ovejas pérdidas de la casa de Israel, pero esa mujer se acercó al Señor y, postrándose, le imploró ayuda. Jesús le dijo que no estaba bien tomar el pan de los hijos y dárselo a los perrillos, sin embargo, ella responde que los perrillos también comían de las migajas que caían de la mesa de sus amos; por lo que el Señor se conmueve a causa de su gran fe y le otorga lo que ella pedía. La actitud de esta mujer ante el rechazo, fue permanecer firme en su posición y continuar clamando misericordia hasta alcanzarla, por tanto, su fe y determinación la llevaron a experimentar la gloria del Señor. Esta misma actitud es la que Dios espera de cada uno de nosotros; Él quiere que seamos definidos y continuemos avanzando hacia la meta sin importar el rechazo que podamos experimentar en el proceso. Si somos fieles en lo poco, Él nos levantará y nos pondrá en lo mucho. Dios nos da poco, algunas veces, para que nos preparemos para recibir lo mucho; pero si nos sentimos amargados, rechazados y acomplejados no recibiremos lo que Dios tiene para nosotros.

Interesantemente, vemos en las Escrituras que cuando el Señor Jesucristo llama a Sus discípulos y les dice que el que coma Su carne y beba Su sangre tendrá vida eterna y Él los resucitará en el día postrero; muchos de ellos rechazaron tal revelación y dejaron de seguirle. Sin embargo, también vemos como otros tantos fueron definidos y asimilaron la revelación; razón por la cual Pedro responde a la pregunta del Señor diciendo: ¿a quién iremos? Si solo tú tienes palabras de vida eterna, según leemos en Jn 6:54-68 LBLA. La falta de gratitud y la insatisfacción pueden conducir a una persona a rechazar las bondades del Señor; por ejemplo, en Lc 17:11-19 LBLA vemos que el Señor, mientras iba camino a Jerusalén, al pasar entre Samaria y Galilea, le salieron al encuentro diez leprosos que clamaban misericordia. Él le dijo que fueran y se mostraran a los sacerdotes y mientras iban de camino quedaron limpios de la lepra; sin embargo, solo uno de ellos se volvió glorificando a Dios en alta voz; y éste era samaritano. Los restantes nueve continuaron su camino hacia los sacerdotes, quienes representan un sistema religioso. Esto nos enseña que mucho pueblo ha escogido el permanecer o refugiarse dentro de un sistema religioso, creado por el hombre, aunque conozcan que la presencia del Señor no está en ese lugar. Ellos están rechazando al Dios verdadero por ir tras doctrinas erradas. Una de las características del sistema religioso es que ellos nunca van a querer redimir a un culpable, por tanto, las personas terminan escudándose detrás de una máscara y viviendo una doble vida. Un ejemplo a este respecto lo vemos en Judas, quien luego de haber entregado al Señor, sintió remordimiento y fue a devolver las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, mas ellos no lo redimieron, por tanto, él se marchó y se ahorcó, conforme leemos en Mt 27:3-5 LBLA. Debemos entender que si en algún momento hemos fallado o pecado contra Dios, lo que nos corresponde hacer es ir ante Su trono de misericordia y con un corazón contrito y humillado suplicar por Su favor; pues bueno es Dios para perdonarnos si en nosotros existe un arrepentimiento genuino.

En el Evangelio de Juan se hace mención de dos estanques; uno se llamaba Siloé (Jn 9:7) y el otro se llamaba Betesda. En Jn 5:2 LBLA se describe que el estanque de Betesda se encontraba en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas; y que el mismo tenía cinco pórticos. Ahora bien, existen buenos motivos para creer que esta estructura estaba dedicada al dios greco-romano de la salud y el bienestar, el cual se le conoce como Esculapios. Según la mitología, este dios pagano tenía dos hijas, de las cuales provienen la palabra higiene y panacea, refiriéndose a la salud. Este estanque era un culto a la serpiente pues ellos decían que la serpiente tenía poderes para resucitar a la gente, sin embargo, los mismos le fueron limitados porque el que tenía el hades se quejó porque no le enviaban muertos. El símbolo utilizado en la medicina surge a raíz de esta creencia mitológica. La Biblia nos revela que junto al estanque de Betesda se reunía una gran multitud para esperar que un ángel bajara y moviera las aguas, pues cuando esto sucedía, aquel que entrase a las aguas en primer lugar sería sano. Pero nótese que no dice que fuera un ángel del Señor el que descendía. El Señor Jesús se presenta a este lugar para demostrar que era Él quien realmente tenía el poder para sanar y no así ningún ángel o los brujos a los que el pueblo solía buscar cuando se enfermaban. Lamentablemente, mucha gente prefiere buscar lo esotérico y rechazar al Señor, quien es nuestro sanador; sin embargo, nosotros que hemos experimentado el amor de Dios, le continuaremos siguiendo en todo momento, pues le hemos conocido y sabemos que Sus planes son de bien para nosotros. Debemos rechazar todo tipo de sistema religioso con el cual el enemigo nos ha querido engañar para desviarnos de los planes divinos del Señor; y ser definidos y constantes en nuestra búsqueda del Señor.

Fuente:
Apóstol Sergio Enríquez O. Guatemala,

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba