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Solo a Dios la gloria

La frase – solo a Dios la gloria – se escucha comúnmente entre los hijos de Dios. Es una frase fácil de recodar, difícil de entender y prácticamente imposible de vivir de manera consistente dada nuestra naturaleza pecadora.

“Porque de El, por El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria para siempre. Amén.” Romanos 11:36

La frase “solo a Dios la gloria” se escucha comúnmente entre los hijos de Dios. Es una frase fácil de recodar, difícil de entender y prácticamente imposible de vivir de manera consistente dada nuestra naturaleza pecadora.

Es una frase fácil de recordar porque es corta y sencilla de pronunciar. Pero al mismo tiempo es una frase difícil de entender porque muchas veces no comprendemos lo que signifi ca o implica la gloria de Dios; y, si no comprendemos lo que Su gloria es, mucho menos entenderemos lo que implica darle a Él la gloria.

Finalmente, es una frase imposible de vivir todo el tiempo porque la criatura es egocéntrica por naturaleza. Esta frase “solo a Dios la gloria” tiene dos connotaciones distintas en cuanto al hombre y la salvación. Veamos cada una por separado: En cuanto a la redención del hombre, esta frase indica que, en la salvación, solo Dios recibe la gloria porque solo Él es el autor de esta.

Nosotros no cooperamos (sinergismo) para obtener nuestra salvación, sino que ella es resultado de la obra de un Dios soberano exclusivamente (monergismo).

La salvación es del Señor dice Jonás 2:9. Y lo es de principio a fin: Dios llama, Dios regenera, Dios santifica, Dios preserva y Dios glorifica como lo describe Romanos 8:28-30:

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó.

La frase soli Deo gloria es la última de las ya conocidas “cinco solas” de la Reforma:

         Sola Escritura.
  • Sola fide o por fe solamente.
  • Sola gratia o por gracia solamente.
  • Solus Christus o en Cristo solamente.
  • Soli Deo gloria o solo a Dios la gloria.

Si analizamos detenidamente “solo a Dios la gloria”, veremos que encierra las otras “cuatro solas” anteriores. Así lo expresa Michael Horton:

Predicar las Escrituras es predicar a Cristo; predicar a Cristo es predicar la cruz; predicar la cruz es predicar la gracia; predicar la gracia es predicar la justificación [por fe solamente] y predicar la justificación es atribuir toda la salvación a la gloria de Dios y responder a esas buenas nuevas en obediencia agradecida a través de nuestra vocación en el mundo.

Notemos cómo Horton concluye diciendo que entender esto que acabamos de leer debe llevarnos a dos reacciones:

– “atribuir toda la salvación a la gloria de Dios”
– “responder … en obediencia agradecida a través de nuestra vocación en el mundo”

Esto último involucra a aquellos creyentes que no son pastores, pero que tienen una vocación en el mundo, una profesión secular. Esa vocación debe ser ejercida para la gloria de Dios solamente

La segunda connotación de la frase “solo a Dios la gloria” tiene que ver con que nosotros fuimos creados para la gloria de Dios solamente. Creyentes y no creyentes y el resto del universo fueron creados con la intención expresa de glorificar a nuestro Dios. El texto de Isaías 43:7 afirma ese principio: “a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho”.

Expresado de otra manera, la razón de tu existencia, la razón de tu trabajo, la razón de tu matrimonio, la razón de nuestra diversión debería ser primeramente para la gloria de Dios. El apóstol Pablo nos recuerda esta verdad de una forma aún más clara: “Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Las cosas más cotidianas, como el comer y el beber, deberían ser hechas para la gloria de Dios solamente.

Fuimos creados para constituirnos en “espejos humanos” que reflejen la gloria de Dios por toda la tierra y eventualmente por todo el universo.

Hoy en día no se oye hablar mucho en los púlpitos acerca de la gloria de Dios. Y la razón es clara. David Wells, en su libro God in the Wasteland, señala que la gloria de Dios ha partido de la mente y del corazón de muchos creyentes. Wells habla del “weigthlessness of God” que traducido sería la falta de peso en el Dios de nuestros días.

La salvación es de, por y para Dios solamente En el pasaje de Romanos 11:36 que citamos más arriba aparecen tres preposiciones que nos ayudan a entender por qué la gloria es de Dios solamente: “de”, “por” y “para”.

Todo es de Él. Él es el propietario de todas las cosas. David reconoció esa gran verdad: “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan” (Salmos 24:1).

Todo es por Él. Todo ha sido hecho por Él y todo es sustentado por Él (Juan 1:3; Heb. 1:3 y Col. 1:17).

Todo es para Él. “todo ha sido creado por medio de El y para El” (Col. 1:16).

La gloria de Dios “definida” Definir adecuadamente la gloria de Dios es casi imposible porque nadie la ha visto jamás. Moisés rogó a Dios que le mostrara Su gloria (Ex. 33:18) y Dios respondió: “…No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir” (v. 20).

No podemos definir Su gloria, pero sí podemos hablar de aquellas cosas que Su Palabra revela acerca de esa gloria. En el Antiguo Testamento, las palabras “gloria”, “honor” y los verbos relacionados traducen varios términos hebreos, primordialmente, un grupo que proviene de la raíz semítica kabod (que significa peso o pesado).

A veces nosotros escuchamos algo profundo y decimos, ‘eso es pesado’. Si aplicamos esa idea a Dios sabemos que Su gloria no puede ser algo ligero, liviano, trivial. Dios ha sido llamado de muchas maneras, pero nunca trivial. De la manera en que se usa esta palabra en algunos pasajes, el término gloria parece significar honor, excelencia, reputación; algo no ordinario.

En el griego, gloria es la palabra doxa, término que tiene una larga historia. Originalmente esta palabra significó opinión, reputación, elogio.

Ya para el tiempo del Nuevo Testamento implicaba dar una opinión apropiada de alguien. En ese sentido, cuando glorificamos a Dios en nuestras vidas, nos estamos comportando de una manera que otros terminan hablando bien de Dios por lo que ven en nosotros. Nuestra función en la vida es poner de manifiesto las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable (1 Ped. 2:9).

Y así, provocar que otros hablen bien de Dios. Nuestra existencia no tiene ningún otro motivo. Dios crea al hombre como otra forma más de expresar Su gloria.

En la Septuaginta, la palabra doxa pasó a significar brillantez o esplendor y, en gran medida, la gloria de Dios es esa luz o brillantez que Dios irradia alrededor de Su ser.

En esencia, la gloria de Dios puede resumirse como el conjunto de cualidades o atributos que Dios tiene en Su ser interior; y externamente podemos decir que Su gloria es el despliegue de esos atributos en Su creación. Para Juan Calvino, la creación era el teatro de la gloria de Dios.

Los cielos o el firmamento cuentan la gloria de Dios (Sal. 19:1); sin pronunciar palabras. ¿Y cómo lo hacen? La creación refleja Su sabiduría, Su poder, Su majestad, Su trascendencia y Su belleza. Pero el universo no podía poner de manifiesto Su bondad y benevolencia.

La cruz hace eso. La cruz habla de Su gracia, de Su amor, de Su misericordia, de Su justicia y de Su santidad. La gloria de Dios es todo lo que Su ser refleja desde Su interior hacia fuera y Su gloria es también todo lo que Su creación refleja de regreso a Él. La creación es como un espejo que refleja la gloria del Dios que la creó. Cuando te ves en un espejo, este recibe la imagen tuya y cuando tu imagen es reflejada en el espejo, la imagen se devuelve hacia ti.

De igual manera, la gloria de Dios es proyectada sobre la creación y la creación actúa como un espejo, devolviendo esa misma gloria hacia Dios. Como todo lo bueno que ocurre en el mundo es el resultado del obrar de Dios, lo que incluye (especialmente) la bondad que resulta de la elección y del accionar humano, es lógico que sea Dios quien reciba toda la gloria por el bien que es hecho.

Fuente:
Pastor Miguel Núñez

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