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Necesito cambiar

Esa sensación de querer cambiar y no poder. Ese momento de quebrantamiento al reconocer tu actual estado y querer con todas tus fuerzas hacer algo por volver a tener aquella sensibilidad ante la presencia de Dios, pero por alguna razón se ha ido.

Y es que si examinas detenidamente tu vida podrás darte cuenta que poco a poco fuiste dejando la comunión con Dios. En un principio dejaste de leer la Biblia, luego el orar te resulto aburrido y poco a poco remplazaste ese hábito por cualquier otra cosa. Fue así como sin darte cuenta fuiste dejando a un lado tu comunión con Dios, aquello que antes te parecía incorrecto, ahora ya no lo era tanto, comenzaste a practicar malos hábitos que calificaste como inofensivos, pero que a la largo fueron dañinos para tu vida espiritual.

Hoy quizá te encuentras en un punto en donde simplemente te das cuenta que NECESITAS CAMBIAR.

Reflexionas sobre tu vida y te das cuenta que ya no eres el mismo, aquella persona que se deleitaba adorando a Dios desapareció, aquella persona que vivía para servir a Dios ya no lo hace más, aquella persona que se quebrantaba fácilmente se ha vuelvo una total piedra, ahora todo lo espiritual parece exagerado y aquella humildad que te caracterizo en un inicio y por la cual avanzaste mucho ha desaparecido.

Tú sabes que no eres el mismo, sabes muy bien que necesitas cambiar, pero en ocasiones lo has intentado y no has obtenido resultados. Sientes que jamás volverás a ser el mismo, sientes que llegar al “nivel” que un día estuviste es imposible y te has acomodado a una vida para la cual no fuiste llamado, pues tú formas parte importantes en los planes de Dios y no para vivir de la forma en la que has estado viviendo.

¿Qué pasa contigo?, ¿Hasta cuándo continuaras viviendo de la forma que lo estás haciendo?, ¿No te das cuenta que no fuiste llamado para eso?, ¿No te das cuenta que tu lugar no es ese?, es hora de despertar, es hora de comenzar con hechos a tratar de cambiar.

El cambio no es de un momento hacia otro, es el fruto del esfuerzo, la determinación, la voluntad, pero sobre todo es fruto de la comunión que tienes que entablar con Dios. Solo manteniendo una verdadera comunión con Dios puedes ver los resultados que quieres ver.

Comienza este día dedicando unos minutos para leer la Biblia y orar a Dios. No lo hagas cómo compromiso, ni mucho menos por obligación, hazlo porque simplemente eso siempre te hizo feliz, hazlo porque tú sabes que lo necesitas, porque tu alma tiene sed de Dios, porque tu espíritu anhela la presencia de Dios. Comienza hoy y repítelo mañana y el día después de mañana y todos los días, pero cuando lo hagas disfrútalo, hazlo alegremente y entonces comenzaras a ver cómo todo a tu alrededor va ir cambiando, cómo tu visión va irse transformando y cómo tu espíritu comenzara renovarse. Estoy seguro que si tienes la determinación y la voluntad para repetir ese tiempo con Dios cada día veras frutos maravillosos en tu vida.

Hoy quiero invitarte a que hagas una oración conmigo. Repite está oración y mientras la lees siéntela como tuya, que las palabras que de tu boca salgan sean las más sinceras que hayas dicho en mucho tiempo, dilas con tu entendimiento, pero sobre todo con toda honestidad, humildad y sinceridad:

“Padre que estás en los cielos, gracias te doy por todo lo que haces en mi vida, reconozco que tu eres quien me cuida y me protege, quien me sustenta y me fortalece. Gracias por tu amor y misericordia, gracias por todo lo que haces en mi vida. Señor, reconozco que necesito de ti, reconozco que no soy el mismo, reconozco que he dejado de sentir aquella pasión por ti que me caracterizaba, hoy me doy cuenta que me he alejado de tu presencia, reconozco que me he dejado llevar por muchas cosas que lo único que hicieron es alejarme de ti. Te pido perdón Señor, perdóname por cada uno de mis errores, perdóname por olvidarme de ti, perdóname por alejarme de ti, te pido con todo mi corazón y todo mi ser que me ayudes a salir de este desierto espiritual en el que me encuentro. Dame Señor la determinación y la voluntad para mantener diariamente una comunión contigo. Pon en mi el deseo de buscarte, el deseo de servirte, el gozo de vivir para ti. Permíteme Señor volver a ser aquella persona que te buscaba siempre y que vivía solo para ti, aquella persona que dependía de ti, aquella persona que no hacía nada sin antes estar seguro que era tu voluntad. Quebrante mi orgullo y devuelve a mi aquella humildad con la que un día te conocí y comencé a andar en tus caminos. ¡Ayúdame Señor!, ayúdame a ser lo que tú quieres que yo sea para ti. ¡Gracias Señor!, Gracias por que estoy seguro que estás obrando en mi vida, gracias Señor porque estoy seguro que me has tomado de la mano y no me soltarás. Gracias porque sé que aun no has terminado conmigo y porque sé que cumplirás tu propósito perfecto en mi vida. Gracias Señor, en el nombre poderoso de Jesús, amén.”

¡Con la ayuda de Dios puedes cambiar!

“Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

Devuélveme la alegría; deja que me goce ahora que me has quebrantado. No sigas mirando mis pecados; quita la mancha de mi culpa. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí. No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo.

Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte.” Salmos 51:7-12 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Fuente:
Pastor Enrique Monterroza | El Salvador, Centroamérica

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