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Mujeres de Fe. Sembradoras del Evangelio en un Mundo Necesitado

Queridas hermanas en Cristo, hoy nos sumergimos en una enseñanza vital sobre la siembra de la semilla del evangelio, basada en las palabras de nuestro amado Señor Jesucristo.

Como esposa de un pastor cristiano, he presenciado la importancia de esta labor en la expansión del Reino de Dios. Ahora, exploremos juntas el mensaje contenido en Mateo 13:3-9.

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR: SEMBRANDO LA SEMILLA DEL EVANGELIO
En este pasaje, el Señor nos presenta la parábola del sembrador, donde Él mismo comparte la importancia de sembrar la Palabra de Dios en corazones receptivos. Como mujeres de fe, somos llamadas a ser sembradoras del evangelio en este mundo necesitado.

Imaginemos al sembrador esparciendo las semillas en diferentes tipos de tierra: algunas caen en buena tierra y producen fruto, mientras que otras caen en lugares menos favorables. Esto nos enseña que la manera en que recibimos y compartimos la Palabra de Dios puede tener un impacto significativo en la cosecha espiritual.

LA IMPORTANCIA DE UN CORAZÓN ABIERTO
La parábola nos recuerda la importancia de tener corazones abiertos y receptivos a la Palabra de Dios. En el versículo 8, el Señor dice: “Mas el otro cayó en buena tierra, y dio fruto, uno a ciento, otro a sesenta, y otro a treinta.” Cuando permitimos que la Palabra de Dios arraigue profundamente en nuestros corazones, podemos dar fruto en abundancia.

Nuestra tarea es asegurarnos de que nuestros corazones sean esa buena tierra donde la semilla del evangelio pueda crecer y dar fruto. Esto implica un compromiso constante con la oración, la lectura de la Biblia y la comunión con Dios.

III. SEMBRADORAS DE LA SEMILLA DEL EVANGELIO
Además, somos llamadas a ser sembradoras del evangelio en el mundo que nos rodea. En el versículo 9 el Señor nos dice: “El que tiene oídos para oír, oiga.” Debemos estar dispuestas a compartir el mensaje de salvación con aquellos que están dispuestos a escuchar.

Recordemos la Gran Comisión de el Señor en Mateo 28:19-20: “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Esta es nuestra misión como seguidoras de Cristo.

Queridas hermanas, hoy hemos reflexionado sobre la parábola del sembrador y su relevancia en nuestras vidas como mujeres de fe. Recordemos que sembrar la semilla del evangelio es una tarea fundamental en la expansión del Reino de Dios.

Oremos por corazones receptivos y estemos dispuestas a compartir el mensaje de esperanza y salvación con aquellos que nos rodean. Sigamos el ejemplo de nuestro Salvador, quien sembró la semilla del amor y la verdad en el mundo.

En el nombre de Jesús, amén.

 

Fuente:
Hilda T. Hernández

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