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La realidad de Dios

26 Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. 27 ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. 28 Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.”  Hechos 26:26-28 

Pablo, retenido por las autoridades de aquel tiempo a causa de los religiosos, se encontraba defendiéndose ante el Rey Agripa; le contaba quien él fue y en quién se había convertido, dando testimonio de la transformación que había recibido a través de Cristo.  Agripa, al escuchar el testimonio de Pablo, le dice que por poco le persuade a ser cristiano.  Pero, ¿cómo por poco sucede esto?  No con palabras de manipulación, sino con su testimonio.

Una cosa es ser persuadido porque fuiste conmovido por el testimonio de alguien e imagines lo que podrías recibir, y otra cosa es tener un encuentro con Cristo, como le pasó a Pablo.  Cuando tienes un encuentro con Él, despiertas; y una vez despiertas a la realidad de Cristo, nunca más vuelves a ser la misma persona.

Pablo, que al igual que Agripa, perseguía a los cristianos; en su encuentro con Cristo, Cristo le dice: ¿Por qué me persigues?  En otras palabras: ¿Por qué peleas en contra de lo que yo quiero hacer con el mundo y contigo?  En aquel momento, Pablo se dio cuenta e internalizó lo que estaba haciendo, lo que provocó su despertar para ejercer su propósito en Cristo.  Lo mismo sucede con todos los que han alcanzado ese despertar en Cristo; despiertan cuando se dan cuenta que siempre han estado peleando contra Dios.  Cuando despiertas, te das cuenta que toda tu vida, en vez de estar peleando contra Dios, debiste haber estado a su favor.  Todo lo que hacías en el mundo era por rebeldía a lo que Dios quiere que tú seas, y ahora despiertas a que tienes que hacer lo que Dios quiere que tú hagas.

Muchos tienen este despertar, al igual que Pablo, con un encuentro directo con Cristo, y otros lo tienen al momento de casi perder su vida en algún accidente.  Se dan cuenta que la vida es corta, y buscan vivir una mejor vida acercándose a Dios, quien les libró de perderla.  Es triste que aquellos que no han tenido un encuentro con la muerte o la vida en Cristo no logren tener su despertar.  No se dan cuenta que mucho más grande que ser librados de la muerte en un accidente, es que Dios no haya permitido que pasaran por uno.  Despertar antes de que te suceda cualquier cosa, te permite disfrutar tu vida en la realidad de que Él fue el que te dio la vida.  Pero no importa la manera en que hayas despertado, lo importante es que estás despierto.  Ahora puedes ser discipulado para que aprendas a trabajar con tu vida y vivas la vida plena que Dios tiene para ti.

Jacob tuvo que encontrarse en el desierto para tener su despertar; cuando despertó, pasó de ser un engañador, a un hombre trabajador, que luchaba por lo que amaba.  Cuando vives dormido, terminas en el desierto, donde encuentras a Dios, despiertas, tu vida cambia y te conviertes en un hombre honesto y trabajador, dispuesto a dar todo su tiempo por lo que amas.  El hijo pródigo, dormido, se llevó su herencia, la desperdició y, cuando llegó el momento difícil, despertó y dijo: Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. (Lc. 15:18-19)  El padre le dio su herencia porque sabía que él no entendería si intentaba hablar con él y hacerlo cambiar de parecer.  No fue hasta que volvió en sí y regresó a su casa, que entonces el padre pudo enseñarle quien él es.  Porque para que un hijo pueda comprender y ser discipulado, hay que esperar que despierte.

La misión de la iglesia es discipular, pero no te puedes frustrar intentando discipular a gente que no está despierta.  Para poder discipular a los que están a tu alrededor, primero debes orar para que despierten.  Algunos despertarán porque se encontrarán con Dios o con la muerte, otros despertarán en el desierto, otros en la porqueriza.  Mientras esto sucede, solo te queda orar y esperar que Dios los despierte.  Pero está listo porque, cuando despierten, es tu trabajo recibirlos, educarlos, para que, con paciencia y compromiso, puedan cambiar sus vidas y vivir la vida que Dios tiene para ellos.

Hoy, declara que despiertas a la realidad de lo que Dios tiene para tu vida, que no tienes que pasar por todos esos problemas para despertar y entender que Dios tiene un plan contigo que no se cumplirá, sino hasta que despiertes.  Una vez despiertas, puedes ser discipulado y discipular a otros.  Si entiendes que ya has despertado, dale gracias a Dios porque, aunque no eres perfecto, un día te encontraste con Él y despertaste.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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