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La otra mitad de tu milagro

“11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. 12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? 19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.” Lucas 17:11-19

Diez leprosos fueron limpiados, pero solo uno se detuvo en el camino. Uno de los problemas por los cuales algunos no son agradecidos con Dios es porque no se detienen. Estamos en nuestro caminar, en medio del afán, y no nos detenemos para hacer lo que se supone que hagamos, y en especial en estos días, aquello que se supone que es lo que estamos celebrando. Nos preparamos para recibir visita, pero no nos detenemos para dar gracias. El samaritano se detuvo y regresó a dar gracias porque se dio cuenta de lo que Dios ya había hecho. Si tú no te detienes en el camino, sigues de largo y no te das cuenta lo que Dios ya ha hecho; y, si no te das cuenta, no puedes regresar.

En el verso 16, nos dice esta escritura, que aquel hombre se postró rostro en tierra, dando gracias; pero dice Jesús en el verso 18, que si no hubo quien volviese y diera gloria a Dios sino aquel extranjero. En otras palabras, Jesús dijo que aquel hombre lo que estaba era dándole gloria a Dios. El dar gracias a Dios es glorificar a Dios.

Hay quien piensa que dar gloria a Dios es cantar cosas bonitas de alabanza y adoración; todo esto está muy bien, pero fíjate que el Señor consideró que alguien estaba dándole gloria, simplemente porque comenzó a darle gracias. Tu agradecimiento da gloria a Dios. Cuando tú agradeces a Dios en público, glorificas a Dios. Aquellos hombres tenían que ser conocidos. Jesús les dijo de lejos que fueran donde los sacerdotes; así que todos deben haber estado pendientes de lo que pasaría con aquellos hombres. Y, cuando uno de ellos regresa y se tira de rodillas y da gracias, aquel era un acto de darle gloria a Dios delante de todos aquellos que lo habían visto un día enfermo.

Todos recibieron la sanidad, y habiéndola recibido de parte del Señor confiamos que su sanidad fue permanente y que no hubo condenación para los otros nueve; pero uno de ellos recibió un bono: Aquel que regresó, se postró y dio gracias. Aquel era el bono del agradecimiento porque, mientras todos fueron sanados, solo uno fue sanado y salvado, solo uno recibió algo extra; aquel que tuvo la sabiduría, la revelación de detenerse en su camino, meditar en aquello que había pasado, regresar y postrarse a dar gracias.

¿Cuántas veces habrás recibido a medias por no detenerte y regresar a agradecer? Los otros nueve quizás nunca supieron que pudieron haber recibido algo más. Jesús no los maldijo, no dijo que ahora volverían entonces a estar enfermos; Jesús lo que estaba era resaltando a aquel que sí regresó para dar gloria a Dios, mostrándolo como ejemplo; aquel hombre recibió algo adicional.

Esa palabra “salvado” tiene muchas implicaciones en la Biblia. Es la palabra Shalom que quiere decir paz, prosperidad, restauración divina. Cuando una persona tiene lepra, pierde muchas cosas. Este hombre recibió y recuperó todo aquello que había perdido.

¿No podrás tú hoy detenerte en tu camino por un momento y darle gracias a Dios? Hay gente que, por ejemplo, no regresa a la iglesia. Aquellos nueve salieron, escucharon la palabra, comenzaron a caminar hacia su milagro, y no regresaron al lugar de donde salió aquella palabra. Es un buen momento para tú regresar a la iglesia. Cuando tú llegaste allí, estabas leproso, oíste una palabra que te puso en el camino; hoy, regresa para dar testimonio, regresa para dar gracias, y regresa para recibir lo que te falta por recibir. No te quedes tan solo con la mitad de tu milagro, recibe tu milagro completo.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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