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La moneda del reino

Antes, al viajar, tenías que cambiar grandes cantidades de dinero en la moneda del lugar para poder comprar.  Ahora, en muchos lugares, hay tiendas en las que se aceptan tanto dólares americanos como la moneda del lugar.  Pero, en las tiendas en que no se aceptan, pudieras tener todo el dinero que quieras en dólares, y si no tienes la moneda del lugar, no te van a vender el producto.  Tienes el dinero, pero no tienes el poder de intercambio.  Y hay cosas que tú no puedes intercambiar por dinero, a menos que tengas la moneda correcta.  Pero hay otra alternativa; Una tarjeta de crédito que, en el lugar más remoto del mundo, te la aceptan.  En tu tarjeta de crédito puede que lo que haya sean dólares, pero cuando tú la pones en la máquina, hay una transacción que transforma tus dólares en otra moneda sin tú verlo.  Y todo lo que necesitas en el reino de Dios, la tarjeta que te da acceso a todo, es la fe.  Si vemos a los que forman parte del listado de la fe que vemos en Hebreos 11, si fuera la santidad la moneda para alcanzar lo que alcanzaron, Sarah no estaría en esa lista; Si la moneda fuera tener un buen pasado, Raab no estaría en esa lista, pero cuando Dios fue a escoger el linaje de Jesús, no le molestó coger a una mujer a pesar de su pasado; Su fe le daba acceso a lo que otros no pudieron tener.  Una prostituta, por fe, llegó a ser parte del linaje del que provino nuestro Señor Jesucristo.

Si la moneda para recibir milagros y vivir por fe fuera el ser moral ante los estándares del mundo, Sansón no estaría en Hebreos 11.  ¿Cómo un hombre que se acuesta con prostitutas está en el listado de la fe?  Si la moneda para tener éxito en esta vida fuera valentía, ¿cómo Gedeón está ahí?  Si cuando Dios lo llamó lo primero que dijo fue: ¿Quién soy yo?  Yo soy muy joven, no lo puedo lograr.  No fue la valentía de Gedeón, sino la fe.

La única moneda de intercambio que tú tienes en el reino de Dios es una sola: Tu fe.

“17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.”  Santiago 5:17 

Elías era un hombre fluctuante en sus emociones; Un día estaba triste, y otro alegre. De la misma manera, hay días que tú te levantes deprimido, triste; Pero, si tu vida no cambia, es  porque tú piensas que necesitas estar siempre arriba para orar.  Tú lo que necesitas es tener fe como Elías, que a pesar que un día estaba arriba y otro abajo, él se atrevía a orar, a creer.  Oraba arriba y oraba abajo; No cambiaba su estado emocional para orar.  Tú piensas que tus emociones son necesarias para recibir el milagro, pero no son tus emociones sino tu fe lo que Dios intercambia cuando tú necesitas un milagro de parte de Él.

“29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos…”  Mateo 9:29-30a

Un ciego intercambió su sanidad por fe.  No había dinero que lo hiciera ver, pero Jesús le dijo: Conforme a tu fe, será hecho.

“28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.”  Mateo 15:28

Esta mujer intercambió su fe por la sanidad de su hija.

“16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros”  Romanos 4:16

Hoy se habla mucho de la gracia de Dios, pero olvidamos que el acceso a esa gracia es por fe.  Los que están en el listado de la fe en Hebreos 11, no merecen estar allí; Fue la gracia de Dios la que los puso allí.  La gracia de Dios no mide tu pecado, no mira tu pasado, Dios no mira lo que hiciste ni lo que haces, no mira tu moral, si estás haciendo bien o mal.  Dios lo que mira es si tú crees; Y, como crees, vives en la gracia.  Eso no quiere decir que puedes pecar; Los cristianos buscamos huir del pecado; Pero no permitimos que nuestra condición natural nos detenga de creer, porque la gracia solo se manifiesta por fe.

Tú estás donde estás porque has creído, no porque te lo merezcas.  ¿Cómo llegaste a donde estás?  Tú no sabes.  Todo lo que tienes y lo que eres es por una cosa: Por fe.  Te has atrevido a creer lo que otros no.  Y cuando no tienes dinero, tu única herramienta es fe.

Cuando tú vives por fe, tienes gozo, porque la fe convierte la esperanza en gozo.  Dice Proverbios 13:12 que la esperanza que se demora es tormento del corazón, pero árbol de vida es el deseo cumplido.  Cuando tú esperas algo, y se tarda, enfermas; Pero la fe te permite ver cerca lo que viene lejos, y se transforma en gozo.  No esperes a gozarte cuando recibas lo que esperas; Ten gozo cuando, por fe, lo veas cerca.  Tú te gozas cuando, por fe, ves hoy lo que va a ser mañana.  Te gozas porque tu fe te da hoy la certeza de lo que llega.  Si tú no tienes gozo, es porque no tienes fe.  La fe te hace ver cerca; Y cuando tú aprendes a ver cerca, tu vida cambia, porque comienzas a ver las cosas de manera diferente.

La fe se apropia de las promesas de Dios, como quien tiene un título de propiedad.  Cuando tú tienes fe, tu fe te dice que lo que Dios te prometió, te pertenece.  La mujer sirofenicia pidió a Jesús por su hija, y Jesús le dijo: No es digno darles el pan de los hijos a los perrillos.  En otras palabras: La ley me prohíbe darte lo que tú quieres.  Pero ella, por fe, dijo: Pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de su señor.  Su fe se apoderó de la promesa.  Tu fe se apodera de lo que el mundo ha dicho que no es para ti.

La fe sujeta tu mente, no al razonamiento lógico, sino a la palabra de Dios.  Por eso, en Hebreos 11, dice: Por la fe entendemos…  El único lenguaje que tú debes entender es la fe.  Ante un problema, eso de resolver con el banco, tú no deberías entenderlo.  Te preguntan cómo lo has hecho, y puedes dar ciertas claves pero, al fin y al cabo, no sabes.  El que te diga que conoce todas las claves de su éxito, te está mintiendo.  Si te vienen a hablar de proyectos donde no hay fe, tú no deberías entender; Y cuando tú hables, que sea en fe.  En tu vida, todo debe ser por fe.

Fuente:
Pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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