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La Carga de Jesús

28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11:28-30

Jesús habla del descanso en el alma, de la paz mental y espiritual que todo creyente debe experimentar. Él no habla de remover o liberar las cargas, sino de que intercambies las cargas que te han puesto, por el yugo de Cristo. El que intercambia sus cargas y acepta las cargas del yugo de Cristo, para él o ella, todo lo que hace, trae satisfacción.

Pero, en estos versículos, Jesús se refiere a la carga de los religiosos, la carga de la ley. La carga más grande del ser humano, no es la del gobierno. Jesús siempre vino a liberar al hombre de la carga de la ley. La carga de la ley te hace sentir culpable y te hace cargar con responsabilidades y expectativa de resultados que nunca traen satisfacción.

Muchos no recibieron a Jesús, porque tenían tantas cargas por la ley, que no se dieron cuenta que la carga de Jesús era más liviana. Por esto Jesús decía: Mi carga no es fácil, pero promete resultados y descanso en tu alma.

La ley religiosa no produce lo que esperas, ni mucho menos paz. La ley dice no puedes y tienes que cumplir y, si lo haces, tendrás buena vida. Esto trae frustración porque, cuando haces lo que dice la ley, y te das cuenta que aun así tienes problemas, lo único que ganas es el sentido de culpa, condenación, pensando que algo hiciste incorrectamente y que por eso no llegan los resultados esperados.

Entonces, llega la comparación; pensamos: Aquellos que actúan mal reciben buenos resultados, y yo, que hago lo correcto, no recibo buenos resultados. Esto trae fatiga y cansancio. No hay descanso en el alma.

Lo que Cristo pide no es fácil tampoco, aunque sea fácil, comparado con las cargas que dan la religión y el mundo. El yugo de Cristo es amar a tus enemigos, poner la otra mejilla, si alguien te pide algo, darles extra, bendecir al que te maldice, orar por los que te persiguen, cumplir y pagar los impuestos que tengas que pagar.

El cumplir esto, trae paz y satisfacción, trae descanso en el alma, que da fuerzas para seguir hacia adelante, haciendo lo que tenemos que hacer. Dios busca un corazón presto, listo, que le ame y esté dispuesto a ser obediente.

Remueve toda amargura y toda condena. Coge el yugo de Cristo, que es más ligero, porque trae mejores resultados. No te canses de hacer el bien. Tolera al que falla. No te compares; mira hasta dónde te ha traído Dios y lo que está haciendo para darte lo que te ha prometido. Ama, porque la cosecha será buena. Verás lo que Él te ha prometido.

Pastor Otoniel Font

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