Deporte

¿Es el deporte para los cristianos?

El deporte y la recreación en sentido general forman parte de las actividades que el ser humano realiza en forma habitual por diversas razones. Escribir sobre este tema tiene dos propósitos esenciales: llamar la atención de los deportistas hacia los senderos divinos que Dios les tiene preparados y hacer que los creyentes cuiden sus cuerpos físicos, moradas del Espíritu Santo, para que tengamos una vida saludable mental y físicamente y demos lo mejor de nosotros a la única causa de excelsa importancia para toda la humanidad… predicar las buenas nuevas a toda criatura. “Además, si algún atleta compite, no es coronado a menos que lo haga según las reglas”. (2ª Timoteo 2:5).

La vida está llena de reglas, algunas están escritas por doquier, otras se encarga el Señor de ponerlas en nuestras mentes y corazones. Nos concierne llevar el evangelio a los que se interesan en hacer del deporte parte de sus rutinas diarias, pero, ¿qué hay de nosotros los creyentes que trabajamos para el reino de Dios? Necesitamos mantenernos fuertes y en excelente forma física y eso lo conseguimos mediante la disciplina del ejercicio y la buena alimentación.

Nuestros cuerpos piden a gritos que nos mantengamos alejados de enfermedades como diabetes, colesterol, hipertensión, depresión y toda una lista interminable de molestosos inconvenientes para los cuales el ejercicio diario representa una solución. Hay otras razones por las cuales el ámbito deportivo también necesita de nosotros los creyentes. La corrupción, Las apuestas y las sustancias prohibidas han invadido lo que una vez era un mundo sano de diversión y recreación.

La confusión invade a su vez las mentes de nuestros jóvenes y contemplamos como nos son arrebatadas sus tiernas y preciosas vidas de nuestras manos. Ocupemos el lugar que nos corresponde en la humanidad, para que al final de nuestros días, podamos al igual que el apóstol Pablo decir que “he peleado la buena batalla; he acabado la carrera; he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día. Y no sólo a mí, sino también a todos los que han amado su venida.”. (2ª Timoteo 4:7-8).

Todo nos pertenece porque Cristo venció al mundo, las actividades deportivas no son la excepción. A través del deporte nuestros jóvenes obtienen la oportunidad.

De alcanzar una profesión digna, nuestros niños se divierten mientras abren las puertas de sus vidas a un mundo nuevo y desconocido, nuestros ancianos.

Recuperan y mantienen las fuerzas y la salud, y todos, sin excepción, demostramos nuestro amor por la vida cuando cuidamos nuestras existencias manteniéndonos en forma. La mies es mucha, son pocos los obreros, con obreros fuertes y sanos el trabajo se hace más liviano. Nadie nos prometió que sería una carrera fácil, pero, tenemos el primer lugar garantizado cuando corremos para y con Cristo. El nos liberó de las pesadas cargas del pecado para que podamos correr con agilidad y soltura, a un paso firme y constante, a buen ritmo y sin desmayar. Una carrera de fondo para la cual necesitamos la resistencia divina de nuestro lado.

¡Vamos, corrámosla juntos! Compartamos el mejor de los galardones siendo los mejores atletas del mundo, los atletas de Dios.

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