Articulos

El proceso de la oración interior

Fondo Bíblico:
Juan 14:17 El Espíritu de la Verdad, al cual el mundo no puede recibir, pues no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.

1Co 14:25 lo oculto de su corazón se hace manifiesto, y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, reconociendo que Dios está verdaderamente entre vosotros.

1Co 3:16 ¿No sabéis que sois santuario de Dios, y el Espíritu de Dios mora en vosotros?

1Co 6:19 ¿No sabéis que vuestro cuerpo es Santuario del Espíritu Santo que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

La unión con Dios es la meta del crecimiento espiritual.

La santidad es la “unión con Dios”. El medio privilegiado para esa “unión con Dios” es la oración. Pero, ¿Qué tipo de oración es la que nos une a Dios? se trata de la oración interior, de la oración de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama. No es una oración de tipo intelectual, todo lo contrario. Pero es una oración mental, quiere decir: saber quién es el que ora, a quién hora y qué le dice. O sea, conocer nuestra realidad, conocer la realidad de Dios y saber qué cosas le decimos a Dios. Dicho de otro modo, oración mental es orar conscientemente. Hay que estar conscientes de lo que decimos y a quién se lo decimos. La oración no consiste en decir muchas palabras por costumbre, sin meditar qué es lo que decimos. Oración es hablar con Dios conscientemente.

La oración y la imagen de Dios, ¿A quien oramos?

La oración se define como trato de amistad, porque Dios es el amigo. Esto es muy importante: de acuerdo a cómo concibamos a Dios así será nuestra oración. Antes de revisar nuestro modo de orar, debemos revisar nuestra imagen de Dios. Preguntarnos, ¿con qué Dios me relaciono? Si Dios es para mí un juez castigador y dictatorial, entonces mi oración será de cumplimiento y por cumplimiento. Eso no es, una correcta oración cristiana. La oración cristiana, es la relación, y el trato, con el Dios, que Jesús nos revela. Jesús nos dice, con su propio testimonio oracional, que Dios es Padre, el Ábba (que quiere decir: el papito, el papacito). Si Dios es Padre, hemos de orar, hablar y relacionarnos con Él, como hijos, en confianza y con la consciencia de que Él nos ama (es quien sabemos nos ama). Hay que revisar la imagen de Dios que está detrás de nuestra oración.

De acuerdo a la imagen que tenemos de Dios, encontramos en la tradición cristiana, tres tipos de cristianos: el cristiano del temor, el cristiano de lo útil y el cristiano de fe. Tanto el cristiano del temor, como el cristiano de lo útil, pertenecen a la religión del método. Se caracterizan por la realización de métodos, para hacerse valer ante Dios. Esto, convierte al cristiano, en una relación enfermiza con Dios, pues tiene una imagen incorrecta de él. En este sentido, el cristiano tiene conciencia, de un poder divino sobre su existencia y organiza una relación con él. Pero, la organiza según el método de las relaciones humanas entre el débil y el poderoso. El débil, ha de hacerse valer ante el poderoso, actuar, para hacerle reaccionar favorablemente, se trata, de una acción del ser humano sobre Dios, con miras a provocar en él una reacción favorable y útil. Y puesto que el ser humano es débil y el poderoso exigente, aumenta el temor y las angustiosas tentativas de pagar por el pasado, de acrecentar el valor de los sacrificios, para poder algún día satisfacer las exigencias del poderoso.

La visión estrecha de Dios que hemos descrito, no nos ayuda a tener una relación de intimidad con el Señor. Pablo en la carta a los Romanos describe la religión de los judíos, basada en la ley; y la de los paganos basada en el rito, como una religión de este tipo. A los judíos, Pablo les dice, que son unos estupendos religiosos. Tienen un celo por Dios incomparable, pero, es un celo equivocado, porque está privado del verdadero conocimiento de Dios. Al tener a Dios por un poder exigente (por medio de la ley exige) y amenazador (el juicio final). A fuerza de obras, se asegura contra Dios. Al pagano, Pablo lo describe en el mismo plano, que al judío, el de su conocimiento de Dios. El pagano, no ignora a Dios, pero como no le conoce, no le da la gloria. No reconoce, que el poder de Dios, se ejerce a favor del ser humano, que no le es indiferente, ni hostil, sino amigo. Por lo que, se pone a buscar medios religiosos, para influir en la divinidad, para hacerla salir de su indiferencia o de su hostilidad, de ahí, la realización de ritos, por medio de los cuales, consigue el posible dominio del hombre, sobre Dios, para captar el poder en su provecho.

El cristiano del temor, anima su relación con Dios, fundada en el temor al poderoso. Así que para este es de mucho valor la Iglesia fortaleza, ella dicta lo que hay que creer, lo que hay que hacer, y sobre todo lo que no hay que hacer, los ritos que hay que celebrar, las oraciones que hay que decir. Todo para no recibir el castigo divino.

El cristiano de lo útil, es el que tiene al rito en muy alta estima, porque le atribuye el poder de atraerse a Dios y obtener de él, una ayuda útil: encontrar vivienda o trabajo, tener salud, y otros bienes. Paras este, la religión, funciona sobre la base de un contrato muy simple: el trueque, el intercambio.

El cristiano de fe, es aquel creyente que se percibe amado por Dios, beneficiario de la vida de Dios, alcanzado por el deseo de Dios, vivificado por el poder de Dios, y que deja de percibir a Dios como poder amenazador al que hay que aplacar o como poder indiferente al que hay que tratar de conmover. En el cristianismo, esta revelación se llevó a cabo en la resurrección de Jesús: allí es donde el verdadero Dios se reveló plenamente como poder a favor del ser humano. Por ello Pablo exclama: ¨la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a si mismo por mí” (Gálatas 2.20). Así que no se trata solo de creer que Dios resucitó a Jesús; se trata de creerse beneficiario de ese mismo poder de vida.

Lo anterior nos indica, que no podrá tener una oración consciente, interior; una oración de intimidad, quien tiene una imagen de Dios de un poder exigente a quien hay que conquistar, ya bien para librarse de su ira o ya bien, para conquistar favores. La oración de intimidad solo es posible cuando se tiene una imagen del Dios que es cercano, que se ha dado. El padre amado, el amigo que nos busca. El que hizo su morada en el creyente.

La oración y el que ora
Aquí quiero detenerme sobre todo en el orante. Los grandes maestros de la espiritualidad han destacados, que, para poder ser buenos orantes se necesitan unos requisitos indispensables, sólo tres: (1) “amor de los unos/as con otros/as, (2) desasimiento de todo lo creado y (3) verdadera humildad”. De estas tres la más importante: la humildad. La humildad es “andar en verdad”: la verdad propia (que amerita conocernos a nosotros mismos) y la verdad de Dios.

La oración exige, demanda de nosotros el conocimiento propio. La oración es un camino de conocimiento propio. Sólo conociéndonos a nosotros mismos y encontrándonos con nosotros mismos, podemos conocer a Dios y encontrarnos con Dios. ¿Conocernos para qué? Para dejar que la experiencia de Dios ilumine, cure, sane y purifique todos nuestros rincones interiores, todas nuestras zonas oscuras. Nosotros tenemos puntos ciegos, en los que se esconden heridas muy profundas. Conociéndonos en profundidad, las sacaremos a la luz y dejaremos que el fuego del amor de Dios las cure.

Ese proceso de profundización, en el conocimiento propio, lo describe Teresa de Jesús magistralmente en su obra cumbre: “Las moradas del Castillo Interior”. Ella, parte de un símbolo: un castillo. Ese castillo somos nosotros. Ese castillo tiene muchas habitaciones, aposentos, escondrijos, laberintos, calabozos, estancias, moradas. Fuera del castillo hay muchas alimañas. En el interior del castillo está el rey: Dios. La puerta para entrar en ese castillo que somos nosotros mismos es la oración. A medida que vamos orando vamos entrando cada vez más y más al interior del castillo. Vamos entrando en nosotros mismos. Nos vamos conociendo. Al principio hay que poner mucho esfuerzo de nuestra parte, para irnos acostumbrando al castillo, a su tipo de luz, a sus espacios. Nos cuesta conocernos y aceptar nuestra realidad personal, nuestros aposentos oscuros. Cuando vamos casi por la mitad del castillo en nuestro entrar en él, se da un cambio: ya no nos cuesta tanto entrar, nos sentimos más a gusto, experimentamos una fuerza que nos atrae amorosa y dulcemente. Nos atrae la presencia y la luz que emana de la habitación del Rey: Dios. Al principio vemos todo oscuro, no podemos ver casi nada. Luego poco a poco vamos viendo hasta que llega un momento que lo vemos todo claro: una vez que estamos en la habitación del rey. La habitación del rey es nuestro propio interior: es la zona más interna y profunda de nosotros mismos. Sí, increíble, pero cierto: estamos habitados por Dios. Con el bautismo vino a morar en lo más profundo de nosotros. Dios nos habita.

Todo este proceso, es el camino hacia la madurez y la realización personal (la santidad). Sólo cuando lleguemos a la habitación del rey, seremos felices, lo veremos y comprenderemos todo. La clave del camino hacia la felicidad y la realización personal, está en la oración. Ahí está la clave. La felicidad está dentro de nosotros. Hay que entrar, ser personas de vida interior. Estar dentro, gozar de la presencia de Dios dentro, nos lanza hacia los demás, con nuevas y renovadas fuerzas de amor. La finalidad de todo ese proceso es que nazcan y surjan obras, siempre obras.

En síntesis, la clave del proceso de humanización y desarrollo humano pleno, integrando la dimensión espiritual, está en la oración. Una oración que amerita necesariamente conocernos a nosotros mismos, un tiempo, unos espacios, y que supone una imagen de Dios.

Fuente:
Pastor Dr. Felipe Rincón Vásquez / Catedrático-facilitador de humanidades (UNEV)

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba