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Cuando todo acaba

“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” 1 Corintios 13:8

Pablo nos dice que el amor nunca deja de ser, y nos menciona ciertas otras cosas que van a terminar, que van a acabar, haciendo el contraste de que lo único que no tiene final en nuestra vida y que no va a tener final en nosotros, es el poder del amor. Así que, cuando todo acaba, algo que hay que seguir haciendo es amar, a pesar de todas las cosas. Es por esta razón que el verdadero amor sin filtro no es uno basado en pasión, sino en promesa.

Todos nos hemos ilusionado con algo que parecía bueno, pero al obtenerlo resultó que no era tan bueno como pensamos. Nos enamoramos de alguien y lo vemos como lo más grande, vemos todo lo bueno; nos casamos, y nos damos cuenta que el currículo que nos dieron, las habilidades que dijeron tener, lo disciplinados que dijeron ser, no necesariamente era cierto. Y ahora se acaba la pasión porque descubres que, lo que era tu objeto de pasión, no es tan bueno como tu pasión lo hizo ver, y ahora tienes que buscar en tu interior, ahora tienes que amar por encima de la pasión, amar porque hiciste una promesa. Por eso es que tú nunca debes comprometerte con alguien que tú no has prometido amar; cuando amamos a la gente, amamos más allá de sus fallas, de sus faltas; toma todo de ti, y lamentablemente el tanque de algunos está vacío, no tienen de dónde sacar. Pero qué grande es Dios que su tanque nunca se ha vaciado para ti; tú dices que vas a hacer algo, y Él te lo cree; haces algo, y Él te lo soporta; su amor es tan grande que Él tiene dónde buscar, de dónde seguir sacando. Y eso es lo que debe hacer que tú le ames a Él; que Él te ha amado tanto, te ha cuidado tanto, y te sigue amando, a pesar que tú has hecho que ese tanque pudiera bajar, pero Él encuentra de dónde amarte, cómo quererte.

Y tú tienes que llegar a ese nivel donde tú no amas por pasión, sino porque prometiste que amarías, porque alguien te ha amado a ti de esa manera:

El Dios Todopoderoso.
Cuando se acaban la profecía, la ciencia, y todo a tu alrededor, lo único que te queda es amar por encima de todo. Ama más allá de la desilusión de que, aquello que pensaste que era bueno, ahora cuando miras no lo es. El error más grande que cometió Eva fue pensar que aquel fruto era bueno, y pensar que Dios estaba reteniendo de ella algo bueno. Cuando comió del fruto, se dio cuenta que, lo que ella había visto como bueno, no era tan bueno como ella pensaba.

Pero qué grande es el amor de Dios que, aunque ella cometió aquel error, el Dios al que tú le sirves persiguió a Eva, persiguió a Adán, persiguió al hombre a través de la historia, hasta dar su vida por ti en la cruz del Calvario para rescatarte, para restaurarte, para llevarte a vivir una vida en abundancia. El amor que perdura es el que va por encima de la pasión, aquel que saca de adentro, de su interior, porque ha hecho una promesa. Toma todo de ti para tú continuar amando a esta dimensión.

Si tú supieras las consecuencias de tus malas decisiones, no tomarías malas decisiones. Nadie toma una mala decisión, sabiendo el grado de las consecuencias que va a tener; sabemos que algo va a pasar, pero no pensamos que será tan malo como realmente es.

Así que, tomamos malas decisiones, sin realizar el alcance de las consecuencias negativas de esa decisión, sin imaginar hasta dónde llegaría la repercusión de esa decisión. Y eso es lo
interesante en cuanto a las consecuencias negativas, que nadie puede realmente medir el impacto de sus decisiones. Si tú hubieras sabido que algo tan simple iba a traer tales consecuencias, no lo hubieras hecho. ¿Por qué esto es tan importante? Porque si analizamos esto, nos damos cuenta que lo más grande entonces que Dios puede hacer contigo no es
hacer justicia o juzgarte, sino amarte.

La justicia, las consecuencias negativas, no arreglan a nadie. El que te martiricen por las decisiones que tomaste, no te arregla. Las consecuencias y las leyes trabajan siempre de afuera hacia adentro. Señalar a alguien, culparle, no arregla nada; lo que arregla a una persona es cuando se trabaja en el corazón. Por eso es que Dios vino a sobrepasar la ley; porque la ley, a través de los tiempos, lo que hacía era resolver el problema externo.

Puedes poner el castigo que quieras, y lo que provocas es rebeldía. No es que no se pongan reglas, pero las reglas arreglan las cosas solo de manera temporera. Por eso, cuando Jesús vino, no fue a poner más reglas, sino a trabajar con el corazón de la persona, para que nosotros no trabajemos por miedo a las consecuencias, sino por la recompensa que vamos a tener de amarle a Él por encima de todas las cosas. Es un trabajo del corazón, del interior del hombre.

Dios quiere trabajar contigo para que tú ames de la misma manera porque, sin darte cuenta, tú que estás haciendo todo lo posible por amar a Dios, te conviertes a veces en juez de todo el mundo a tu alrededor; quieres poner reglas, señalando, tratando de corregir, sin darte cuenta que tú puedes poner todas las reglas habidas y por haber, sin cambiar a nadie; pero, si tú amas a esa persona por encima de todas las cosas, algún día esa persona podrá entender y se dará cuenta que tu amor es más poderoso que cualquier cosa que puedas hacer, y entonces el corazón comienza a cambiar.

Dios no quiere que tú le sirvas por miedo a la condenación, al infierno; Él quiere que tú le sirvas porque entiendes que, cuando todo se acaba, Él te sigue amando; y su corazón quiere trabajar en el tuyo para que tú puedas amar por encima de todo juicio y prejuicio. Es tu demostración de amor lo que realmente cambia el corazón. Tú puedes tratar de poner reglas a tu marido, a tus hijos; pero te decepcionas, te defraudas, te lastimas más porque no cumplen con tus expectativas; pero gloria a Dios que su amor no hace eso contigo, y tú no deberías hacerlo con nadie. Tú tienes que amar, por encima de todo juicio, queriendo cambiar el corazón de aquellos a tú alrededor, y no sus acciones.

La religión trata de controlar lo que tú haces, pero lo que tú haces no indica que el corazón está arreglado. Dios arregla el corazón para que, eventualmente, tus acciones vayan acorde; tú podrías vestirte como cristiano, y eso no quiere decir que tu corazón esté limpio. Hay cristianos viviendo bajo las reglas, molestos con Dios porque creen estar haciendo lo mejor y que no deberían estar viviendo lo que están viviendo. Intentas, tratas; pero no se trata de lo que haces; es lo que vives en tu corazón lo que realmente cambia tu vida, y el que tú entiendas que el amor de Dios, cuando todo se acaba, todavía está ahí para ti.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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