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Confrontando los ataques de maldad

¿Quién no ha enfrentado ataques del adversario espiritual, Satanás? Todos nosotros. En las Escrituras no hay ningún pasaje en el que diga que estamos eximidos de las asechanzas y dardos que lanza contra nosotros.

Es cierto, Él no puede estar en todas partes, pero utiliza a sus huestes. No lee nuestros pensamientos—lo cual solamente puede hacer Dios–, pero sí conoce nuestras actitudes e inclinaciones.

El gran reformador, Martín Lutero, escribió:

“Las asechanzas de nuestro enemigo no son ninguna broma. Antes bien, lo que está en juego es nuestra vida eterna o nuestra muerte eterna. El blanco de sus ataques son los cristianos que han sido llamados por Cristo y que se aferran a la Simiente prometida a nuestros primeros padres. El diablo quiere desplazar a Cristo por todos los medios a su alcance. Es evidente que los cristianos han sido llamados no a un estado en el que pudieran sentirse tranquilos y seguros, sino a un estado en el que importa ser sobrio y velar no decrezca la fervorosa dedicación a la palabra de Dios, tanto escrita, como predicada y a la oración.”

¿Debemos darnos por vencidos ante las batallas? Por supuesto que no. Nuestro compromiso como hijos de Dios, redimidos por Jesucristo, es confrontar las acciones de maldad. Fuimos rescatados en la cruz, y no podemos seguir en ataduras.
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En ese orden de ideas, vamos a avanzar siempre, prendidos de la mano de Aquél que nos salvó:Jesucristo.

NO PODEMOS IGNORAR LOS ATAQUES DE SATANÁS
Nuestro adversario, Satanás, siempre está atento a nuestros descuidos para enviar ataques. Es un hecho que aprendemos y se reafirma en múltiples pasajes de las Escrituras.

El enemigo quiere robarnos la plenitud de la vida, que nos pertenece (Juan 10:10)
Por la obra redentora del Señor Jesús en la cruz, podemos experimentar una vida plena.
Por la obra redentora del Señor Jesús en la cruz, tenemos asegurada la victoria en nuestras batallas diarias.

El propósito eterno de Dios es bendecirnos. El propósito de Satanás es robarnos lo bueno de la vida (Santiago 1:17)

Debemos estar alerta frente a las maquinaciones del adversario (2 Corintios 2:11)
Tenemos la autoridad de Cristo para resistir las asechanzas del enemigo (Lucas 10:12; Santiago 4:7)

AFIRMADOS EN DIOS, PODEMOS CONFRONTAR LOS ATAQUES DEL ENEMIGO
Ya tenemos asegurada la victoria por la obra de Jesús en la cruz. Es la gracia de Dios que opera a nuestro favor. Así lo aprendemos en la Palabra:

No podemos doblegarnos a los ataques del enemigo, sino resistirlo (Santiago 4:7)
Cuando la Palabra de Dios anida en nuestros corazones, podemos resistir a Satanás (Mateo 4:1-11)

Las verdades de la Palabra nos afirman.
Las verdades de la Palabra derriban argumentos que se levantan en contra de nosotros.
Nuestras armas son poderosas en Dios para resistir los ataques del enemigo (2 Corintios 10:4)

La sangre de Cristo nos lleva a vencer los ataques de Satanás (2 Corintios 10:4)
La armadura de Dios nos permite confrontar eficazmente los ataques del enemigo (Efesios 6:10-18)

EL PODER DE JESUCRISTO DOBLEGA LOS ATAQUES DEL ENEMIGO
Nuestra identidad, por la gracia de Dios, es la de ser hijos de Dios. Lo hizo posible la obra redentora de Jesús en la cruz. El enemigo no debe ni puede tener poder sobre nosotros, cuando caminamos de la mano del Señor Jesucristo.

La fe en Jesucristo nos permite enfrentar las fuerzas de la maldad (Marcos 16:17)
En el nombre del Señor Jesucristo toda potestad se doblega (Filipenses 2:9-10)
En el poder del Señor Jesucristo somos libramos de todo ataque, e incluso, ataduras de maldad (Lucas 4:18-19; Hechos 10:38)

La gracia de Dios manifestada en el sacrificio redentor del Señor Jesús, nos liberta del poder del enemigo (Salmo 107:2; Salmo 9:9; Juan 8:36)

ES TIEMPO DE SER LIBRES
No negamos que enfrentamos ataques del enemigo. Sin embargo, con fundamento en las Escrituras, tomamos conciencia de que estamos llamados a vencer en todas las confrontaciones.

El autor y teólogo, R.C. Sproul, escribió:

“… hay dos problemas que el cristiano tiene con Satanás. Uno está en subestimar la realidad y el poder de Satanás. Para Satanás – no hay nada que lo haga más feliz que una generación de cristianos que no creen que exista porque entonces puede trabajar tranquilo. Puede ir a donde él quiera y entrar. Nadie lo va a molestar porque nadie cree que esté allí. ¿Qué mejor ventaja podría tener? Pero si eso no funciona en una cultura, la gente tiende a ir al otro extremo. El otro peligro es sobreestimar el poder de Satanás. Nuestra propia cultura cristiana, ha reaccionado de tal forma que ahora está tan preocupada con Satanás, que ya no queda espacio para la actividad humana. Todo mal y todo pecado es el resultado de la opresión o posesión satánica. De hecho, es la acusación de Satanás, la cual creo que es la obra principal del diablo en la vida del cristiano… es importante tener una conciencia limpia, tener una fuerte certeza de la seguridad del perdón a medida que libramos esta lucha por el crecimiento personal.”
Conclusión

En la cruz, nuestro amado Salvador Jesucristo, venció y nos aseguró la victoria. No debemos temer al adversario, sino mantenernos alerta frente a sus ataques. Si ya tenemos ganada la batalla, sabemos –entonces—que la confrontación tiene un final que conocemos de antemano: Satanás tiene que huir, porque ante el poder de la cruz, toda hueste de maldad se doblega.

No podría terminar sin antes invitarle para que se apropie de la gracia de Dios. Por Su gracia ilimitada, el Padre perdona nuestros pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento, nos abre las puertas a una nueva vida y nos asegura la eternidad en Su presencia. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.

Fuente:
Fernando Alexis Jiménez

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