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Como en espejo

Entender el contexto histórico en que se escribieron los Evangelios, te pone en el marco de referencia de lo que estaba pasando, porque lo que se escribió era para un pueblo que tenía esa perspectiva específica. Mateo, Marcos, Lucas y Juan, cada uno, nos presenta un lado diferente de Jesús; como Rey, servidor, el Hijo del Hombre, y el Hijo de Dios. La Biblia nos presenta a Dios también como Padre. Hay gente que no puede ver a Dios como Padre, porque el que tuvieron no fue el mejor; les dices que Dios es su Padre, pero si su padre les dejó, les abandonó, el marco de referencia que tienen no les permite recibirlo. Y esa es la lucha, la batalla que vemos a través de los Evangelios. Jesús trata de hablar con la gente, y los mismos que escriben tienen un blanco en específico: Hablarle a un grupo de personas específico; por lo tanto, lo que narran es para mostrarle a ese grupo quién era Jesús.

Nosotros tenemos que entender cada uno de esos cuatro conceptos; que él es nuestro Rey, es el Servidor. En Juan, él dice: Yo soy el pan de vida, yo soy la fuente; porque él quiere que tú lo conozcas como el Hijo de Dios; él quiere que tú conozcas quien él es para tu vida. Cuando tú puedas mirar a Jesús cara a cara y puedas ver al Rey, al Servidor, puedas tener la imagen correcta de quien es él, entonces tú puedes esperar la transformación de tu vida porque ahora, con esa imagen, tú te vas a conformar.

“18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18

La razón por la que tú te miras a un espejo es para arreglarte; el que se mire meramente para contemplarse es un narcisista. Después que te miras y te arreglas, sales confiado en que lo que viste en el espejo refleja verdaderamente cómo te ves.

Y todo lo que Dios quiere es que tú te mires como en un espejo, que lo mires a Él. Y en cada uno de los Evangelios se te presenta un rostro de Jesús, una parte de Jesús, una cara de Jesús, para que tú puedas vivir al estándar, a la medida y la plenitud de Cristo.

Lo que pasa con los judíos y su creencia es que, si ahora todos somos hijos de Dios, entonces se pierde la exclusividad. Ellos no podían entender que Dios quería ser inclusivo; pretendían que Dios fuera exclusivo, que fueran ellos nada más; por eso es que la ley lo que quería era obligar a que todos se circuncidaran. Pero nosotros no podemos ser jueces en la sociedad. Tenemos que presentar a Jesús, la imagen correcta, y dejar que la gente sea transformada bajo esa imagen. Ninguno de nosotros es juez para escoger quién va a ser salvo y quién no. Hay un Juez que sabe quién es y quién no. Hay gente que piensas que van a ser salvas y que no vas a ver en el cielo, y viceversa. Hay quienes van a la iglesia y saben qué decir, qué hablar, pero el corazón no está en el lugar correcto.

Hay quien se pregunta si una persona que se suicida va para el cielo o no.   Esa es una pregunta difícil; somos de los que creemos que, en el último segundo, Dios puede hacer algo por lo que la persona pudiera ir al cielo. Pero no somos nosotros quienes juzgamos eso. El problema a través de la historia es que la gente religiosa hace religiones exclusivas en vez de ser inclusivos. Inclusivos no quiere decir que voy a incluir todas las tendencias de afuera, pero no te voy a excluir de la gracia de Dios. Incluyendo a unos y excluyendo a otros, pudiera ser que te excluyeras a ti. Deja que sea Dios. Aprende a trabajar con el amor de compasión.

Hay quien cuestiona si será justo que alguien que se arrepiente en sus últimos días vaya al cielo y tenga allá la misma salvación y la misma mansión. Pero eso es gente que tiene deseos reprimidos y parece que hay cosas que quieren hacer y que todavía no han vencido; porque, si tú estás pendiente a lo que otro se fuma, a lo que otro fornica, a lo que otro se bebe, es porque dentro de ti también tú lo quieres. Y quizás el cuestionamiento es para tener una excusa de ir y hacer esas cosas, pensando que en sus últimos días puede arrepentirse y Dios lo va a aceptar. El verdadero creyente no busca una excusa para hacer estas cosas, sino que busca ser libre de todo esto. El que piense así necesita trabajar consigo mismo. Además, ¿cuál es la mejor vida? ¿La que una persona que lleva así, o la que tú llevas? Porque esto no se trata únicamente de vivir en el cielo; la eternidad no comienza el día que tú mueres y vas para el cielo, sino el día que tú le entregas tu vida al Señor. Y la eternidad te asegura vivir en esta tierra… tú no quieres la vida de una persona adicta a drogas, que la última semana sea que conozca a Cristo como su salvador. Tú prefieres vivir tu vida conociéndole, porque jamás tu vida se compara a la vida de esa persona. No es que tu vida sea más valiosa que la de la otra persona; tu vida, por tus decisiones, ha sido mejor que ese estilo de vida, y lo que tú quisieras es que todos vivieran el estilo de vida que a ti te ha funcionado porque tú no promueves nada que a ti no te ha funcionado. Lo que te debe dar es pena que una persona, en la última semana de su vida, reconozca que pudo haber vivido diferente y que no lo pueda vivir porque no lo conoció antes. Pero el pueblo de Israel no pensaba así. Querían que todos se circuncidaran, que su ley fuera el Torá y punto. Cuando uno entra en eso, no permite la transformación que una persona puede experimentar.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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