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A pesar del impacto

“Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.  Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.  Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”  Juan 4:22-24

No es hasta que tú llegas a la dimensión del Espíritu que puedes realmente manifestar tu máximo potencial.  A través del tiempo, tu mente va creando una historia por la cual tú vives, que no necesariamente es la verdadera historia. Tomamos pedazos de nuestra vida, e ideas acerca de lo que nos ha pasado, y creamos una línea de pensamientos, llegando a conclusiones basadas en esas experiencias. Lo primero que vemos no necesariamente es la realidad, pero en nuestra mente, por nuestros prejuicios, formulamos las conclusiones de nuestra vida; y esto puede provocar que perdamos lo que Dios tiene para nosotros.

Esta mujer comienza a ceder, pero por sus experiencias, a la vez comienza a levantar barreras.  Primero, pone prejuicio en su mente: Ustedes son judíos; nosotros, samaritanos.  Jesús le dice: Olvida eso; si me conocieras, si supieras quien soy, sabrías que tienes que pedirme; pero tus prejuicios no te dejan, y no me dejan a mí hacer lo que yo quiero hacer por ti.  Jesús le ofrece agua viva, y viene otro prejuicio: “¿Cómo la vas a sacar?  Tú no tienes con qué sacarla.”  Eso es una mente tan cautiva por su pasado, que todo lo ve negativo: Primero era “eres judío”, ahora es “no tienes cántaro”.  Después era: “Tú adoras a alguien diferente.”  En su encuentro con el Señor, mientras él quiere devolverle el poder de su identidad, ella lo que está es levantando prejuicio, condenación, todo lo que es obstáculo para recibir de parte de Dios lo que Él quiere darle.

Muchas veces, eres tú en tu mente quien limita el poder de Dios en tu vida.  Con tus prejuicios, te separas de lo que Dios tiene para ti.  Alguien te va a hacer un regalo y tú lo rechazas porque te parece demasiado caro.  Jamás rechaces un regalo de alguien porque tú pienses que es muy costoso, o porque por tus fuerzas tú no lo puedas alcanzar.  No se trata de lo que tú puedas pagar, es que quien te regala, no puede regalar menos que eso.

Aquella mujer estaba creando en su mente razones por las cuales no tener la experiencia que Dios quería darle.  Quizás, en tu mente, has creado tal historia que no permite que la gracia de Dios se manifieste en ti de manera que tú veas tu máximo potencial.  La historia que tú has creado en tu mente acerca de ti, es como un auto chocado.  Los autos están hechos para absorber la energía de un impacto.  El impacto es energía.  Los carros de carrera los hacen diferentes porque, a mayor velocidad, mayor es la energía que puede recibir en un impacto, y tiene que haber una cobertura para poder moverse a esa velocidad de manera que, si hubiera algún impacto, la persona quede a salvo, y el impacto sea absorbido por el automóvil.  Ahora bien, no importa cuán fuerte sea un automóvil, luego de recibir un impacto, siempre queda dañado; no importa cuán bueno sea, siempre va a haber una marca.  Tu mente absorbe energía de los malos pensamientos, de tus circunstancias.  Ibas camino a la victoria, y te ocurre un divorcio; ibas a algo nuevo, y te despidieron; ibas a progresar, y perdiste algo, tuviste un choque y tu mente absorbió la energía del impacto.  Pero lo peor es que, muchas veces, ese impacto se transfiere al hombre y la mujer interior.

Tú no podrás arreglar el impacto del auto, pero si la persona que está dentro puede caminar y salir con vida, entonces, el auto hizo el trabajo que tenía que hacer.  Tienes que entender que tu mente siempre va a ser tocada, en tu mente siempre habrá frustraciones.  Cuando pasas por experiencias negativas, quedas con marcas en tu mente.  Todo lo que has vivido, a través de los años, lo bueno y lo malo, está en tu mente, en tu pensamiento.  Esto te hace pensar negativo, con prejuicios, sarcasmo y desconfianza; y ante nuevas experiencias, tu mente comienza a recrear la historia del pasado.  Eso es lo peor que te puede pasar.  Tu vida tiene que ser como un auto de alta velocidad, estructurado de manera tal que, cuando reciba el impacto tú puedas salir ileso, caminando, montarte en otro auto para seguir adelante y culminar la carrera a la que Dios te ha llamado.  Es importante que tu mente tenga la capacidad de absorber las circunstancias negativas pero que tu hombre interior permanezca sólido para que puedas seguir hacia todo aquello que Dios quiere para tu vida.

La pregunta es, si después de un impacto tan fuerte te atreves a montarte una vez más.  Algunos no, otros sí, pero siempre está el recuerdo.  Tienes que ser de aquellos que aunque tengan un accidente, siempre se vuelven a montar.  Siempre te vas a acordar, pero no puedes permitir que el recuerdo limite lo nuevo de Dios para tu vida.  Si lo que haces es juzgar, culpar a otros por esas experiencias del pasado, terminas distorsionando el mundo a tu alrededor.

Cuando tú no entiendes esto, lo primero que haces es juzgar a los demás.  Hay gente que siempre está juzgando, hablando mal de otro, cuestionando a otro, cuestionando las intenciones de otro, asumiendo que sabe lo que el otro está pensando.  Hay quienes no han hecho trato contigo por lo que otro le ha dicho.  Nuestros propios juicios nos limitan.  Quizás te hablaron mal de este ministerio, pero un día te atreviste, por encima del juicio que tenías, a acercarte, y ahora lo que piensas es: Lo hubiera hecho antes.  El juicio que tenías estaba deteniendo lo que Dios quería hacer por ti.

El prejuicio viene de lo que otros dicen, de tus experiencias pasadas.  Hay quienes todo lo que hacen es culpar a alguien: Si aquel hubiera –o no hubiera – hecho por mí.  Hay gente que, por más mal que te hagan, lo que te están haciendo es un favor.  Cristo necesitaba de Judas; alguien tenía que entregarlo; si Judas hubiera pedido perdón, la cosa para él hubiera cambiado.  Aun la gente que te ha querido hacer daño, tú los necesitas; al que te despidió, a los que te han señalado, tú los necesitabas.  Montones de cosas han pasado en tu vida porque alguien ha hecho algo en contra tuya y, por causa de eso te has movido a otro nivel.

Si vives una vida con la historia hecha con tus experiencias del pasado, estás deteniendo lo que Dios quiere hacer hoy contigo.  No todo el mundo te va a engañar, no todo el mundo es malo, no todo el mundo te va a dejar, no todo el mundo va a hacer algo en contra tuya, no todo el mundo la tiene contra ti.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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