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Un salmo para los pelegrinos de la vida

Navegar en las redes sociales no sólo es para diversión, saber cómo están tus amigos, subir fotos jocosas o enterarte de las últimas noticias; si buscas bien -como si fueses un buscador de tesoros-, puedes encontrar preciosas perlas que te ayudarán a enriquecer tu día, y por perlas me refiero a verdades, reflexiones y comentarios que aportarán valor a tu vida. La explicación de este salmo puede ser una de esas perlas, te invito a leer.

El Salmos 121 es considerado por los expertos una de las narraciones bíblicas más conmovedoras del A.T., porque encierra en sus 8 versos la esencia misma de la vida…, un viaje. El salmo por tanto es conocido también como “la oración de los peregrinos”, y era realizada por todos los viajeros que se movilizaban a Jerusalén para celebrar las fiestas (si bien su origen se debe a una caminata de muerte, una que un fugitivo tuvo que hacer para salvar su vida). Cuando los peregrinos estaban a punto de llegar a la Ciudad Santa comenzaban a rezar este salmo y les diré porqué, explicando verso por verso utilizando la conocida versión RV1960. Síganme.

v. 1. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?”. David escribió este salmo en una de sus épocas más tristes. Su amigo y consejero espiritual había muerto -Samuel-, y su propio hijo lo perseguía para matarlo y quedarse con el reino (Absalón). El rey huía por el desierto de Parán y a lo lejos veía las montañas que se levantaban impetuosas. La creencia antigua decía que en las altas cumbres vivían los dioses, por eso la gente iba y ofrecía allí holocaustos de animales y hasta sacrificaba humanos (dios Moloc) invocando así la ayuda divina. Por eso David afirma, “la gente dice que en las montañas están los dioses, que allí puedo encontrar ayuda”, y luego se pregunta, “¿será que en verdad ellos pueden salvarme?”. La afirmación y pregunta no es un momento de debilidad del salmista, al contrario, es un momento de profunda reflexión, de interiorización; David reconoce su precaria condición y sabe que necesita ayuda con prontitud, su vida pende de un hilo.

v.2. “Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. Luego de la pregunta él mismo se responde diciendo que su ayuda, su salvación, su respuesta proviene de Aquel que hizo las montañas, del Único Dios verdadero que está por sobre los dioses de la época. Mientras que Astarté, Baal, Moloc, Aserá y otras deidades vivían en la montañas, Jehová es el que hizo esas montañas y su morada no radicaba ahí, sino en los cielos donde ningún otro dios se atrevía a subir. Por eso David con esta afirmación se afirma así mismo, se da ánimos, se auto-motiva diciendo para sus adentros: “Ellos confían en los dioses de las montañas, yo confío en el Dios que hizo las Montañas”.

vss. 3, 4, 5. “No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha”. Estos tres versos apuntan a lo mismo. David compara a Jehová con tres figuras que para él eran reconocidas porque fueron parte de sus experiencias. El verso 3 habla de un pastor que vigila a sus ovejas, un pastor que mientras cuida al rebaño debe cuidarse de no resbalar por los despeñaderos en que a veces las ovejas se metían. Dios, el Pastor de pastores cuida a David y no permite que sus pies resbalen, es más, ni siquiera duerme con tal de cuidar de su vida, tal como hacían los pastores de rebaños los cuales velaban toda la noche para proteger a sus animales de las fieras del campo; seguramente el rey recordó sus días de juventud cuando cuidaba las ovejas de su padre. El verso 4 habla de aquellos centinelas que se apostaban en las torres de las ciudades y desde ahí vigilaban que todo fuera de la ciudad estuviera en orden, avistando posibles peligros como ejércitos extranjeros, turbas de ladrones o incluso tormentas de arena. Los centinelas al igual que los pastores no debían dormir mientras estaban de turno, y eso mismo ocurre con Jehová, Él no duerme, sino que vigila que sus hijos estén a salvo. Es muy probable que David haya recordado sus tiempos cuando fue soldado en las tropas milicianas de Saúl, donde quizá ejerció como centinela cuando sus turnos así se lo indicaban. Por último el verso 5 habla de un gesto de camaradería entre compañeros de armas: En el Oriente Medio, el soldado-caminante agradecía las sombras, pues lo amparaban del sol abrasador. Pues bien, Jehová es para sus siervos como una sombra que los resguarda del calor ardiente de la calamidad. Obsérvese que Él está a la “mano derecha”. En las batallas de la antigüedad, el soldado dejaba su diestra un tanto desprotegida, ya que sostenía el escudo con la mano izquierda. Por ello, había veces en las que un amigo fiel luchaba a su derecha para cubrirlo. Jehová, igual que el buen amigo, permanece al lado de sus siervos, siempre dispuesto a apoyarlos.

vss. 6 y 7. “El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma”. Son dos versos de afirmación. David recuerda los relatos de los antiguos, aquellas narraciones que decían que mientras los israelitas deambularon 40 años por el desierto una nube les daba sombra en el día y una columna de fuego les daba calor en la noche. Declarando con esto que la protección de Dios se mantiene por 24 horas, los 365 días del año. El verso 7 es la declaración que su alma necesitaba oír: “¡Dios te guardará David!”, es lo que se repetía mientras caminaba bajo el sol abrazador del desierto. Él no podía esperar que ninguno de sus soldados fuese a animarlo, en cambio él mismo se animaba al declarar estas palabras que sabían provenían de experiencias del pasado cuando Jehová lo había librado de la muerte. Por eso dice, “Dios guardará tu alma”, porque sabía que el cuerpo podía morir por causa del enemigo, pero no el alma la cual sólo puede destruir el dador de vida, Dios.

v. 8. “Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre”. Una expresión que no es original de David, ya los judíos antiguos la utilizaban y se refería a las personas que confiaban en Dios tenían plena libertad de entrar a una ciudad, hacer negocios en ella y volver a salir con prosperidad y bendición. Pero David sabía muy bien que le estaba prohibido regresar a Jerusalén, su hijo Abasalón lo perseguía, ¿cómo entonces podía decir que Dios guardaría su entrada y salida? Es una declaración en tiempo futuro, no así los versos 6 y 7 que hablan del pasado. Aquí -verso ocho-, David se proyecta en el tiempo y sabe que con la ayuda de Jehová un día volvería a Jerusalén y podría “entra y salir libremente porque Dios lo guardaría de todo mal”. Nótese también que la forma de concluir este salmo es magnífica: La palabra “siempre” connota eternidad, un térmico poco convencional para los tiempos de David donde se pensaba que la muerte era el fin último de todo hombre, pero el rey David en medio de su aflicción había logrado mirar más allá de su propia vida, sabía que en el más allá le esperaban bendiciones suculentas difíciles de describir con palabras humanas.

Bueno amigos, esa ha sido mi contribución hoy. Espero que la lectura de este salmo te haya ayudado. No obstante, aún falta la aplicación personal a cada uno; en las líneas que acabaste de leer sólo está la interpretación del pasaje, ¿cómo lo aplicarías a tu vida siguiendo mis lineamientos? Tarea para la casa.

Fuente:
Pastor Gabriel Gil

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