Como Guardianes del Corazón y Nutriendo la Esencia de Nuestra Fe y como miembros del cuerpo de Cristo que somos, debemos reflexionar sobre una verdad fundamental, nuestras acciones y palabras tienen un profundo impacto en el corazón de Dios, como se nos recuerda en Proverbios 4-23, «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.»
Nuestro Señor nos ama incondicionalmente y ha entregado todo por nosotros. Cada uno de nosotros es un eslabón vital en este cuerpo espiritual, y nuestras elecciones no solo afectan a nuestra relación personal con Dios, sino también a la unidad y testimonio de la Iglesia en su conjunto.
En lugar de herir el corazón de Dios con nuestras acciones pecaminosas, llamemos a la reflexión y a la acción transformadora. Recordemos que somos portadores de su amor y gracia en un mundo necesitado. Aquellos que nos rodean deben poder ver la luz de Cristo brillando a través de nuestras vidas.
Seamos guardianes de nuestros corazones, evitando la envidia, el odio, la mentira y cualquier actitud que se aleje del amor y la santidad de Dios. Practiquemos el perdón y la reconciliación, mostrando la misma gracia que hemos recibido. A través de nuestras palabras y acciones, edifiquemos a otros en lugar de derribarlos.
Hermanos, recordemos siempre que nuestros corazones son el tesoro más preciado que podemos ofrecer a Dios. Cuidemos nuestras intenciones y mantengámonos firmes en la fe, permitiendo que el Espíritu Santo guíe cada aspecto de nuestras vidas.
Insto a cada uno de nosotros a meditar en Proverbios 4-23 y a hacer un compromiso sincero de proteger nuestros corazones y ser agentes de amor y unidad en el cuerpo de Cristo.
Que el Señor guarde nuestros corazones. Gracia Y Paz.