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La unción sin educación te mata

Hace algunos días publiqué en mi fans-page de Facebook la foto que ven arriba cuyo contenido no es más de tres líneas y es lo mismo que estoy utilizando como encabezado para este artículo (https://www.facebook.com/gabrielgilfans/). Las reacciones fueron diversas: algunos aprovecharon para despotricar sus frustraciones contra los seminarios teológicos, algunos se lanzaron con todo contra teólogos, sicólogos y filósofos, otros me ‘corrigieron’ instándome a no publicar este tipo de post porque “dañan al pueblo”, pero muy pocos interpretaron correctamente el “mentado párrafo”, y otros preguntaron con toda nobleza qué quise decir. A ellos ––los que le achuntaron y los que preguntaron–– va este pequeño artículo en el cual hago una interpretación del enuncio LA UNCIÓN SIN EDUCACIÓN TE MATA. Sin embargo antes de interpretar sírvase leer los siguientes puntos, mi intención es educarle, nada más.

1. UNCIÓN, SIGNIFICADO. Fuentes: https://www.significadobiblico.com/uncion.htm y https://www.gotquestion.org/Espanol/ungido-uncion.html

El significado bíblico de unción se refiere a aplicar aceite por alguna zona del cuerpo a modo de purificación, honor y respeto. Aunque en algunos casos la unción también se usaba a modo curativo. También se usaba en los ritos de consagración de muchos reyes, sacerdotes y profetas. La unción se realizaba siempre en un lugar sagrado, y simbolizaba un acto de respeto y unión, pero sobretodo de purificación. La unción era a veces aplicada incluso a objetos, para así purificarlos o ‘darles suerte’. Se han encontrado espadas en donde se decían que se usaba la unción para darles la mayor de las suertes en las batallas. Esta palabra en un uso menos sagrado, significaba el aseo corporal de las personas, el cuidado e higiene, aunque no estaba relacionado en absoluto con algo sagrado.

Podemos encontrar la palabra unción en algunos de estos pasajes :

  • Éxodo 35.  “y las especias aromáticas, y el aceite para el alumbrado, y para el aceite de la unción, y para el incienso aromático”
  • Éxodo 30. “Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa”
  • Éxodo 30. “Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones”

OTRA DEFINICIÓN: El origen de la unción viene de una práctica de los pastores de la antigüedad. Los piojos, garrapatas y otros insectos a menudo entraban en la lana de las ovejas, y si llegaban cerca de la cabeza de las ovinos podían hacer una madriguera en sus orejas y matarlas. Entonces los antiguos pastores vertían aceite en la cabeza de sus animales. Esto para que la lana quedara resbaladiza, lo que hacía imposible que los insectos llegaran cerca de las orejas de las ovejas (los insectos se deslizaban, no podían agarrarse del pelo). De esto, la unción llegó a ser símbolo de bendición, protección y empoderamiento.

Las palabras griegas del Nuevo Testamento para “ungir” son chrio, que significa “untar o frotar con aceite” y, por implicación, “consagrar para un oficio o servicio religioso”; y aleipho, que significa “ungir.” En tiempos bíblicos, la gente era ungida con aceite para significar la bendición de Dios o el llamado de Dios a la vida de esa persona (Éxodo 29:7; Éxodo 40:9; 2 Reyes 9:6; Eclesiastés 9:8; Santiago 5:14). Una persona era ungida para un propósito especial – para ser un rey, un profeta, un constructor, para recibir sanidad, etc. No hay nada malo con ungir una persona con aceite hoy en día (muchas iglesias lo hacen). Sólo tenemos que asegurarnos de que el propósito de la unción esté de acuerdo con las Escrituras. La unción no debe ser vista como una “poción mágica”. El aceite mismo no tiene ningún poder. Es solamente Dios quien puede ungir a una persona para un propósito específico. Si usamos aceite, es sólo un símbolo de lo que Dios está haciendo.

Otro significado de la palabra ungido es “escogido.” La Biblia dice que Cristo Jesús fue ungido por Dios con el Espíritu Santo para predicar la Buena Nueva y liberar a aquellos que habían sido cautivados por el pecado (Lucas 4:18-19; Hechos 10:38). Después de dejar Cristo la tierra, Él nos dio el don del Espíritu Santo (Juan 14:16). Ahora todos los cristianos somos ungidos (no solo algunos), todos fuimos escogidos para un propósito específico: promover el Reino de Dios (1 Juan 2:20). “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” (2 Corintios 1:21-22).

2. EDUCACIÓN. Fuente: https://conceptodefinicion.de/educacion/

El concepto de educación se define como un proceso a través del cual, los individuos adquieren conocimientos, ya sea habilidades, creencias, valores o hábitos, de parte de otros quienes son los responsables de transmitírselos, utilizando para ello distintos métodos, como por ejemplo, mediante discusiones, narraciones de historias, el ejemplo propiamente dicho, la investigación y la formación. Tomando en cuenta la definición de educación, es importante acotar que únicamente no se da a través de palabras, puesto que en las acciones de cada individuo puede haber algo de ello, así como también en las actitudes y sentimientos. Por lo general el proceso educativo es dirigido por una figura de gran autoridad, como por ejemplo los maestros, los padres, directores, etc., pero eso no significa que una persona no se puede educar a si misma, por medio de un proceso que se conoce como aprendizaje autodidacta. Por tanto y tomando en cuenta todo lo expuesto, se puede entender que todo proceso que tenga como resultado un efecto formativo, en la manera en el que el individuo lo siente, piensa y actúa, se puede decir que es un proceso educativo. La educación entonces no sólo se da en las aulas, sino en la vida misma.

3. LA UNCIÓN SIN EDUCACIÓN TE MATA, Y ESTROPEA TU MINISTERIO (Interpretación).

Por educación no me refiero a un entrenamiento formal solamente (seminario teológico, instituto bíblico o universidad), sin embargo el haber tenido este tipo de capacitación no es malo (yo he sido uno de los afortunados); pero tampoco te hace un ministro superior (jamás afirmaría tal cosa). Bien lo mencionó el Dr. Ricardo Ramírez y la Ptra. Jessica Pereira, “hay ministros que sin haber pasado por seminarios han demostrado ministerios fructíferos”…, ¡así es! Pero también acertó el Abogado Pablo Cabrera quien dijo que “no hay que entender educación como un proceso sistemático solamente, sino integral”…, nuevamente ¡así es! También acertó Carol Segarra al decir coloquialmente, “¿también aplica al revés verdad? porque la educación sin unción también te mata”…, ¡bam!

Ahora sí, acá va mi interpretación:

Podemos contar con el respaldo del Espíritu Santo para hacer la labor encomendada (unción), pero a esa unción debemos agregarle educación: O sea formación ya sea formalinformal. Si tienes la oportunidad de ir a un seminario teológico a capacitarte hazlo, ¿qué mal te puede hacer? ¡Ninguno!, al contrario “educarás tu fe” (no todos entenderán esto). Pero si no tienes la oportunidad ––por los motivos que sean––, hay otras formas de educarte, ¡no hay excusas!: Leyendo libros, asistiendo a conferencias, hablando con ministros-mentores que te direccionen, participando de talleres, observando los aciertos y errores de compañeros en el ministerio, aprendiendo a mejorar tu carácter, tus hábitos, tu disciplina personal. La educación no está reservada para las aulas, es democrática y accesible sobre todo hoy que contamos con tantas herramientas para ser ser “ministros autodidactas”; y no obstante, insisto, si tienes el chance de entrenarte formalmente no dudes en hacerlo. Tu unción no será mayor, pero tu ministerio sí porque adquirirás herramientas reservadas para quienes las buscan.

La biblia dice que “Sin bueyes el granero está vacío; Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan” (Proverbios 14:4). Salomón nos dice que con las herramientas adecuadas (bueyes) el granero (tu ministerio, tu proyecto, tu emprendimiento) será más fructífero (abundancia de pan); sin bueyes igual puedes conseguir el pan, pero será más trabajoso. ¡La educación formal o informal hace que tu unción sea más fructífera de lo que ya es! Al educarte aprendes a predicar mejor, orar mejor, discernir mejor, hablar mejor, callar cuando debes hacerlo, administrar mejor tu iglesia, tener conversaciones profundas y sencillas con la gente, al educarte comienzas a ver que tu ministerio adquiere nuevos niveles de espiritualidad, no para sentirte canchero o arrogante, sino para darle gloria a Dios. ¡¡La educación son los bueyes que necesitamos para que nuestros graneros estén llenos a reventar!! 

Deseo terminar con esto, muchos buenos ministros ––ungidos con poder––, no llegaron allí solo por orar, ayunar y leer la Biblia; ellos se educaron (formal o informalmente) y lo hicieron porque comprendieron que “la mucha letra mata…, pero la ignorancia”. Pero también sé que buenos teólogos/educadores/conferencistas se extraviaron en sus muchos estudios, se corrompieron, apostataron, ¿por qué? porque dedicaron más tiempo a la academia y poco al Espíritu, esto también está mal. Ante esto ¿qué hacer? Una palabra lo resume todo: EQUILIBRIO. Es decir, “orar y estudiar”, “ayunar y capacitarse”, “leer la Biblia pero también teología”, “predicar con unción, pero también con seriedad académica”…, al hacerlo te habrás convertido en un ministro NO SUPERIOR, pero sí uno que maneja a la perfección la educación y la uncióndos herramientas que no son enemigas, al contrario, son complementos que todo buen líder debe poseer de manera equilibrada.

Fuente:
Gabriel Gil

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