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La Fidelidad

La Biblia nos habla sobre hombres que fueron notables por suproceder y su forma de resolver situaciones a las que se enfrentaron, como es el caso de Abraham, a quien Dios dijo que saliera de su casa y su parentela a una tierra que le mostraría. 

La Palabra dice que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia.  

A Abraham se le da el honroso título de padre de la fe, ya que, confió totalmente en que lo que el Señor le había prometido todo y cumplió fielmente con lo que el Señor le ordenó.  

Cabe preguntarnos ¿Qué tan dispuesto estás a que Dios te diga, sal de tu tierra y de tu parentela?  ¿Lo dejarías todo por la orden del Señor?  ¿Hasta donde serías fiel en cumplir con esta orden? Realmente son preguntas que como cristianos, amantes del Señor debemos hacernos constantemente, porque buscar a Dios a medias no sirve, que tu sí sea sí y que tu no, sea no, frío o caliente, pero tibio te vomitarán; la decisión de ser fiel a la orden de Dios te cambia la vida.   

También nos llama la atención la vida de Moisés, quien, a pesar de su reticencia en un principio, se convirtió en libertador, líder y legislador de su pueblo; podemos poner excusas delante del Señor, pero habrá algo imposible para Él, desde luego que para nosotros sí, pero si como Moisés, tomamos la decisión de caminar, aunque sea a empujones, llegaremos a cumplir con el santo llamamiento que hemos recibido.  

Dentro de los hombres que fueron fieles a Dios, está José, el hijo de la vejez de Jacob, a quien su padre amaba más que al resto de sus hermanos.  Luego de que sus hermanos lo vendieran a unos mercaderes, fue llevado a la casa de Potifar, un oficial egipcio de Faraón, capitán de la guardia, quien lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allá. 

Y vio su amo que el Señor estaba con él y que el Señor hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía.  José actuó con lealtad ante su amo, llegando a ser su siervo personal y sucedió que desde el tiempo que lo hizo mayordomo sobre su casa y sobre todo lo que poseía, el Señorbendijo la casa del egipcio por causa de José; y la bendición del Señor estaba sobre todo lo que poseía en la casa y en el campo. La mujer de su amo miró a José con deseo y le dijo: Acuéstate conmigo.  Pero él rehusó y dijo a la mujer de su amo: Estando yo aquí, mi amo no se preocupa de nada en la casa y ha puesto en mi mano todo lo que posee.  No hay nadie más grande que yo en esta casa y nada me ha rehusado excepto a ti, pues tú eres su mujer. ¿Cómo entonces iba yo a hacer esta gran maldad y pecar contra Dios? Podemos ver aquí en este relato, la fidelidad que José manifestó durante su travesía como esclavo, primeramente a Dios y luego a su amo; ahora bien, la fidelidad es el séptimo de los frutos del Espíritu, mencionados por Pablo en su carta a los gálatas (Gálatas 5:22), por lo que entendemos, que cada uno de nosotros debemos ser fieles a Dios a pesar de las circunstancias de la vida en las que nos encontremos, ya sea en la escasez o en la abundancia y en todo lo que hacemos, pues Dios es fiel, como dice la Biblia: Reconoce pues, que el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos (Deuteronomio 7:9) y es más, no puede dejar de serlo, aunque nosotros seamos infieles, ya que dice Pablo: Palabra fiel es ésta: Que si morimos con Él, también viviremos con Él; si perseveramos, también reinaremos con Él; si le negamos, Él también nos negará; si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo2:11-13).   

El mayor ejemplo de fidelidad dentro de la Escritura, lo tenemos en nuestro Señor Jesucristo, quien fue fiel hasta la muerte. La carta a los hebreos, llama a la reflexión a los santos, participantes del llamamiento celestial, a que consideremos a Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe, quien fue fiel al que le designó, es decir al Padre Celestial, aún en sus palabras.   

La Biblia nos relata: Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras (Mateo 26:39). 

 En su ejemplo, nos muestra la reverencia y confianza de exponernos por completo al Señor reconociendo nuestra fragilidad y debilidad ante una situación adversa, aúnasí, como Él, debemos saber que nuestra vida está en sus manos y no en las nuestras.  Jesús nos muestra un pensamiento mucho más alto en esta situación, pues aún a sabiendas del futuro que le esperaba y de todo el sufrimiento que le sobrevendría, puso su mirada en el gozo que fue puesto delante de Él para convertirse en el autor y consumador de la fe, sabiendo que esto solo era momentáneo y que se sentaría a la diestra del trono de Dios (Hebreos 12:2); de aquí podemos entender que como ha dicho el Señor, sus planes no son de destrucción para nosotros, son de bien, para que tengamos un futuro y una esperanza y esta es la vida eterna, por medio de Jesucristo nuestro Señor y Salvador.

 Dice la Palabra: Y Moisés fue fiel en toda la casa de Dios como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir más tarde; pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza (Hebreos 3:1-2; 5-6).  

 Juan dice en Apocalipsis: Y vi el cielo abierto, y he aquí, un caballo blanco; el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero y con justicia juzga y hace la guerra. Sus ojos son una llama de fuego y sobre su cabeza hay muchas diademas y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino Él. Y está vestido de un manto empapado en sangre y su nombre es: El Verbo de Dios. Y los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino, blanco y limpio, le seguían sobre caballos blancos (Apocalipsis 19:11-14)

  No cabe duda que la imagen perfecta de la representación de la fidelidad, es Jesucristo, que fue fiel sobre la casa como Hijo, dándonos la oportunidad a nosotros también de llegar a ser como Él, ya que dice la Escritura: Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios (Juan 1:12-13).  

Y agrega: Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó (Romanos 8:28-30); entonces amados, busquemos ser fieles al Señor para alcanzar tan grande galardón, estar con Él para siempre.

 

Fuente:
Ministerios Luz de las Naciones. Profeta, Pedro Legrand , Guatemala 🇬🇹

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