En un tiempo en el que la fe parece desvanecerse en muchas sociedades y la libertad religiosa enfrenta desafíos sin precedentes, el presidente Donald Trump ha anunciado la creación de la Oficina de la Fe de la Casa Blanca. Con esta iniciativa, se busca reafirmar la importancia de la creencia en Dios y la protección del cristianismo en Estados Unidos.
«Durante más de dos siglos y medio, nuestra nación ha sido un faro de libertad religiosa, pero en los últimos años, hemos visto amenazas como nunca antes», declaró Trump al firmar una orden ejecutiva el 6 de febrero.
Este nuevo grupo de trabajo, dirigido por el fiscal general Pam Bondi, tendrá la misión de erradicar cualquier sesgo anticristiano y garantizar que la fe siga ocupando un lugar central en la vida de los estadounidenses. Además, la Oficina de la Fe será liderada por la pastora Paula White, quien ha trabajado estrechamente con la administración para promover valores cristianos.
Trump destacó que su administración está comprometida con la defensa de la religión y que protegerá la libertad de fe como un derecho fundamental. «Espero que cuando todo termine, mi mayor legado sea haber sido reconocido como un pacificador y un defensor de la fe», afirmó.
Este anuncio se dio en el marco de una reunión bipartidista que ha sido una tradición en Washington por más de 70 años, donde legisladores se reúnen para reflexionar sobre la importancia de la fe en la vida nacional.
Más allá de la política, este evento subraya una verdad fundamental: la fe sigue siendo el pilar que sostiene a muchas personas en tiempos de incertidumbre. Y aunque el mundo cambié, la necesidad de creer, orar y defender la libertad de culto sigue siendo inquebrantable.
