Editorial

Fruto que Resplandece para Vida

Es importante que entendamos las diferencias entre el trigo y la cizaña. ¿Cómo identificar en tu vida quiénes son cizaña, y quiénes trigo? ¿Cómo identificas si tú estás siendo cizaña o trigo? No hemos sido llamados a juzgar a nadie, pero la Biblia dice claramente: Por sus frutos los conoceréis. No has sido llamado a juzgar a nadie, pero tienes que juzgar el fruto porque, cuando ves el fruto, entonces, sabes qué árbol es. Viendo el fruto, puedes saber qué clase de persona es cada quien.

Por lo general, somos fácilmente impresionados por talentos, por habilidades; pero lo que verdaderamente debemos apreciar no es el talento, sino el fruto. El talento te lleva a un lugar, pero el carácter te sostiene; y el carácter correcto depende de una vida de relación con el Espíritu Santo. Por eso se le llama fruto del Espíritu, porque no se produce de ninguna otra manera. No puedes aprender paciencia; la paciencia la da el Espíritu.

El problema del fruto es que no es algo que se vea de inmediato, no se ve en un día, sino que se ve en toda una vida. Para ver el fruto de alguien, para ver los resultados en la vida de alguien, tienes que tener paciencia. La cizaña crece más rápido, pero, eventualmente, es cortada. El trigo tarda un poco más, pero su fruto sirve para algo.

Siempre prefiere ser trigo, y no cizaña. Decide dar fruto. Entra en relación con el Señor, y da fruto. No te dejes presionar porque otros parezcan ser mejor que tú hoy, porque otros aparenten habérsete adelantado. No te dejes deslumbrar por las apariencias. Dios te conoce, y la Biblia dice que viene un momento donde la luz de los justos va a resplandecer. Cuando llegue el momento, Dios te va a hacer resplandecer, y será él quien haga la separación y diga: Esa luz proviene de mí.

Una de las cosas que separa al trigo de la cizaña es que el trigo, cuando tiene fruto, se dobla. Llegado el tiempo de la cosecha, aun con fruto, la cizaña permanece erguida. De esta misma manera, puedes identificar quién es quién en tu vida; porque, el que es trigo, nunca permite que su fruto lo enaltezca, sino que, por el contrario, nuestro fruto nos hace cada vez más humildes, nos hace servidores. El trigo, mientras más fruto lleva, más se dobla. Por eso, dice la palabra que nos humillemos, bajo la poderosa mano de Dios, para que él nos exalte, cuando fuere tiempo. No te tienes que humillar ante otros, pero sí ante Dios. No es la definición del mundo de lo que es humildad lo que te hace humilde, sino la definición de Dios para humildad. Y para Dios, humildad es que, por más fruto que lleves, sepas quién fue quien te dio el fruto y, como fue Dios, tú te vas a inclinar para que sea él quien recoja.

Otra diferencia peculiar entre el trigo y la cizaña es que, el que se come una semilla de cizaña, sufre dolores estomacales. La cizaña solo sirve para estar allí erguida, porque nadie puede comer sus frutos. La cizaña crece rápidamente y se multiplica, pero no sirve para nada más. En cambio, una semilla de trigo se puede moler para hacer pan, que produce vida.

Una de las cosas que debes procurar es que todo lo que tú produzcas para Dios le dé vida a alguien. Tu vida tiene que estar dándole vida a alguien. ¿Cómo sabes si eres trigo o cizaña? La cizaña sirve solo para sí misma, pero el trigo da fruto que da vida a otros.

Dios quiere que tu fruto le dé de comer a otros. Dios quiere hacer que tú produzcas, para que tus frutos den vida a la vida de otros; que tú puedas producir, no tan solo para ti, sino para aquellos que están a tu alrededor. Por eso, tenemos que permanecer firmes, hasta el momento de la siega, para que permitamos que sea Dios quien haga separación y pueda, entonces, usar nuestra vida para dar de comer a otros.

Dios va a usar los resultados de tu vida para que la vida de otro sea tocada, sea impactada. No te dejes deslumbrar por los talentos de otro, ni tengas prisa. Viene el momento en que Dios va a hacer tu luz resplandecer ante los demás. Aquellos que son cizaña no lo van a ver, porque ellos serán arrancados, serán quitados. Y es que no se trata de resplandecer delante de los hombres, de ser admirados por el mundo; si buscas esto, eres cizaña. Se trata de resplandecer delante de Dios, y que él pueda usar tu vida para darle vida a otro.

No seas cizaña. Tú fuiste llamado a producir vida. Por eso, tú eres diferente.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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