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Dar lo mejor de nosotros

A veces nos quejamos que no somos tan buenos para esto o aquello. A veces vemos a gente con grandes talentos y anhelamos tenemos por lo menos el diez por ciento del talento que esas personas tiene, menospreciando así lo que se nos ha dado a nosotros.

Con el tiempo he entendido que no se necesita tener grandes talentos para dar lo mejor de nosotros, pues con lo “poco” que podamos tener podemos dar TODO de nosotros.

En una ocasión Jesús trato de explicar esta verdad a través de la siguiente situación que sucedió delante de sus ojos: “Jesús se sentó cerca de la caja de las ofrendas del templo y observó mientras la gente depositaba su dinero. Muchos ricos echaban grandes cantidades. Entonces llegó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía para vivir».” Marcos 12:41-44 Nueva Traducción Viviente (NTV)

La mayoría de expositores de la Biblia hablaría de ofrendas en este episodio, pero yo quiero que lleves pasaje más allá del dinero y hagamos una comparativa con lo que estamos dando a Dios, no en lo material, sino en lo que podemos dar a la hora de ser útiles para Él.

La mayoría de personas que tienen grandes talentos para servir a Dios no se dan cuenta de lo valioso que tienen y es por eso que a veces menosprecian lo que tienen y no dan todo de ellos creyendo de esta manera que con lo poco que dan es suficiente, pues su talento “lo llena” todo.

Por otra parte estamos aquellos que a lo mejor no somos tan buenos como otros pero que con un corazón sincero y humilde tratamos de dar lo mejor de nosotros en cada oportunidad.

Por ejemplo: pueda que tú seas bueno para predicar y no se dificulte, pero esa misma confianza que tienes en lo bueno que eres para expresarte en público o expresar tus ideas te lleva a conformarte y acomodarte, de tal manera que no das más de ti para hacer lo mejor, porque sabes que lo harás bien. La contra parte sería aquella persona que le cuesta expresar sus ideas en público y que le tiemblan las piernas pararse frente a un auditórium, pero que aun así trata de prepararse lo mejor, ora esperando el respaldo de Dios, estudio para saber bien lo que va expresar, pero sobre todo reconoce que no es él, sino que es Dios quien hablará por él. ¿Quién dio más?, ¿Aquel que “no necesita prepararse” mucho porque maneja bien la situación o aquella persona que sabe que no es tan bueno pero que cree que con la ayuda de Dios lo puede hacer bien?

A veces vamos por la vida confiados en lo “mucho” que tenemos, creyendo que es suficiente para Dios cuando en realidad solo estamos dando lo que nos sobra y no lo mejor de nosotros.

A veces creemos que estamos haciendo mucho para Dios, cuando en realidad no estamos haciendo nada.

¿Cuándo fue la última vez que conscientemente diste todo para Dios?, ¿Cuándo fue la última vez que te enfrentaste a la tentación y diste TODO de ti para negarte a acceder a ella?, ¿Cuándo fue la última vez que doblaste tus rodillas delante de Dios para interceder por su respaldo en lo que ibas a hacer para Él?

A veces cometemos el error de creer que somos tan buenos para lo que hacemos que nos olvidamos de que todo lo bueno que podamos tener proviene de Dios y que el día que Él decida apartar de nosotros aquellos talentos que nos hacían especiales dejaremos de ser lo que creemos que somos.

Hoy te invito a dar lo mejor de ti cada día, desde que te levantes hasta que te acuestes, cada día de tu vida, en cada situación que se presente, da lo mejor de ti para agradar a Dios, para servirle, para adorarle, para alabarlo, para que un día puedas estar seguro y tranquilo que Dios jamás te podrá reprochar que no diste lo mejor de ti en cada situación, porque sí lo hiciste.

Demos lo mejor de nosotros, porque Dios dio lo mejor de Él enviando a su Hijo a morir en nuestro lugar.

¡Demos lo mejor de nosotros para Dios!
“Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo.”
Romanos 12:1 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Fuente:
Pastor Enrique Monterroza | El Salvador, Centroamérica

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