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Cuando venga la prueba, clama

Al estudiar la vida de la viuda que se acercó a Eliseo después de la muerte de su esposo, vemos que la aflicción es parte de la experiencia de todo creyente: Lo importante no es si vamos a sufrir o no, sino qué vamos a hacer cuando venga la prueba a nuestra vida. Si vemos la prueba como una experiencia normal, y como un instrumento que Dios podrá usar para purificarnos y perfeccionarnos, estaremos preparados para encararla y manejarla correctamente.

La segunda enseñanza que se desprende de la conducta y experiencia de esta maravillosa mujer es que en medio de la prueba, ella buscó una solución. Ella se afirmó en el Señor, y después de su perplejidad y desesperación inicial, se lanzó a encarar el problema, a buscar una solución. No permitió que la prueba la venciera, o que la adversidad se apoderara de su vida.

Recordemos que en el panorama espiritual que ella ocupaba no es como ahora, que nosotros dice podemos ir directamente al Trono de la Gracia por medio de la obra de Jesucristo. En esos tiempos del Antiguo Testamento a esta mujer lo único que se le ocurrió fue ir adonde el profeta Eliseo. Ella fue directamente a la única fuente de poder que conocía.

En 2 Reyes 4:1-7 dice que: «Ella clamó a Eliseo diciendo: tu siervo mi marido ha muerto y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová.» Ella clamó, ella fue y presentó su necesidad, presentó su petición al Señor, y eso es lo que yo sugiero que nosotros tenemos que hacer.

Cuando estemos pasando por dificultades vamos a clamar al Señor, vamos a tomar acción, vamos a buscar una solución al problema. Esa palabra, “clamó”, se me queda pegada en la mente, porque clamar no es un pedir tibio e indiferente, así como casual; apunta más bien a una postura decidida, concentrada, clara, determinada. Tenemos que meditar en eso. La Biblia dice, “Clama a mí y yo te responderé”. Dios no responde a menos que usted no clame.

Hay tantos versículos, quiero animarles, que nos invitan clamar a Dios con intensidad, acercarnos a Él con una postura decidida que no abandonará el esfuerzo hasta que no hayamos recibido nuestro milagro.

Claman los justos, y el SEÑOR los oye Y los [quote_box_center][/quote_box_center]libra de todas sus angustias.
Salmos 34:17

Lucas nos relata la parábola de la viuda ante el juez injusto: “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”. La viuda de esta parábola no se dio por vencida hasta que no recibió la respuesta de parte del juez que necesitaba.

Yo he aprendido que en la oración está el secreto de la victoria. Pero no cualquier tipo de oración, sino una que persiste, una oración intensa y aguerrida, que planta su tienda ante el trono de Dios y no se va hasta que tiene el milagro en mano.

El Señor Jesucristo dice: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, tocad y se os abrirá.» Es un versículo lema de mi vida. Hay una parte que yo tengo que hacer. Santiago dice que no recibimos porque no pedimos. Dios no responderá si primero no clamamos.

La Palabra de Dios nos dice que nos acerquemos confiadamente al Trono de la Gracia. Hay que acercarse al Trono de la Gracia para recibir Su Gracia. El Señor está allí esperando, pero hay una parte que nosotros tenemos que hacer. Nosotros tenemos que presentarle nuestra necesidad con intensidad y confianza. Tenemos que clamar a Él. Tenemos que buscar una solución que sólo puede venir de parte de Él, y que Él está dispuesto a soltar sólo después que hayamos clamado.

¿Y no hará Dios justicia a Sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?
Lucas 18:7

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