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Cómo hablar con los hijos sin cometer errores!

Resulta extraño  que muchos adultos colapsen ante las preguntas inocentes de nuestros niños y niñas o ante los usuales cuestionamientos de  un/a adolescente.

Muchas personas me han escrito pidiendo algún consejo para poder hablar de cierto tema con sus hijos e hijas o preguntándome qué hacer cuando su comportamiento es inadecuado.

Lo que a muchos adultos les da miedo es  no encontrar la respuesta adecuada a una conducta o a un cuestionamiento. Hace poco escuchaba el relato de una mamá que me decía que ella había preferido no hablarle de sexo a su hija de nueve años porque le daba miedo que con esto ella fuera  a “abrirle los ojos”  y perdiera  su inocencia…. Lo que mamá no sabía era que la niña había estado conversando sobre el tema con unas compañeras y un compañero que se habían encargado de despertarle curiosidad de sobra al contarle los famosos chistes de Pepito.

Cuando la chica le preguntaba ¿qué era eso de hacer el amor? O  ¿por qué las mujeres tienen la menstruación? la mamá respondía siempre con una excusa, alegando a su edad  y a  su falta de madurez para entender ciertas cosas.

En otro caso, tuve la oportunidad de intervenir en la discusión entre un adolescente de quince años y su  mamá. El adolescente, indignado le cuestionaba un castigo que a mi parecer era realmente absurdo, porque no me imagino a un adolescente que por un mes no pueda ver tele, ni usar su video juego, ni su computadora, ni salir a la calle, ni hablar por teléfono!!!!!!!!

Pregunta importante: ¿qué iba a hacer con todo su tiempo libre? Porque, he de señalar  que académicamente el joven era excelente; simplemente había llevado una nota del orientador del colegio, pues en una situación de clase, según el profesional, el chico “había reaccionado violentamente” cuando  se defendió de la burla de unos compañeros que le pateaban su bulto.

El conflicto se subió de tono  cuando el adolescente  le preguntó a su mamá porque le castigaba de esa manera; ella  llevada por una tormenta emocional, en donde ganaba el enojo, simplemente le contestó  la frase célebre de muchos padres y madres : ¡Porque yo dije y punto!

Comprendamos que los adolescentes, las niñas y los niños de hoy, se han criado en mundo lleno de estímulos, son más críticos, analíticos de lo que usted y yo éramos en nuestras épocas.

Probablemente, si usted y yo en nuestra infancia hubiésemos contestado de esta manera la historia habría sido otra…  estaríamos  contando sobre la forma en la que probablemente nos abofetearon o nos castigaron… no solo por  la falta cometida, sino también por haber refutado.

Este tipo de respuesta es arbitraria, poco profunda y  autoritaria.  Los niños y adolescentes de hoy  no se bastan con este tipo de argumentos por lo que a la larga pueden incrementar el conflicto. Si usted tiene fundamentos para aplicar una medida, no será necesario recurrir a tal frase.

De estos ejemplos quiero agarrarme para tocar 3 errores  muy comunes que cometen los padres  a la hora de hablar con sus hijos e hijas:

Punto # 1 Evite dar por sentado algo sin haber dialogado profundamente el tema

En ocasiones, ésta posición puede  dificultar las relaciones entre padres e hijos. Cuando usted bloquea la comunicación con una postura rígida, está de alguna manera actuando en su contra, porque probablemente en una próxima situación su hijo/a no va a recurrir a usted a pedir su consentimiento. Hay ocasiones en que los adultos saltamos a conclusiones de manera ilógica, obviamos los puntos de vista que para ellos y ellas son válidas y nos amparamos  a la luz de la “sabiduría” y la “experiencia”.

En situaciones de conflicto; hable, dialogue, nada pierde en escuchar el punto de vista que tiene su hijo/a, esto no implica que usted tenga que ceder a algo con lo que no esta de acuerdo; sino que va a tener un punto de vista más amplio. Muchas veces los padres y madres  dictan una sentencia de forma precipitada, sin haber dado el beneficio del descargo, por eso cuando se percatan que dieron un paso en falso, caen en enormes sentimientos de culpa que al fin de cuentas no va a ayudar de mucho.  Busque establecer acuerdos basados en la comunicación, permítase jugar con las ideas y crear nuevas opciones.

No entre en pánico, trate de comprender  lo que se le plantea.

Punto # 2  ¿Esta seguro/a que los límites y las normas eran claras?

A veces  sucede que los conflictos surgen porque desde el principio las reglas no fueron claras. Hay casos inclusive en donde después de haber otorgado algún privilegio o algún permiso, sin dar ninguna razón se cancelan. O por ejemplo, se otorgó un permiso sin establecer cuales eran las limitaciones o las condiciones para este beneficio.

Trate de ser muy claro con los permisos que otorgue. Si usted acostumbra ceder y cambiar las reglas; después no se asombre ni pierda los estribos cuando sus hijos/as  pulsen por que se vuelva a cambiar la regla. Hay reglas que se pueden revisar; pero aún así haga la aclaración de porqué el cambio. Por ejemplo, hace unos días entrevisté a unos papás que habían cancelado la fiesta de cumpleaños de su hijo de siete años porque había participado en una pelea con unos compañeros.

Si bien es cierto, merecía una medida correctiva; quizás suspender una fiesta  que  estaba ya  adelantada en preparativos  y que generaba tanta emoción en el niño iba a ser una medida extrema. Después de conversar largamente con los padres, lograron comprender que si las fiestas iban a ser utilizadas como castigo; probablemente este chico iba a recordar con amargura sus cumpleaños pues  probablemente no sería la primera ni la última. Este niño en particular había sido diagnosticado con síndrome de déficit atencional con hiperactividad, por lo que las conductas impulsivas  eran la meta a trabajar.

Estos padres hablaron con el chico y rectificaron su medida, le explicaron  con detalles porque iban a cambiar la medida y también que no debía esperar que  esto fuera a  repetirse cada vez que tuviera una medida correctiva. Lo enfocaron desde una perspectiva positiva pues dentro de su conversación reconocieron cuan importante era para él  el evento y como ellos eran capaces  de brindar una nueva oportunidad para que el no perdiera este privilegio.

Estos padres lograron movilizar en el niño tal agradecimiento que su conducta mejoró notablemente.

Punto # 3: Los que siempre postergan pero no resuelven

Tal y como lo ilustré en el primer ejemplo, hay padres y madres que ante el temor de tener que contestar una pregunta, dar una explicación o profundizar sobre una medida correctiva, tienden a escabullirse con el “después hablamos” o “después le explico”.

Sus hijos e hijas  tienen que saber que no tienen padres con especialidades o doctorados en maternidad y paternidad. Principalmente, aquellos que entran por primera vez en la aventura de criar a un adolescente….. Que no le dé miedo decirle  un “no se”, “déjame preguntar”.

Lo importante aquí es que el tiempo de espera de ellos y ellas no vaya a ser muy prolongado  o que nunca llegue la ansiada respuesta. Por supuesto que hay ocasiones en que al abrir un tema de conversación con ellos, resulte como que abrimos una caja de pandora, que lejos de satisfacer su incógnita se genere  más material de conversación, de preguntas.

Déjeme decirle que esto es lo ideal. Trate que sea usted la primera persona a la que ellos y ellas le pregunten, le cuestionen.

Pídale a Dios sabiduría a la hora de hablar con sus hijos e hijas. Evite  actuar de forma impulsiva y sobre todo no trate de manejar situaciones difíciles cuando el enojo se apodere de usted.

Busque espacios de diálogo, ojalá en lugares neutrales, donde  pueda haber discreción y privacidad si fuese necesario. Puede tomar un espacio semanal para que acudan a una cafetería o a una heladería y abrir un espacio de comunicación. Este  espacio puede ser  muy efectivo si usted lo practica con regularidad y le otorga toda la  formalidad que merece.

Cuidado con esto: una adolescente le reclamaba a su mamá que  las salidas  para hablar,  ella las aprovechaba para ir a hacer compras y para contestar todas las llamadas que entraban a su celular!

Fuente:
Licda. Tatiana Carrillo  Gamboa Psicóloga y Psicopedagoga.

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