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Como Dios siempre te ha visto

En Juan 20, se nos narra el momento de la resurrección. Este capítulo hace énfasis en la ropa de nuestro Señor Jesucristo; se nos dice que los discípulos que llegaron hasta allí, tuvieron que verla para creer; creyeron, pero todavía no habían entendido eso que él había dicho de que iba a resucitar. La experiencia de los discípulos al presenciar que alguien resucitara no era la misma experiencia que Jesús hablaba de su resurrección. Ellos esperaban que la resurrección de Cristo fuera como la de la hija de Jairo, la del hijo de la mujer viuda que iba camino al funeral cuando Cristo lo levantó, y como la de Lázaro. Así que, cuando Jesús dijo que él iba a resucitar, ellos esperaban que resucitara Jesús, pero Jesús no fue el que resucitó. Por eso es que ellos no entendían. Ellos van buscando el cuerpo porque, cuando Jesús dijo “Lázaro, ven fuera”, vieron a Lázaro salir de la tumba, con el mismo cuerpo. Ellos vieron la ropa de Jesús en la tumba, pero no estaba Jesús por ninguna parte. No era que no creyeran en la resurrección, sino que no entendían que no era Jesús quien iba a resucitar.

[quote_box_center]“12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” 1 Corintios 15[/quote_box_center]

Pablo está batallando el concepto de la resurrección; y dice que Cristo –no Jesús – resucitó de los muertos. Por eso, cuando María Magdalena ve al hortelano, un hombre que ella pensaba que estaba arreglando el jardín, el hombre comienza a hablar con ella, pero ella no lo reconoce, porque no era Jesús, sino Cristo. Los que van en el camino de Emaús, supieron que Jesús murió y que iba a resucitar, pero el que iba caminando con ellos no era Jesús, sino Cristo; por eso no fue hasta que partieron el pan que pudieron reconocer que el que estaba con ellos era Cristo, el que había resucitado. A través de todas las apariciones, ninguno reconoce a Jesús, porque Jesús no fue el que resucitó, sino Cristo. Y lo que salva al hombre no es creer que Jesús resucitó, sino que resucitó Cristo.

Cuando hablamos de Cristo, hablamos de una autoridad, de un título, de una dimensión, una posición; hablamos del poder, del ungido de Dios. Lo que se levantó de los muertos fue el poder mismo de Dios, en la persona de Cristo. Por eso es que estaban todos ellos confundidos. Si tus viejos amigos te van a buscar después de varios años de tú estar en la iglesia y, cuando te ven, te reconocen rápidamente, es porque todavía tú no has resucitado.

Cuando la gente te tiene que mirar dos veces y cuando te oyen hablar y te ven actuar, dicen “tú no eres el mismo”, esa es la experiencia de resurrección. La gente siempre va a buscar el cuerpo de Jesús porque, para ellos, levantarse de los muertos es levantar la vieja naturaleza para que viva una vez más. Eso fue lo que pasó con Lázaro; Dios le extendió la vida por un tiempo más, pero no a Jesús. Muchos no creen en la resurrección porque pagaron a los soldados romanos para que dijeran que el cuerpo se lo habían robado, pero la realidad es que no había cuerpo que buscar, porque Dios lo que levantó fue al Cristo resucitado; ni aún los que habían estado con él por tanto tiempo lo podían reconocer.

La promesa más grande de resurrección para nosotros los creyentes no es que Dios va a levantar nuestro cuerpo natural, no es que te va a levantar meramente de la situación que tú estás viviendo sino que, cuando lo haga, la gente que te conocía no te va a reconocer, y te van a ver como Dios siempre te ha visto desde un principio, verán el propósito de Dios en tu vida. Cuando tú te levantas y resucitas, es para cumplir la misión de Dios en tu vida. Por eso, María lo que ve es un hortelano. Ella no se confundió. En el mundo natural, Jesús era carpintero, pero en el mundo espiritual Jesús siempre fue jardinero. Él era el último Adán. El primer trabajo de Adán –el primer hombre en la tierra – era jardinero; lo que tenía era que cuidar del huerto del Edén. Así que, el último Adán, que es Jesús, vino con una profesión del cielo, que por un tiempo no pudo ejercer; fue carpintero pero, tan pronto se levanta, ahora comienza a cumplir con el propósito original. María no vio a alguien equivocado, ella vio a alguien que finalmente iba a cumplir porque el huerto del Edén que un Adán destruyó, hay otro que vino a recuperarlo, a arreglarlo, a ponerlo en orden.

Así que, mientras buscan el cuerpo del carpintero, Jesús está levantado en Cristo. Cuando tú aceptas a Jesucristo como tu Salvador, se levanta en ti la nueva naturaleza, entras al propósito original por el cual tú fuiste creado. El poder de la resurrección te levanta a la vida que Dios ideó, la que se perturbó, la que tu pasado dañó; Dios te levanta para que la puedas arreglar, y cuando la gente te ve, no te puede reconocer. Esa es la verdadera experiencia de la resurrección; que, cuando te buscan en la tumba, lo único que pueden encontrar son tus ropas, pero tú no estás allí. Puedes caminar al lado de ellos, y la gente no entiende lo que ha pasado contigo porque, cuando tú has resucitado, despiertas a la vida de Dios, y hace falta más que amor, más que afecto para comprenderte y para verte; hace falta revelación. Por eso es que hay gente que todavía no te entiende porque, para entenderte a ti, hay que recibir revelación para ver lo que Dios está haciendo en tu vida.

Dios te ha resucitado a una nueva vida. La vieja vida ya pasó, y eso es lo que tú tienes que creer hoy.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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