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El escudo de la fe y el yelmo de la salvación

Este día continuamos estudiando cada una de las partes que forman la armadura que  Dios tiene disponible para cada uno de sus hijos. EFESIOS 6-16-17-

Este día comenzaremos estudiando un elemento muy importante, pues nos sirve para poder apagar los dardos de fuego que el enemigo lanza en contra nuestra, ese elemento es EL ESCUDO DE LA FE:

IV) EL ESCUDO DE LA FE (VS 16)

Tenemos que comprender que el escudo del cual el apóstol Pablo menciona no es el escudo que muchos tenemos en mente, estilo medieval, es decir pequeño y ovalado o redondo, sino que nos habla del escudo romano, llamado Tureo que era prácticamente del tamaño del soldado, es decir que lo cubría casi por completo contra todos los ataques de los enemigos, pero principalmente contra las flechas o lanzas de fuego que eran lanzadas desde las fortalezas.

Es por eso Pablo dice: “sobre todo”, pues nuestro escudo nos tiene que cubrir por completo, y nuestro escudo es la FE.

Pero antes de que enfocarnos en el escudo, comprendamos de que nos esta hablando la palabra cuando nos dice que tenemos que usar el escudo de la fe para poder apagar los DARDOS DE FUEGO DEL MALIGNO, ¿cuales son esos dardos de fuego?

Estas flechas están encendidas con la ira de satanás con el fuego del infierno, y tienen muchos objetivos, algunos de estos dardos encienden dudas, lascivia, codicia, vanidad, envidia, etc. Verdaderamente Todos estos dardos son muy peligrosos pero uno de las más peligrosos es la duda.

Pues muchas veces en medio de las batallas de la vida, en medio de la dificultad satanás lanza sus dardos para hacernos creer que quizás Dios no nos oye, que porque no nos socorre y comenzamos a dudar y a llenarnos de inquietudes en nuestra mente: ¿Porque me esta pasando esto a mi? ¿Porque Dios permite que yo sufra?

En esos momentos es cuando tenemos que usar el escudo de la fe, pero ¿En qué consiste el escudo de la fe? EL ESCUDO DE LA FE ES LA SEGURIDAD Y CONFIANZA QUE TENEMOS EN LAS PROMESAS DE DIOS (2 Corintios 1:20) podemos confiar ante cualquier situación, tenemos que creerlas y estar seguro que así como Dios lo ha prometido así será.

Pero cada uno de nosotros tenemos que tener bien claro algo muy importante: LA FE ES UN ESCUDO, NO UN ESCONDITE 

Muchos cristianos dicen estar orando y confiando pero no quieren enfrentarse al problema, no quieren dar pasos de fe, no quieren entrar en la batalla, son cristianos que doblan rodillas, que claman pero no van a la batalla, no quieren enfrentar las situaciones cara a cara, no se atreven a pararse frente a su problema y enfrentarlo.

Por lo tanto así como lo dice el vs 16 la fe no es un escondite sino un escudo, un escudo sirve para que los soldados que entran en la batalla se puedan defender ante los ataques del enemigo.

Eso significa que SÍ tenemos que doblar nuestra rodillas, que SÍ tenemos que clamar, que SÍ tenemos que pelear la batalla espiritual, pero también tenemos que ir y enfrentar los problemas, tenemos que ir y hacer lo que nos corresponde hacer a nosotros, con el escudo de la fe listo para defendernos de los dardos del maligno, esos dardos que pueden ser: el desánimo, la crítica, las amenazas, etc.

V) EL YELMO DE LA SALVACIÓN (EFESIOS 6:17) 

Los soldados romanos usaban un casco que les protegía la cabeza contra cualquier ataque, pues a pesar de que su cuerpo estuviera cubierto con la coraza, ellos sabían que cualquier fuerte golpe en la cabeza podría matarlos o desmayarlos.

Para nosotros los cristianos el yelmo de la salvación no protege nuestra cabeza sino nuestros pensamientos (Filipenses 4:7) somos salvos y nuestra vida, nuestra mente y pensamientos están protegidos con Cristo en Dios (Colosenses 3:3) 

La palabra de Dios nos enseña que nuestros pensamientos deben ser puros y agradables a Dios (Filipenses 4:8) y solamente con la ayuda de nuestro Dios, con el yelmo de salvación podemos lograrlo.
Lastimosamente muchos cristianos nos quitamos voluntariamente el yelmo de la salvación, para darnos la oportunidad de tener pensamientos impuros, de tener maquinaciones contra nuestro prójimo, pero no debemos permitirlo (2 Corintios 10:5)

Fuente:
Pastor Oscar Flores | El Salvador

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