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Volvamos a los viejos tiempos y evitemos un apagón espiritual

Es una situación muy embarazosa cuando un país sufre una serie de apagones que afecta los hogares, las fábricas, las industrias, los establecimientos comerciales, las iglesias y los lugares de diversiones, que son los responsables de mantener su normal modo de vida.

La luz y la oscuridad son utilizadas como alegorías del bien y el mal o de la verdad y la mentira. En el orden espiritual la luz es de vital importancia, porque el Señor de los cielos fue su creador. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. (Génesis 1:3).

Al respecto, la Biblia dice que “el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. (Isaías 9:2).

El cristiano, que tiene la luz de Cristo, debe cuidarse de no sufrir un apagón espiritual, lo cual lo produce el pecado, cuando cedemos a las tentaciones y artimañas del enemigo de las almas, Satanás.

En torno a esta situación, la Palabra de Dios nos advierte: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”, 1 Pedro 5:8-10.

Pero, la Palabra de Dios nos indica: “Éste es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”, (1 Juan 1:5-7).

El apóstol Juan nos revela que: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. (Juan 1:5-9).

Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Juan 8:12), cuando perdono a la mujer adultera que fue llevada por los religiosos de su tiempo, para que la apedrearan por su pecado, como mando Moisés.

Cuando recibimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador comenzamos a alumbrar a todos aquellos que andan en tinieblas llevándoles el evangelio de luz y de salvación. La Biblia dice: “Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz”. (Salmos 36:9).

No permitamos que por desobedecer a Dios y su palabra, se produzca en nuestra vida un cortocircuito y por consiguiente un apagón espiritual.

Recordemos que Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. (Mateo 5:14-16).

Como cristianos rescatados de las tinieblas del pecado en el mundo, podemos decir, con toda humildad y agradecimiento a nuestro Dios y Padres del Señor Jesucristo: “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino”. (Salmos 119:105).

Y por lo cual, el apóstol Pablo dice: “Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo”, (Efesios 5:14). No nos durmamos ante un mundo que está bajo el maligno, el Señor nos ha levantado para que alumbremos, viviendo y predicando la Palabra de Dios, a todos los que andan en tinieblas para que reciban la luz de Cristo y sean salvos.

Evitemos, con la ayuda de Nuestro Señor Jesucristo, mediante el poder de su Santo Espíritu, no permitir que en nuestra vida se produzca un cortocircuito y por consiguiente un apagón espiritual, en estos tiempos que estamos viviendo, que se considera la generación del fin, esperando su advenimiento y el arrebatamiento de la Iglesia.

Finalmente, nos conforma esta hermosa porción de la Palabra Dios: “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 

“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo”. (1 Juan 2:8-10).

Dios los bendiga.

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