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Separados de mí, no pueden hacer nada

Los números sirven para establecer un precedente que respalde el resultado de lo que estamos haciendo y reflejan un compromiso con lo que queremos lograr. No importa de qué aspecto de nuestras vidas estemos hablando, si queremos evaluar nuestro rendimiento, a un cierto punto tendremos que sentarnos a hacer números.

Jesús nos enseña que él es la vid verdadera y que nosotros somos las ramas que tienen que permanecer en él para producir mucho fruto. Es claro que la cosecha que Dios espera de nosotros es abundante, los números representan el modo en que el labrador evalúa nuestro rendimiento.

Muchas veces en el liderazgo, invertimos mucho tiempo en encontrar la manera de producir más fruto. No es lógico pasar horas reunidos en una oficina hablando sobre cómo lograrlo, cuando esas horas nos privaron de estar en intimidad con Dios. Hay un desfase entre el tiempo que pasamos hablando de la obra, frente al que pasamos conociendo a la Persona de la obra: Cristo. No podemos pasar más tiempo enseñando la Palabra de Dios que el que invertimos en relacionarnos con la Palabra encarnada. El resultado de la cantidad de fruto que producimos nos permitirá reconocer hasta qué punto entendimos que la obra del Señor está determinada por el conocimiento de su persona.

El estar conectados a la vid tiene como efecto certero producir mucho fruto (Juan 15:5). Dependemos de Jesús para tener vida abundante. De nosotros depende la permanencia (obediencia de sus mandamientos), la permanencia garantiza la abundancia (gozo y fruto). Separados de Jesús, nada podemos hacer.

Piensa

¿Qué prioridad tiene en mi vida el tiempo dedicado a la intimidad con Dios respecto al tiempo dedicado al servicio en la obra? Al evaluar mi agenda, ¿noto que hay un desfase al respecto?

¿Qué cambios necesito implementar en mi agenda personal para equilibrar mi tiempo de intimidad y permanencia con Cristo y el servicio en la obra?

Oración

Padre, tú eres mi prioridad número uno. Tengo vida gracias a ti. Todo lo que soy y lo que tengo, lo debo a tu obra en la cruz. Mi relación contigo es la relación más importante de mi vida y de la cual depende no solo mi vida, sino todas las relaciones que tengo y la obra a la que me has llamado a tu servicio. Entiendo que nada puedo hacer sin tu ayuda. No quiero vivir ni un segundo de mi vida separado de ti, quiero producir mucho fruto porque sé que es así como te doy gloria y honra, permaneciendo en ti, y tus palabras en mí.

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