
Naturalmente tenemos un impulso persuasivo que nos lleva a poner en evidencia nuestra inmadurez, nos dejamos arrastrar sobre la sabiduría humana que aflora sentimientos sobre aquello que creemos y profesamos. Nos dominan las emociones al trazarle a otros que crean nuestras convicciones. Las disensiones son actitudes naturales del hombre, nunca estaremos de acuerdo en cualquier aspecto de temas comunes, pues cada quien ve diferente.
Ahora bien, se supone andamos bajo el mismo Espíritu de Dios y por ende, estamos claros sobre los pensamientos que tengamos acerca de como operan las obras espirituales del Reino. Estas guardan el mismo sabor en el corazón porque fue revelado del cielo. En los caminos de Cristo no debe haber tales controversias, sin embargo, muy a menudo lo vemos. Sobre esto, debemos saber además que La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones. Prov. 16:2
Pablo nos dice que: las contiendas, evitar las discusiones que no son nada provechosas. La Palabra de Dios no está hecha para competir, mucho menos para contender, Pablo nos está diciendo a que no nos dejemos llevar por las situaciones que surjan a nuestro alrededor. Veremos la herejía en la congregación, habrán todo tipo de disensiones entre los miembros, y tendremos que lidiar en contra de eso; pero realemente el evangelio no puede estar en ese campo de batalla, eso debemos evitar… Que este día se llene tu casa de bendiciones, en amor y gracia, Amén.