En medio de las pruebas y dificultades que enfrentamos, Dios siempre permanece fiel. Su fidelidad no cambia ni se desvanece, y Su amor nos sostiene cuando sentimos que nuestras fuerzas se acaban. Es en esos momentos cuando debemos recordar que Dios es nuestro refugio y fortaleza, un auxilio siempre presente en la tribulación (Salmos 46:1).
El clamor de Su pueblo separado llega a Sus oídos como un perfume fragante, porque Dios no desprecia un corazón humilde y contrito (Salmos 34:18). Si hoy sientes que no puedes más, recuerda que Él nos da aliento, nos levanta y nos renueva como las águilas, fortaleciendo nuestras alas para seguir adelante.
Dios ha prometido nunca dejarnos ni desampararnos (Hebreos 13:5). Su Espíritu Santo sopla vida nueva sobre nosotros y nos capacita para caminar en fe. Solo necesitamos abrir nuestro corazón, rendirnos a Su voluntad y recibir el aliento divino que restaura nuestras almas.
Señor, responde al clamor de Tu pueblo. Renueva a quienes están cansados, levanta a los caídos y guía a los que han perdido su rumbo. Que podamos recordar que en Tu fidelidad encontramos la fuerza para seguir adelante.
«Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» (Isaías 40:31)
Hoy, más que nunca, tomemos Su aliento como nuestra fuerza y Su fidelidad como nuestra esperanza. ¡Dios es fiel!