
La inteligencia artificial (IA) está cada vez más presente en nuestras vidas, y algunos se preguntan si podría usarse para la consejería personal y espiritual. Aunque la tecnología ofrece ciertas ventajas como proveer recursos, organizar información o sugerir reflexiones bíblicas debemos recordar que la consejería bíblica es, ante todo, un encuentro humano y espiritual.
La Biblia enseña que fuimos creados a imagen de Dios (Gn. 1:27). Eso significa que solo las personas, y no las máquinas, poseen dignidad, sensibilidad espiritual y la capacidad de amar y acompañar de manera auténtica. Una aplicación puede dar datos, pero no puede llorar contigo, orar por ti ni discernir con sabiduría espiritual lo que tu alma necesita.
La Iglesia tiene un papel irremplazable: es la comunidad donde nos animamos mutuamente, llevamos las cargas los unos de los otros (Gá. 6:2) y crecemos en santidad juntos. La consejería bíblica no busca solo “arreglar problemas”, sino formar a Cristo en cada corazón. Eso requiere presencia, compasión y oración algo que ningún algoritmo puede dar.
La IA puede ser un apoyo útil: recordarnos versículos, ayudarnos a procesar emociones o brindar recursos prácticos. Pero nunca debe ser vista como sustituto del ministerio humano ni del cuidado pastoral. La verdadera esperanza no está en los avances tecnológicos, sino en la obra del Espíritu Santo y en el poder transformador del evangelio.
En conclusión, la inteligencia artificial puede ser una herramienta, pero la consejería bíblica seguirá siendo un llamado sagrado de la Iglesia: acompañar con amor, verdad y esperanza en Cristo,