Es propicia la ocasión para depositar en este tiempo un manantial portador de esperanza en ti y los tuyos por medio del bálsamo sanador de la palabra de Dios, la cual nos habla de luz al camino que estamos transitando, a pesar de las circunstancias que nos son contrarias, que nos golpean y nos hieren, y que nos enlutecen mediante los hechos de sangre que se han vuelto cotidianos en los últimos tiempos en la sociedad dominicana, a causa de la violencia y los feminicidios, robos y asaltos a todas horas, a tal punto que es raro el día que en los medios no publiquen algún caso de asesinato o de atraco. Las calles están abarrotadas de violencia.
Aunque parecería que la gente haya perdido toda esperanza es importante recordar que los seres humanos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, que su amor ha sido derramado en nuestros corazones por medio del sacrificio de Jesús al vestir su preciosa sangre para redimirnos de la esclavitud del pecado y de la muerte.
Los hechos y acontecimientos que a diario acontecen, llenando de miedo, dolor e incertidumbre a un pueblo que está cansado de más de lo mismo, testifican de la necesidad que tenemos de darnos un baño del amor de Dios.
El pueblo tiene que volver su mirada hacia Cristo, «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.» San Juan 3:16.
Prácticamente la delincuencia generalizada que se vive en la nación dominicana mantiene de rodillas a las autoridades, constituyendo tragedia, burla y escarnio a todo colectivo, y lo peor de todo es que ellos no pueden deshacer esta triste realidad del escenario nacional.
El salmista, un israelita compasivo, se sentía afligido por las diversas pruebas que estaba pasando, como muchos y muchas en República Dominicana a causa de la delincuencia, pero él encontró aliento de vida en la devoción a Dios, y en el consejo de la Palabra de Dios, y fue así como logró ver la luz en medio de la oscuridad que estaba a su alrededor.
Todos, en algún momento de la existencia, vamos a enfrentar dificultades, problemas, escasez, pobreza, carencia de lo necesario para vivir, y es precisamente en ese desequilibrio de las circunstancias humanas, cuando debemos recurrir a Dios como lo hizo el Salmista. Quien le hablaba a Jehová de los sucesos que veía acontecer a sabiendas de que él lo sabía, y es que su Palabra dice que el que pide, recibe.
Pidamos hoy con fe, que su Lámpara y su Lumbrera iluminen iluminen nuestro presente y nuestro destino, nuestro hogar, el Ministerio que nos ha dado, para que mediante el Poder de su Palabra y en el nombre de Jesús, el Señor sea haciendo los cambios urgentes y necesarios que necesita este país.
Dios es el Único que puede hacer la transformación que nos llevarán hacia un porvenir glorioso y prominente, la lucha puede que se haga larga y muy difícil, pero al final del túnel, » de la misma forma en que se abre esa galería subterránea para dar paso a una vía de comunicación», así hará nuestro Señor para que veamos Su Luz Resplandeciente y Su Misericordia. DIOS es Fiel y lo hará. Amén.
¡Maranatha!