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No poco; mucho

En la historia de la viuda y el profeta que vemos en 2 Reyes 4, Elías no lleva ningún recurso nuevo a la casa.  La solución no es traer aceite nuevo, sino usar el recurso que tienes ahora en tu mano.  No has comenzado a hacer negocio, a prosperar, porque estás esperando que llegue un recurso nuevo.  Un recurso nuevo no te asegura que vas a salir del problema.  Pon a producir el recurso que tienes.  Eso es lo que hace que te muevas hacia delante.  Tratando de conseguir nuevos recursos es que la gente se mete en deudas y pierde tiempo esperando y no hacen nada.  Empieza con lo que tienes ahora.  Con lo poco que tienes, puedes hacer más de lo que jamás habías pensado.  Sácate de la mente que necesitas algo nuevo, si no has visto el potencial de lo que tienes en tu casa hoy.

El profeta no le preguntó cuánto necesitaba, sino qué tenía.  Cuando todo lo que estás pensando es en lo que necesitas, comienzas a buscar soluciones en los lugares incorrectos.  Lo que tienes que preguntarte hoy es qué tienes, qué puedes poner a producir.  Todos tenemos algo; Tú tienes un talento, tienes algo en tu casa que Dios puede usar para llevarte al lugar que el tiene para tu vida.  La pregunta es: ¿Qué tienes?

El profeta quita la mira de ella, de él.  Le pregunta: ¿Qué te haré yo?  En otras palabras: Deja de estar mirándome a mí, deja de ver a los hombres como tu fuente.  La gente siempre piensa que necesita de alguien para que le resuelva.  Cuando tu mirada está puesta en la gente a tu alrededor, quitas tu mirada de Dios.  Tanto el pobre como el rico, siempre tienen que mirar para el mismo lugar: Al Dios Todopoderoso.  Quita tu mirada de lo natural; Comienza a creer en el Dios que multiplica, que aumenta; Mira al cielo, mira más allá.

El profeta la envía a buscar vasijas vacías para depositar el aceite.  Aquella mujer comienza a llenar la casa de vasijas.  El profeta le dijo: No pocas, sino muchas.  Y así te dice Dios: No poco; Mucho.  ¿Tú casa está vacía?  Llénala de cosas más vacías todavía.  El poco que tú tienes, tú lo vas a derramar y se va a multiplicar y no va a cesar sino hasta que ya no haya más vasijas vacías.  La prosperidad llega a tu vida, de acuerdo a tu capacidad de actuar.  ¿Cuánto tú estás dispuesto a hacer?  La diferencia de los que prosperan a la manera de Dios es que creen que es Dios quien multiplica el aceite, pero saben que son ellos quienes buscan las vasijas.  La gente de éxito, hace una llamada más que los demás, se quedan una hora más.  El aceite deja de fluir el día que tú dejas de tomar acciones.  La frustración y la tristeza te llevan a la inacción, esperando que la multiplicación venga de afuera, pero la multiplicación viene de adentro y se detiene en el momento en que tú dejas de hacer algo.  ¿Has llamado diez veces?  Pues llama once.  Sal de la inacción, atrévete a hacer algo más.  Pablo le dijo a Timoteo: Aviva el fuego del don de Dios que hay en ti.  Haz lo que sabes hacer, y hazlo otra vez.  El aceite se termina cuando tú dejas de encontrar vasijas vacías.  Dios multiplica el aceite mientras tú sigas buscando vasijas.  ¿Cuántas vasijas tú estás dispuesto a buscar?  Con esfuerzos mínimos no logras grandes cosas, pero con recursos mínimos sí, si pones gran esfuerzo, y dejas que Dios los multiplique.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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