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No le fallemos a Dios

El cuerpo material (la carne) busca constantemente satisfacer sus necesidades (agua, comida, placer, fantasías, poder, etc…); una búsqueda de satisfacciones que en ocasiones nos hace errar; el cuerpo espiritual no tiene tales necesidades, por eso el apóstol Pablo, hablando en el espíritu con los que conocemos el camino y andamos en él, dice que quisiera desprenderse de ese cuerpo material que lo lleva a caer y a fallarle a su creador, pero, al instante (Romanos 7:24-25) da gracias por haber sido rescatado por Cristo, porque él sabía bien que tenía una misión que cumplir acerca de la obra del Señor en la tierra.

Así que siéntete victoriosa y más que vencedora en Cristo Jesús, por quien nada ni nadie podrá separarte del amor de Dios (Romanos 8:35-39). Si sentimos temor por no fallarle a Dios es porque estamos en el camino correcto, ese temor santo por no fallarle a Dios es el principio de la sabiduría que nos ayuda a vivir plenamente (Proverbios 1:7; Proverbios 9:10; Salmos 111:10); el cual nunca debemos confundir con el temor al mundo ni a su sistema de cosas dañinas, el temor al mundo lo vencemos con amor (1ra Juan 4:15-18) y al mundo lo vencemos con fe (1ra Juan 5:4).

Jesús dijo que es imposible que no haya tropiezos (Lucas 17:1; Mateo 18:7), y si tenemos que perdonar a nuestros hermanos que se arrepienten ante nosotros siete veces al día (Lucas 17:3-4) y hasta 70 veces 7 (Mateo 18:15-22), para que no se pierda ni uno solo de los que están en el camino del Señor (Mateo 18:14), podemos estar seguros que el Padre celestial nos ama y nos perdona de igual manera.

Cristo dijo que  en el mundo tendremos aflicciones, pero al mundo no debemos temerle porque Cristo lo venció por nosotros (Juan 16:33). Él dijo esas palabras cuando fue traicionado y sabía que sus discípulos le darían la espalda, que ellos saldrían huyendo despavoridos cuando lo apresaran; buscaba que no se sintieran tan culpables como para no perdonarse a ellos mismos, y jamás sintieran que debían abandonar la carrera por fallarle al Redentor. Sentirse aflijido(a), sobre todo cuando sentimos que le hemos fallado al Creador, puede suceder, pero nunca sentirse vencidos… el que vive en ti es más grande que el mundo (1ra Juan 4:4).

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